《Diez》

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El viento mañanero topa en mi cara haciéndome estremecer un poco, ajusto un poco más las correas de mi suéter negro y escondo mis manos en las bolsas del mismo.

Conforme comienzo a caminar siento como el viento golpea mi cara a tal punto que prefiero bajar mi cabeza y así seguir hasta llegar a la estación.

Llego como todos los días y soltando un suspiro me siento. He llegado un poco más temprano que lo usual, y sí, aún no he podido terminar mi libro pero en mi defensa no pude hacerlo ya que el día de ayer tuve muchas cosas que hacer.

Ahora tengo tiempo y sé que puedo terminarlo justo aquí si quiero sin embargo no me apetece hacerlo, así que solo me quedo aquí, contemplando a las diferentes personas que pasan por toda la estación.

Debo de admitir que me gusta hacer esto, solo observar. Me gusta como a pesar de que vivimos en un mundo en donde al parecer todos tenemos que vestir, actuar o hablar de una manera hay personas que no les importa y simplemente hacen lo que más les hace sentir mejor, me gusta ver como a pesar de todo eso hay personas que deciden ser ellos sin importar que. Deciden vivir a su manera, y ser felices por que después de todo a eso venimos ¿no? A ser felices.

-Buenos días, niño- la voz de Emilio me hace salir de mis pensamientos causando que diera un pequeño brinquito en mi lugar- uy, lo siento ¿te encuentras bien?- asiento con la cabeza.

-Buenos días, rizadito.

-¿Rizadito?- enarca una ceja.

-¿Prefieres ricitos de oro?- suelta una pequeña e inaudible risita.

-Como prefieras- su mano da un ligero golpecito a mi pierna para que me haga un poco mas de espacio en la banca y el pueda tomar asiento-, como no te veo con tu libro supongo que si lo terminaste ayer ¿no?- cruza sus piernas sobre la banca y gira su cuerpo para quedar de cierta forma viendo mi perfil ya que yo aún me encuentro con la mirada hacia el frente.

-En realidad no- giró un poco mi rostro para observarlo-, ayer tuve algunas cosas que hacer y no pude terminarlo- sacó mis manos de la bolsa de mi sudadera y de inmediato Emilio las toma y comienza a jugar  con ellas, el pequeño escalofrío se apodera de mi sin embargo el contacto de sus manos con las mías hace que una calidez se instale.

-Humm ¿Qué cosas?- pregunta mientras que sus manos siguen jugando con las mías y las observa como si fuera lo más interesante del mundo.

-Resulta que olvidé hacer un ensayo para mí clase de historia- ahora Emilio estaba tomando la pulsera azul con rojo que por lo visto le gustaba demasiado, tal vez le diga a Renata que me compré otra y pueda obsequiarsela-, así que la maestra me citó después de clases para que pudiera hacerlo y entregárselo- continuo- sin embargo a pesar de haber terminado temprano me dejo salir hasta las 4:30 de la tarde- Emilio soltó mis manos y la calidez que había sentido hace unos momentos abandonó mi cuerpo.

Tenia que decirlo, el viento realmente estaba a favor del hermoso rizado, ya que este clima solo hacía que los bellos rizos color chocolate se movieran al compas del viento ocasionando que se despeinara un poco, y las ganas de tocar su hermoso cabello me inundaban de gran manera.

-Cuando asistía al colegio algo así me pasó- comenzó-, solo que el problema duró todo un año. La maestra realmente tenía algo contra mí, y cuando mamá fue a hablarlo simplemente empeoró. Pero en fin.

-Odio que los maestros sean así.

Hizo una mueca.

-Sí, yo también.

A los pocos minutos ambos nos encontrábamos esperando nuestro tren. Desde hace unos minutos que  nuestras manos no se habían  vuelto a tocar, y rayos, realmente quería tener sus manos entre las mías.

Las puertas del tren fueron abiertas. Emilio me dejó pasar y coloco su mano en mi espalda mientras que caminaba detrás de mi. Nos sentamos e inmediatamente el tren comenzó a avanzar.

-Así que hoy lo terminas ¿huh?- levantó su ceja.

-Tal vez- saqué mi libro de la mochila-, si no se me olvida ningún trabajo entonces sí- me quede observando la pasta del libro mientras tanto podía sentir la mirada de Emilio en mi.

-¿Me lo prestas?- la voz del lindo rizado interrumpió mi tarea de observar el libro. Se lo pasé-. Supongo que aquí fue donde te quedaste ¿cierto?- señaló con su dedo justo en la página en donde la había dejado anteriormente.

-Síp- contesté.

Di un pequeño bostezo.

-¿Tienes sueño?- asentí con la cabeza. En realidad la noche pasada no había podido dormir tan bien, mis vecinos tenían algún tipo de festejo y no apagaron la música hasta después de las 3 a.m., mis padres estuvieron a punto de marcar a la policía-, puedes recostarte en mi hombro y dormir un rato, y cuando lleguemos a tu parada yo te despierto- estaba a punto de protestar cuando sentí que tomó mi cabeza delicadamente y él mismo me acerco a él. No pude negarme, siendo sincero tenia demasiado sueño, así que me dejé llevar y cerré mis ojos mientras que mi cabeza reposaba en su hombro, sin embargo una sonrisa se hizo presente cuando sentí sus tibios labios sobre mi frente dándome un beso.

Me sentía en el cielo.

No sé cuanto tiempo pasó, sólo sé que la dulce voz de Emilio interrumpió mi cómodo sueño.

-Despierta, pequeño- susurró en mi oído. Con un poco de pereza apreté mis ojos y poco a poco los fui abriendo-. Tu estación está cerca- mi cabeza seguía reposando en su hombro.

-Sí, gracias por esa pequeña siesta de unos minutos- levanté mi cabeza de ese cómodo lugar.

-De nada- me sonrió mostrando sus lindos y perfectos dientes. Me estiré un poco y pude ver que ya no faltaba nada para llegar. Así que tomé mi mochila y me dispuse a levantarme de mi asiento-. Espera- Emilio tomó mi mano- tu libro- señaló y lo colocó en mi mano, le sonreí de vuelta.

-Gracias- le contesté y de nuevo su hermosa sonrisa estaba ahí solo que la notaba algo ¿nerviosa? No le di importancia y sólo me giré caminando hacia la salida, el tren acababa de parar.

Tomé mi libro entre mis manos y cuando lo iba a meter a mi mochila vi que la parte en donde estaba un pequeño separador que yo anteriormente había colocado ahí para poder saber donde dejaba mi lectura, se podía ver que también sobre salia un pequeño papel color verde. Abrí el libro por curiosidad y una pequeña nota se extendía por el pequeño papel.

"Hola bonito, ¿te gustaría salir hoy conmigo?

Si la respuesta es un sí, te veo en la única banca de color blanco que se encuentra en el parque cerca de la estación a las 6 p.m

Ten un lindo día:)

Atte: Emilio."

Inmediatamente una sonrisa se posicionó en mis labios y antes de que bajara de la estación me giré sobre mis pies y ahí estaba Emilio, hermoso y radiante como siempre mirando hacia al frente.

-Mi respuesta es sí- grité atrayendo todas las miradas de las personas que abordaban el vagón pero no me importaba la única mirada que quería era la de Emilio, y al parecer lo había conseguido ya que él volteó su mirada hacia mi- .Mi respuesta es sí- le volví a repetir y de nuevo ahí estaba esa hermosa sonrisa. Di la vuelta y avance hasta la salida.

Hoy tendría una cita con Emilio, y no podria estar más feliz y emocionado por ello.

Rosas  {Emiliaco}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora