《Final.》

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Cuando era niño y en la escuela los maestros solían hacer la típica pregunta de ¿Eres feliz? Para sacarte algún tipo de información para saber si vivías en un ambiente sano o tóxico, siempre decía que lo era. Porque así lo sentía; tenía a mis padres juntos, a mi hermana Renata, a mi abuela y aunque mi abuelo en ese entonces ya tenia algunos problemas de salud aún así me sentía feliz. Pero ahora con toda seguridad puedo decir que no lo soy. No soy feliz.

Jamás pensé que llegaría a un punto de mi vida donde los colores del mundo se fueran y se volvieran totalmente grises y oscuros. Jamás pensé que llegaría un momento en donde terminaría llorando en el lugar más solitario para no preocupar a los demás.

Emilio llevaba más de tres semanas en coma. Tres semanas donde no me había despegado de él. Tres semanas desde que su mundo se apagó y por lo tanto el mío también.

Los doctores habían dicho que era normal que aún no hubiera señales de Emilio despertara pronto, ya que dicen que hay personas que tardan incluso años en hacerlo. Pero yo no sabia si podría soportar esos años. La desesperación crecía en mi cuerpo cada vez más, solo quería gritar y llorar hasta que me quedara sin voz o sin lágrimas, pero no podía hacer eso. Tenia que seguir, seguir adelante y mantenerme fuerte aunque la verdad sea otra.

Durante este tiempo me he acercado más a los abuelos de Emilio y también he hablado más con sus padres e incluso con Romina. Debo admitir que me gusta estar con ellos, ya que suelen contarme historias sobre la infancia de Emilio y eso me hace sentir un poco mejor aunque algunas veces derrame lágrimas por ello.

En mi vida todo cambió como era de esperarse, pero sobre todo cambió mi rutina diaria.

Cuando salgo de la escuela suelo llegar a mi casa a comer algo para después pasarme todo lo que resta del día en el hospital con Emilio, a veces hago mis tareas ahí y aunque probablemente Emilio no me escuche aún así suelo decirle todo lo que sucede en mi día. Los fines de semana son prácticamente lo mismo. Mi vida se ha reducido a casa, escuela y hospital.

Muchas cosas han cambiado en estas tres semanas, pero lamentablemente lo que me gustaría que cambiara no lo ha hecho.

A veces sólo quiero tener el cuerpo de Emilio sosteniendo el mío. Pero por ahora es algo imposible, y tengo que aceptarlo.

Llego al hospital y caminó rápidamente hacia donde se encuentra Emilio. Las recepcionistas ya no dicen nada, ya que como dije anteriormente, me la he pasado aquí durante las últimas tres semanas.

Abro la puerta y lo primero que veo es a la madre de Emilio sosteniendo un libro, con los pies recostados sobre el sillón y una manta cubriendolos gracias al fuerte frío qué está haciendo afuera. Desde aquí puedo ver las ojeras grisáceas que se hospedan debajo de sus azules ojos.

-Humm- carraspeo un poco- Hola, señora Marcos- digo en modo de saludo. Al escuchar mi voz la madre de Emilio aparta su vista de su libro.

-Hola, cariño- me sonríe de lado-. Llegaste un poco temprano ¿no crees?

-Bueno es que ya sabe, son vacaciones de invierno y realmente no tengo mucho que hacer en mi casa.

-Oh, es que creí que tal vez hoy no vendrías por ser el día que es.

-Le recuerdo que le dije que estaría con Emilio en todo este proceso, además quiero pasar esta fecha con él, aunque sea de esta manera- mire hacia Emilio. Sus rizos color chocolate se encontraban descansando sobre la almohada, su rostro se miraba muy en paz y mantenía sus ojos cerrados mientras que una mascarilla le cubría su nariz y su boca para darle oxígeno y mantenerlo con vida. Dolía. Dolía demasiado verlo de esta manera, dolía porque yo quisiera verlo de pie, con sus bellos ojos abiertos y con su hermosa sonrisa, pero eso no se podía-. Si quiere, puede ir con su familia. Yo me quedaré aquí con él.

Rosas  {Emiliaco}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora