《Quince》

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Quinta rosa.

Una semana había transcurrido desde que Emilio se quebró frente a mis ojos. Durante estos días cada mañana cuando nos veíamos en la estación, siempre preguntaba por la salud de su abuelo. Gracias a Dios había tenido una gran mejoría y a lo que mi hermoso rizado me contó, mañana por la mañana saldría del hospital. Con esto también el humor de Emilio había mejorado, sus ojos tenían de nuevo ese brillo.

Como todos lo viernes me dirigía de nuevo a nuestra banca en el parque. Es increíble como pasamos de ser desconocidos que solo compartían un tren a compartir ahora más que unos abrazos. Realmente me sentía feliz. Emilio me hacía feliz.

El día de hoy había llegado un poco antes, así que tomé asiento en la banca y dejé que mi vista vagara por todas las personas que se encontraban en el lugar.

Hace tiempo cuando era más niño y Renata prácticamente era una bebé, papá solía traernos a este parque. En ese entonces mamá tenia un trabajo que la obligaba a permanecer todo el día ahí, así que papá cuando llegaba de su trabajo siempre nos traía aquí, nos compraba helados y en ocasiones nos recostabamos en el pasto a observar las nubes. Desde ese entonces no había regresado aquí. Pero ahora, años después me encontraba sentado en una banca esperando a un chico cuya sonrisa me quitaba el sueño.

-Adivina quién soy, corazón- unas manos cubrieron mis ojos y por un momento sentí un hueco en el estómago por la sorpresa, pero desapareció cuando sentí su voz cerca de mi oído erizando mi piel, y sus fríos anillos por el metal sobre mis párpados. Sonreí.

-No lo sé, ¿Andrew?- reí ligeramente.

-¿Andrew?- no lo estaba viendo pero seguro estaba que su ceño se encontraba fruncido justo ahora-, ¿quién es ese tal Andrew?- sus manos abandonaron mis párpados. Ahora se encontraba en frente de mi.

-Nadie, bobo- su rostro se relajó.

-Bueno, ahora señorito no le daré su rosa por jugarme esa broma- pellizco mi nariz.

-Bueno, entonces tal vez deba irme y...- hice el amago de levantarme de la banca sin embargo Emilio me volvió a sentar.

-Ya, ya, ya. Tambien era broma bonito- se inclinó hacia mí, -ya que el aún seguía de pie- y me dio un pequeño beso en los labios. Sonreí en medio del beso. Se alejó un poco de mi y me dio la rosa. La rosa número 5-. ¿Cómo te fue en el colegio?- se sentó a mi lado.

-Hummm normal, supongo- me quede pensando. El día de hoy mi maestra de orientación vocacional  nos había entregado algunos tests para saber en lo que éramos buenos y en qué nos podría ayudar para escoger una buena carrera. Estaba nervioso, porque no sabía que serían los resultados que esos tests arrojarian.

-Eso no suena a algo muy convincente- frunci el ceño y con toda la libertad del mundo me recosté en la banca dejándo mi cabeza en sus piernas y dejando la rosa sobre el pasto. De inmediato comenzó a acariciar mi cabello.

-Es solo que...- suspiré- hoy nos dieron unos tests para saber en lo que podíamos estudiar cuando nos graduemos del colegio y eso me tiene un poco preocupado.

-¿Por qué?- las caricias no cesaban así que cerré mis ojos dejándome llevar por lo bien que se sentían sus caricias sobre mi cabello.

-No sé qué resultados salgan ahí, y tú sabes que esto de escoger carrera no es algo que se tomé a la ligera.

-Lo sé, amor- mi corazón saltó al escucharlo llamarme así, era la primera vez que me decía de esa manera. Sonreí con las mejillas ardiendo. Al parecer él no se había dado cuenta del apodo que se había escapado de sus labios, ya que siguió hablando como si nada hubiera ocurrido-, también estaba muy nervioso la primera vez que hice esa prueba. Pero bueno, de todas formas arrojó lo que yo tenia planeado estudiar así que fue como un golpe de realidad para mis padres- cierto. Olvidaba que sus padres también se habían puesto en su contra porque Emilio no quería estudiar lo que ellos querían, sin embargo nunca supe que fue eso que Emilio ahora estaba estudiando.

-¿Qué es lo que estudias, ricitos?- Emilio río y ahora su mano acariciaba mi mejilla, me acerqué más a su toque.

-Ciencias de la comunicación.

-Hummm, suena bien.

-Sí, lo es. Me agrada mi carrera. Pero tu no me has dicho lo que planeas estudiar.

Era cierto.

-Oh, bueno- tome su mano que no estaba sobre mi rostro y comencé a jugar con ella-, mis planes eran estudiar para ser maestro en educación primaria- no miré su reacción. Mayormente cuando les digo lo que quiero estudiar suelen sorprenderse.

-Eso suena genial. Seguro tienes demasiada paciencia para los niños- quite mi vista de nuestras manos y la enfoqué en su rostro. Me estaba sonriendo.

Reí con su comentario.

-No del todo. Me agradan los niños pero suelen desesperarme un poco en ocasiones.

-Seguro estoy que serás un gran maestro, corazón.

-No lo sé, tal vez y termino estudiando lo que mis padres quieren.

-Hey- tomo mi mentón en sus manos- no hagas lo que tus padres digan, solo harás que arruinen tu futuro. Y recuerda que es tu futuro, no de nadie más ¿de acuerdo?

-De acuerdo- acercó su rostro al mio y de un momento a otro tenia sus suaves labios sobre los míos. Era un beso lento pero muy dulce. Me gustaba besarlo, me gustaba besar a Emilio. Siempre que lo hacía me sentía en el cielo, incluso podía sentir las maravillosas mariposas revoloteando a nuestro alrededor.

Creo que no había vuelta atrás. Me había enamorado de Emilio y no tenia problema con ello.

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Maratón 1/2

Hola, he decidido hacer un pequeño maratón porque ya entré a la escuela y no sé cuando pueda actualizar de nuevo.

Espero y lo disfruten. Los quiero y gracias por su apoyo a esta historia

-Ame;

Rosas  {Emiliaco}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora