《Dieciocho》

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Octava rosa.

Coloqué la caja de pizza en medio de la banca, para después disponerme a amarrar los globos de distintos colores- que volaban sobre el parque a causa del helio-, a uno de los lados de la banca.

Me posicioné en frente del lugar y eché un vistazo de nuevo a la sorpresa de Emilio. Fruncí el ceño y volví a acomodar las cosas.

Llevaba más de treinta minutos tratando de que todo luciera perfecto para mí rizado, y después de varios intentos lo había conseguido.

El lunes pasado había sido el cumple años de Emilio, pero por ciertas razones no pude darle un regalo ese día o hacer algo especial para él, así que durante toda la semana estuve planeando su sorpresa, ya que como le había dicho aquella ocasión en el parque, planeaba darle uno de los mejores cumple años de su vida.

Saber que sorpresa darla a Emilio fue un tanto difícil, porque el único lugar donde nos solíamos ver y el cual era especial para ambos era un parque, por lo que llevarlo a un restaurante no era una opción, además quería que fuera algo mío, algo que naciera de mi y algo que Emilio nunca olvidara.

Así que un día de la semana cuando me encontraba haciendo tarea para el colegio, desde la cocina pude escuchar como mi abuela encendía su televisor y la canción de la intro de su telenovela favorita sonaba. Por alguna razón yo decidí entrar a la sala ese día, y entonces la idea vino a mi como agua fría.

En el televisor se podía ver claramente como un chico le hacía una sorpresa de cumple años a su novio, y lo que más llamó mi atención fue que también lo estaba haciendo en una banca. El lugar se encontraba lleno de globos y carteles llenos de color, también que el chico había planeado regalos que según esto habían sido significativos para su historia. Seguro estaba que esta era la telenovela que Renata solía ver con la abuela donde salia el chico con nombre filosófico y el otro chico con nombre de emperador azteca. Al final terminé de ver el capítulo con mi abuela, que triste que mi hermana no estaba en casa, de lo que se perdió.

En fin, después de haber visto ese gran detalle entonces fue que decidí poner mi plan en marcha. Le conté a Renata sobre lo que tenía planeado y con gusto aceptó. Así que durante estos días ambos nos dedicamos a reunir las cosas y obviamente a comprar el regalo de Emilio. Sólo esperaba que esto realmente le gustara.

Me senté sobre la banca y chequé la hora en mi celular, como tenía que arreglar todo esto para Emilio había llegado un par de horas antes, sin embargo me sorprendí cuando vi que la hora estaba cerca. Rápidamente me incorporé de la banca y fui hasta la entrada del parque. A los pocos minutos el chico que me hacía suspirar ya se encontraba caminando hacia mi en busca de mi encuentro así que caminé hacia él.

-Hola, mi corazón- saludó con una sonrisa mientras besaba mi mejilla.

-Hola, ricitos- contesté de igual manera. Emilio me tomó la mano y cuando vi que su intención era ir hacia nuestra banca lo paré-. Alto ahí- hable poniendo mi mano libre en su pecho para detenerlo-, tienes que ponerte esto- de mi bolsillo del pantalón saqué una pañoleta color blanco con algunos toques negros. El rizado frunció el ceño.

-¿Por qué?- preguntó con aparente confusión.

-Porque sí- contesté-. Vamos, ¿confías en mí?- lo miré a los ojos y vi como su postura se fue relajando.

-Sabes bien que sí, amor- sonreí.

-Entonces date la vuelta- Emilio me obedeció y yo me dispuse a ponerme detrás de él. Con mis manos sujeté los dos extremos de la pañoleta y vende sus ojos con ella. Me aseguré que no viera nada haciendo la típica prueba de pasar mi mano por sus vista vendada, y cuando confirmé que no veía lo tomé de la mano y lo fui guiando con cuidado hasta donde estaba mi sorpresa. Al llegar, lo dejé parado en frente de la banca y lo solté de la mano.

Rosas  {Emiliaco}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora