Durmiendo con los peces

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Era una bella tarde en la aldea Onaona, había una brisa cálida como siempre y el cielo se había teñido de colores anaranjados y rojizos como las hojas de los árboles de la región de Akkala, indicando el atardecer.

Los aldeanos ya habían encendido las antorchas para que el pueblo se encontrará iluminado al anochecer para luego dirigirse a sus respectivas casas para cenar con sus fsmilias, a las orillas de la aldea se encontraban el campeón Hyliano y el príncipe Zora, quienes se encontraban de viaje por Hyrule, se podría decir que el rubio estaba "durmiendo con los peces", pues literalmente se había quedado dormido junto a un pequeño estanque que había en la aldea, en donde el príncipe estaba descansando.

Sidon no podía evitar sonreír mientras veía al ojiazul durmiendo, la expresión en su rostro transmitía paz y tranquilidad, tenia su brazo derecho alrededor de los hombros del espadachín y con su mano izquierda acariciaba la cara del héroe, haciendo a un lado algunos mechones de su cabello que tapaban su rostro.

Ya en la noche, Link despertó, se sento lentamente mientras bostezaba y estiraba sus brazos, para luego mirar al Zora con una sonrisa floja.

- Hola - el ojiambar no pudo evitar soltar una pequeña risita al ver la expresión somnolienta del rubio - ¿Cuanto tiempo estuve dormido? -.

- Cien años - el ojiazul frunció el ceño - Es broma, es broma... Como una hora -.

- Ya veo - el rubio se puso de pie mientras mientras miraba el cielo estrellado - ¿Tienes hambre? - le cuestionó mientras le sonreía.

- Siempre - exclamó Sidon con una enorme sonrisa, mostrando su hilera de dientes afilados, cualquiera la encontraría aterradora, pero Link la encontraba hermosa.

- Entonces iré a preparar la cena - el Hyliano comenzó a revisar su alforja para revisar que ingredientes tenía, pues a esa hora sería difícil que alguna tienda siguiera abierta.

- Voy contigo - le respondió el ojiambar mientras salía de aquel pequeño estanque.

Ambos se dirigieron a la cacerola que había en medio de dos casas de la aldea, Link uso un pedernal para encender la hoguera y luego sacó los ingredientes de su alforja, tomó algo de trigo de Tabanta, mantequilla de cabra y un par de besugos guerreros para preparar dos platos de besugos con salsa. Sidon babeaba mientras observaba la comida, ambos dieron gracias antes de prácticamente comer como animales y dejar los platos vacíos en menos de un segundo.

- Adoro tu comida - exclamó feliz el príncipe, y no era para menos, la comida del Hyliano era mejor que la que preparaban los mismísimos cocineros del palacio Zora.

- Me halagas - le respondió el rubio con una cálida sonrisa.

Estuvieron un rato platicando frente al fuego, riendo de una que otra tontería como siempre hacen los amigos.

- Ven - Link se puso de pie y le extendió su mano al príncipe para ayudarle a ponerse de pie.

- ¿A dónde vamos? - preguntó con curiosidad el ojiambar.

- Tu solo sígueme -.

- Muy bien - el Zora le dedico su característica sonrisa - Yo confío en ti -.

Salieron de la aldea Onaona atravesando el valle de Graum, el rubio sujetaba con fuerza la mano del ojiambar, negándose a soltarla, al príncipe no le molestaba en lo absoluto, es más, sostenia con dulzura la pequeña mano del espadachín. Caminaron alrededor de la colina de Temto y pasaron cerca de la playa de Asamur para luego comenzar a subir por un pequeño camino hacia el monte Rizor. Sidon estaba callado, no quería interrumpir al rubio, sobre todo por la expresión de determinación que había en su rostro.

- Ya casi llegamos - mencionó el ojiazul.

Subieron por un terreno un poco más escarpado, para luego llegar a su destino, el estanque de los enamorados. El príncipe quedó impresionado, sólo había oído de aquel lugar por leyendas o cuentos, jamás pensó verlo en persona. El estanque tenía una forma de un corazón perfecto y simétrico, la orilla estaba rodeada de diversas flores, pequeñas luciérnagas volaban cerca de ahí iluminando todo el lugar y la enorme luna llena se reflejaba en el agua cristalina del estanque.

- Wow Link... Es hermoso - susurro el ojiambar.

- Me alegro que te guste - Link se sento sobre la hierba y palmeo el suelo para indicarle al Zora que se sentará a su lado, este obedeció y se coloco al lado del Hyliano.

- ¿Por qué me trajiste a este lugar? - preguntó con curiosidad el ojiambar.

- Bueno... Había escuchado de varias personas la leyenda de este famoso estanque, y cuando vine por primera vez a la aldea Onaona me confirmaron que en este monte se encontraba y que aquí era donde uno podía encontrar su alma gemela, lo había visto levemente mientras planeaba sobre la zona con mi paravela, pero jamás había venido a verlo directamente - le respondio el rubio.

- ¿Y por qué no viniste antes? -.

- Pues... - el Hyliano sujeto la mano del Zora entrelazando sus dedos mientras un sutil rubor hacia aparición en sus mejillas - No quería venir hasta asegurarme que vinieras conmigo - el príncipe sintió como los colores se le subían a la cabeza hasta que su rostro quedó del mismo color que sus escamas - Yo no creo que nuestro destino ya está escrito, yo creo que cada uno hace su destino y yo... Estoy seguro de que tu eres mi alma gemela - el campeón se acercó al ojiambar y acarició su mejilla con ternura, este no protesto, al contrario, sujeto con fuerza la mano del rubio manteniéndola pegada a su mejilla - Y quiero estar contigo -.

- Yo también quiero estar contigo - el Zora coloco su mano libre en la nuca del Hyliano, desatando su coleta y acariciando sus cabellos dorados.

Ambos se miraron fijamente, los ojos azules como zafiros miraron a los orbes dorados y enigmáticos del príncipe... De pronto los dos supieron que hacer y se besaron con ternura, Link rodeo el cuello del Zora con sus brazos para apegarse más a él mientras Sidon colocaba ambas manos en la cintura.

- Ahora entiendo porque me insististe tanto para que te acompañará en tu viaje a Farone - le dijo el Zora al Hyliano cuando por fin se separaron, ambos soltaron una carcajada mientras se mantenían abrazados.

- ¿Te estás quejando? - preguntó el rubio con un tono de burla mientras arquea a una ceja.

- Para nada - el príncipe acarició con ternura la cabeza del ojiazul con su mano derecha, mientras seguía manteniendo su otra mano en la cintura del espadachín - Era sólo una observación... Pero el viaje valió la pena, y mucho -.

Link no era el único que había planeado algo especial para el viaje, el joven de dientes afilados traía algo muy valioso en su alforja, nada más y nada menos que el zafiro Zora. Se preguntaba... ¿Sería muy pronto para pedirle matrimonio al Hyliano?

No, nunca es muy pronto o muy tarde cuando dos personas se aman.

(¡Boom! Otro One-Shot a tiempo, con este ya son 4, aún quedan 3 más para completar la semana Sidlink

Espero que les haya gustado, mañana habrá otro One-Shot c: )

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