Madrid.

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Desayunar rodeada de miradas que me atraviesan de distintas formas no era lo que habría deseado aquella mañana. Bueno aquella ni ninguna, pero aquella menos.

Vincent estaba lejos de mi mesa sentado con Alberto. Me miraba con pena, como queriendo decir lo siento.

Yago y Hugo estaban juntos en otra mesa. Yago ignoraba totalmente lo que ocurría, parecía realmente concentrado en sus choco crispis. En cambio Hugo le miraba con recelo. Como sin saber realmente que pensar. Y de vez en cuando me lanzaba una mirada significativa, de las del tipo 'tenemos que hablar'.

Yo sentada junto a Gabriella trataba de ignorar su conversación sobre no se que de John Nieve... Pero la voz de esa chica era realmente cansina. Se te metía en el cerebro como el agua de la piscina te embota los oídos.

-Voy a terminar de prepararme...-dije para desacerme de la incómoda situación.

-¿Te vas por que Vincent te mira decepcionado? ¿O por que Hugo parece a punto de saltar hacia ti con el cuchillo de la mantequilla para rebanarte la cabeza?

Lo dijo alto, muy alto. Lo bastante alto como para que todos la oyesen.

Vale... Hasta aquí hemos llegado.

-Mira pedazo de petarda. Ya tengo bastante yo solita con mis cosas, con mis cacaos mentales como para que una plasta como tu este aquí tocándome los ovarios. ¿Sabes por que nunca has tenido amigos? No es por que 'Ay... Es que nadie aquí me da conversación decente...Ay que los que si tienen me ignoran'-dije imitando su voz-. Es por que eres mala, eres una de esas asquerosas que te apuñalan por la espalda. ¡Hipocrita! ¡Eres exasperante! No soportaría mas de un día a tu lado.

Di media vuelta y me largue, dejándola con la boca abierta. A ella y al resto del comedor... Una pareja de alemanes me miraban como si fuera una loca. Bueno. ¿y que si lo era? Tenia todo el derecho del mundo...

Alberto, Emilia y Ferny vinieron a por mi a la habitación. Era hora de irse a seguir con la gimcana. Juhu...

Gabriella se estuvo calladita, al igual que todos menos Alberto y el par de descerebradas. Yo miraba a Vincent de reojo, y el a mi. Era como jugar al escondite con los otros. Vernos el uno al otro sin que los demás lo notasen.

Tras un agotador, y aburrido, día volvimos al hotel. Me lance sobre la cama decidida a dejarme morir allí de hambre. Pero mis tripas rugían y me apresuraban para que fuera al comedor.

Justo al abrir la puerta para salir Hugo me empujo hacia dentro de nuevo y cerro con seguro la puerta.

-Es hora de hablar señorita.

-Hugo...

-No, no, no. Ni Hugo ni leches. Me debes una explicación. Una de las buenas.

-Lo se pero...No se como empezar.

-Fácil. ¿Como se te ocurre alejarte de mi para ir a parar al núcleo del Oso? ¿No te haces una idea de lo peligroso que es?

-Ni que tu fueras un santo. ¿A que os dedicáis tu y tu banda? ¿Repartis bocatas de nutella cual hermanitas de la caridad o repartís bocatas de nutella con droga u otros elementos ilegales dentro y a quien no acepta lo liquidais?

-Casy por el amor de Dios... Sabes que soy un chico sano. No trabajo con drogas.

-¡Trafico humano lo sabia! Abres en canal a la gente, sacas sus órganos y los vendes en el mercado negro al mejor postor escondidos en bolsas del mercadona para no llamar la atención.

-Primero...¿Que es un mercado na? Y segundo...¿Cuantas películas has visto Casy?

Bufé y me acerque a la ventana para respirar el aire fresco.

Salvada.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora