Despertar.

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Luces que alternaban con oscuridad.

Desconocidos.

Gente insistiendo en que no cerrara los ojos.

Ese era el sueño constante que se repetía en mi mente.

Mis párpados se abrieron con dificultad.

-!Cariño, ha despertado!

Escuche la voz de mi madre junto a mi.

Gire la cabeza hacia ella.

Tenia lágrimas recorriendo su rostro. Churretes de rímel manchaban las bolsas de los ojos. No parecía la elegante mujer de día a día. Vestía uno de mis chandals y llevaba el pelo recogido en una despeinada coleta.

Mi padre entro por la puerta, con ojeras y la camisa blanca  manchada y arrugada.

-Cassandra...

Ambos me abrazaron. Yo me apreté contra ellos.

Sentía algo raro.

-¿Y Marina? ¿Vincent?

Mis padres se miraron.

-Mama...papa...¿Que ha pasado con ellos?

-Cassandra tienes que coger fuerzas. -dijo mi padre.

-¡Decidmelo ya!

Temía lo peor...

Alguien llamo a la puerta.

Un doctor seguido de un policia entraron en mi habitación.

-Me temo que han de salir en lo que hacemos unas preguntas a Cassandra.

Mis padres me besaron y acariciaron antes de salir.

-Señorita Herrera, diganos ¿Que es lo ultimo que recuerda?

-El tren.

-¿Por que estaba usted conduciendo un coche cuando no tiene licencia?

Mientras el policía me preguntaba el doctor toqueteaba mis vías y la maquina a la que estaba conectada.

-Nos perseguían...

-¿Quienes?

-N-no lo se.

-¿Conoce usted al señor Alberto Diez?

-Si... Va a clase conmigo.

-¿Lo considera usted un amigo?

-Estuvimos juntos en el grupo de excursión del colegio, pero antes de eso no hablábamos mucho.

-¿Y que me dice de...

-Me temo que ya no va a contestar mas.

Por la puerta entro Robert Hastings junto a un señor trajeado con gafas y maletín.

-Este es el abogado de la señorita Herrera, y me temo que cualquier cosa que haya dicho no podrá ser usada en un juicio. Y ahora querría hablar con ella.

Tanto el policía como  el doctor parecían amedrentados y salieron.

Robert hizo una señal al abogado que hizo un asentimiento de cabeza y salio como los otros dos.

-Mi querida señorita... Estoy enormemente feliz de verla con vida. Lamento el incidente de la persecución. Mis hombres ya fueron... Digamos que tome las represarías adecuadas.

-¿Fue usted?

-Fue un mal entendido... Mis hombres pensaron que huía usted.

-Mi hijo Yago insistió en que me ocupara de usted. Aun que no hacia falta que insistiera. Ya tenia yo en mente copar sus necesidades.

Salvada.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora