Recuperación.

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-Vale... Cuenta me algo -me pidió el al siguiente día de camino.

-Pues... En en sexto de primaria robe un chicle de una tienda de chuches... Al día siguiente volví y deje los cinco céntimos en la cama de los chiqules... La culpabilidad me carcomía...

Rafa empezó a reírse como loco.

-Gracias por esa gran confesión. Pero me refería a otro tipo de cosas.

-Ammm... Pues... Tengo veinte sujetadores...

-No te marques un Sheldon...

Le mire de reojo y le saque la lengua.

-Rueditas... Yo tengo el control de la silla. No quieres que te tire.

-No serias capaz. Soy una pobre invalida...

-¡Y yo un pobre moribundo!

-¿A donde crees que vas Rafael? -pregunto una enfermera acercandose a nosotros y deteniendo mi silla.

Celeste, la enfermera, acababa de terminar su carrera. Era joven y la única con la que yo hablaba con confianza antes de de Rafael.

-Vamos a dar un paseo -contesto el.

-Usted jovencito tiene ahora terapia con el psicólogo.

-Solo iré si Cass viene conmigo.

-En ese caso creo que no iras nunca por que esta jovencita es una tozuda. Y sus padres no han firmado el consentimiento así que...

-Entonces  nos vamos a dar un paseo - prosiguió el.

-Pero tus padres si firmaron. Así que vas a venir sin obligarme a que patee tu trasero Rafael.

El rodó los ojos y solto mi silla.

-Y en cuanto a usted señorita, -empezó la enfermera- tienes visita. Y no trates de esconderte como las otras veces que ha venido a verte. Si no yo misma te llevare...

-¿Pateandole su lindo trasero?- bromeó Rafael interrumpiendola.

Ambos se fueron y yo baje hasta mi habitación.

Había venido el primer día que desperté. Pero yo fingí estar dormida.

Las siguientes veces vino me escondí en el baño, volví a fingir dormir, me escabullí, me volví a esconder en el baño e incluso fingí asissirtir al psicólogo con tal de no tener que verle la cara.

No quería ver el reproche en sus ojos. Ver como cada parte de su ser me miraba como a un monstruo, una asesina. Eso era. Y lo sabia, pero no podría soportar ver que ella lo tenia grabado en su cara.

-Vamos, vamos, vamos - dijo Celeste apareciendo tras de mi y empujando mi silla.

Entramos en la habitación y sentada junto a mi cama en el incómodo sillón estaba Alexia.

Su pelo tenia las raíces descuidadas, se notaba su color castaño original. Aun así seguía con su maquillaje perfecto y la ropa impecable.

Celeste me empujo dentro y salio con una sonrisa cómplice que compartió con Alexia.

Ella me miro. Sus ojos bajaron hasta mis piernas y se abalanzo sobre mi para darme un abrazo.

-Oh Cass... No sabes lo mucho que siento esto...

-Alexia lo siento...

-¿Sentir el que? ¿Ignorarme? Si lo que tenias era vergüenza de que te viera así no hay de que tenerla, Cass.

-Alexia lo siento... Marina...yo...yo la mate.

Alexia se alejo de mi. Sonrió triste y me dio un golpe amistoso.

-Llore un montón... No me lo pude creer. Marina... La conocía desde niña. Pero Cass, no es tu culpa. Si no hubieras conducido habríais muerto todos. Marina no habría querido eso. Ni tampoco habría querido que tu y yo nos distanciasemos.

-Pero... Es-es que no se como miraré sin sentirme lo peor de este mundo.

-Cass... Mirame -dijo sujetando mi barbilla-. ¡Cass, que me mires!

Alce los ojos lentamente. Ella sonreía. Sus ojos estaban húmedos pero no lloraba.

-Ahora que Marina no esta, tu y yo tenemos que vivir por ella. Tenemos que vivir. No podemos separarnos ni deprimirnos. Ella no querría eso. Y lo sabes. No puedes darme la espalda... No ahora que...solo estamos la una para la otra...

-Hey Alexia... -la abrace de nuevo y me seque las lagrimas-. Vamos, te enseñare el jardín.

Ella me abrazo de nuevo cuando la puerta se abrió bruscamente.

-Vaya...no esperaba interrumpir...

En la puerta estaba Rafael.

-¿No tenias terapia  psicológica? -le pregunte.

-Mi compañero de terapia ha tenido un ataque. Se pone a gritar y maldecir ... Es bastante incomodo. Así que el psicólogo me deja irme. Suele ocurrir mas de una vez.

-Así yo también voy al psicólogo.

-Mi querida Cass... ¿No presentas al amigo?

-Es muy mal educada, ¿a que si? -pregunto riendo Rafael.

-Tiene sus momentos.

-Sigo aquí.

-Ven ha rueditas no te quejes.

Alexia le miro indignada por el apodo unos segundos.

-Tranquila Alexia, mi amigo, el bola de billar, es un bromista total.

-Ya... Bueno ¿Vamos a ese jardín del que hablabas? -propuso Alexia.

Rafa le tiraba los trastos a Alexia. Alexia le seguía la corriente. Yo me sentía cual candelabro. Me habían dejado en medio mientras ellos tonteaban.

Al rato Rafa se fue a su quimio. Celeste tubo que tirar de el para llevarselo.

Alexia y yo hablamos de como habían ido nuestros días hasta entonces.

-Alexia... ¿S-sabes algo de Hugo?

Ella me miro y se frotó nerviosa las manos.

-El...

-¿Esta muerto?

-¿Que? ¡No! ¿De donde te sacas eso?

Sonreí haciéndome la loca y la deje continuar.

-Ha vuelto a Londres. Su padre le ha obligado a volver... Según me dijo Yago, su padre esta metido en algunos líos, no especifico mucho más. Y no quiere involucrarle.  Hugo debió negarse y fue en contra a su voluntad. Lo que no pillo es por que manda a Hugo y no a Yago.

<<Por que Yago trabaja para su padre y Hugo no>>

-Además su padre se ha divorciado de nuevo.

-Ahora empezara con alguna chica joven. Seguro -bromeé.

-Solo se lo que te he dicho... ¿Sabes algo de Vincent?

-No... Nadie me dice nada... Su familia no contesta el teléfono, y la mía ni ha venido a verme casi. No se que fue de el.

-¿Que clase de Cassandra tengo en frente? Que estés en silla de ruedas no impide que remuevas cielo y tierra para averiguar cosas. ¿Que me dice señorita Herrera?

-Tienes razón Alexia. Voy a descubrir que ha pasado.











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