Piernas

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Lista de cosas increíbles que habían pasado a lo largo de mi vida:

Número 1: encontré un billete de 50€ por la calle cuando era pequeña.

Numero 2: me pusieron dos bebidas de más en el Mcdonals.

Numero 3: Yago se me confiesa y dice que desde la primera vez que me vio me quiere.

Una lista de lo más peculiar, si.

Por lo que allí estaba yo plantada, obviamente, en mi silla. Mirando a Yago boquiabierta.

-¿Desde...la primera vez? - pregunté como una idiota.

El sonrío... Acaricio mi cara y me beso la mano.

-Cuando entre en aquella clase y te vi de pie en la clase... Me encantaste. Me pareciste... - sonrió y clavo sus ojos en los mios-.  Entonces recordé como es el mundo en el que estoy, y no te quería en ese mundo. Pero... - hizo una mueca graciosa- entonces el idiota de Hugo te lió en todo esto.

- Si te gustaba... - empeze con voz queda- ¿por que me tratabas tan mal?

-Queria que me odiases. Pero tu eres tan tozuda. Eres exasperante cuando te lo propones. Que conste que eso me encanta. Aun asi, quería que me detestases, que dejaras de...quererme. Por tu seguridad.

Yo estaba empezando a llorar. Con lagrimas de impotencia y frustración.

-Eres un idiota... Tenias que haberme dejado entrar en tu maldito mundo. En tu maldita vida. Y hacerme ser tu maldita novia. Por que yo, estúpida de mi, estaba como loca por ti.

-Lo se, y lo siento. ¡Oh por Dios! Que difícil fue cuando hicimos el trabajo juntos. Luche contra mi mismo para no besarte... Y cuando rompiste con Hugo. La noche que dormiste en casa... - me miro sonrojandose- fui yo el que. Ya... tu sabes.

Abrí los ojos como platos y me empecé a reír.

-¡Eres un pervertido! -dije entre carcajadas.

-Cassandra... Eres increíble. Estoy en un momento serio, confesandome y tu vas y te ríes - me dijo con voz sombría. Yo le mire con timidez y entonces el empezó a reírse-. Por ese tipo de cosas me gustas más.

Nos quedamos mirandonos allí unos instantes. Más bien mirandonos la silueta, pues la única luz que había eran las farolas de la calle  varios pisos abajo y la luna. Me pase las manos por los brazos tratando de darme calor. La noche estaba fresca.

-Va a ser mejor que entremos -dijo Yago.

Comenzó a empujar mi silla y yo le frene.

-Yago... Cuando bajemos de aquí...

-Cuando bajemos de aquí tenemos que arreglar muchas cosas. Y tú tienes que ordenar tus ideas. Tres son multitud, pero cuatro ya...

-¿A que te refieres?

-Por favor Cassandra... Tú y yo sabemos que esta Hugo e incluso Vincent, a pesar de que ahora es un completo idiota. Cass, te quiero pero tienes que ser feliz tú. Se que haberte dicho esto ahora es...confuso y no quiero que me elijas por que crees que aun me quieres. Tienes que estar total y completamente convencida  de que quieres a cualquiera de los tres para elegirlo.

-Me has llamado Cass...creo que es la primera vez que lo haces...

El sonrió y se colocó tras mi silla empujandome hacia la entrada al edificio en la azotea.

-Puede ser... Nunca quise darte una idea equivocada de lo que siento por ti. Osea...no quería que lo supieras. Llamarte por tu nombre completo era como un ancla al secreto de mis sentimientos por ti.

Acarició mi cabeza y volvimos a mi habitación sin cruzar ninguna palabra más.

Me sentó en la cama y se quedo sentado junto a mi mirándome con ternura.

-¿Que? - le pregunte algo intimidada.

-Solo...que te he besado solo una vez en mi vida y... Querría pobrar a ver si la segunda es tan mágica como la primera.

Note que el rubor subía a mis mejillas mas rápido que la cafeína a un niño hiperactivo.

Tal vez mi mente trato de procesar algo que decir, o puede que no. Tal vez estaba demasiado ocupada viendo como el se acercaba lentamente a mi, rodeando mi rostro con dulzura y entrega entre sus manos, para acabar dándome un beso que me hizo suspirar encantada.

No hicimos nada más que besarnos. Tal vez fueran minutos o segundos. Pero fueron eternos. 

Nos mirábamos y sonreiamos con complicidad.

Y cuando la puerta se abrió nos quedamos estáticos.

-¡Vincent! - chillé.

El me miro unos instantes frunciendo el ceño. Pero pronto cambio su expresión.

-No me lo puedo creer... El otro día con mi amiguito el calvo...otro día con el chulo y hoy con el estirado este. Yo que te tenia por una mosquita muerta...

-Oye... No la martirices -le dijo Yago a la vez que apretaba mi mano.

-Venia a contrale algo pero... No quiero estropear el momento tan bonito que tenéis. Me largo.

-Vincent... - le llame en vano.

Yago se despidió de mi tras unas palabras de apoyo.

Cerré los ojos y me deje llevar por morfeo.

-Despierta...despierta...despieeeeeertaaaa- comenzó a gritar alguien a la vez que me agitaba.

-Seas quien seas...-empezé a amenazar a mi atacante con voz pastosa- vete si no quieres morir.

-Soy Vincent, así como dato. Y tu no puedes pillarme desde la silla... No se si las paralíticas sabéis de un maravilloso invento llamado despertador. Pero el tuyo debió haber sonado hace media hora... Tenias cita con el anestesista para hacerte las pruebas.

Trate de erguirme en la cama y el me ayudo, dejandome sorprendida, a sentarme en la silla.

-Vamos anda...te llevo hasta allí.

Fuimos rodando hasta la consulta y Vincent paro mi silla antes de dejarme entrar.

-Oye...¿Para que vas a verle? -preguntó el.

-Me van a operar. Queremos ver si logro...caminar antes con una cirugía.

-¿Para poder usar las piernas cuando te líes con tu novio?

-No es mi novio.

-Ya, bueno. Que tienes como tres, cierto. En fin...suerte.

Se fue sin decir nada más. Por suerte. Y yo tampoco tenia ganas de enzarzarme en otra pelea.

Entre y tras hacerme las pruebas correspondientes, concretamos fecha para operarme. Con suerte volvería a caminar.

Salvada.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora