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- Recuerden, Tomura ordenó que nos deshiciéramos de esto – Gritaba una especie de hombre lagarto con una peculiar forma de vestir.

- Si, si relájate un poco Spinner - Pidió una chica rubia con ojos amarillos que se asemejaban a un gato, esta por alguna razón vestía un uniforme de preparatoria bastante tierno, eso pensaría cualquiera si en esos momentos no se encontrara lamiendo un chuchillo con lo que parecía ser sangre.

- ¡¿Qué demonios te había dicho acerca de jugar con lo secuaces?! – Exclamó enojado mientras veía a la rubia. – ¿Además qué sucedió con tu traje? –

- Ya te había dicho que el otro me hacía parecer muy infantil – Respondió cruzando los brazos.

- Pero si en verdad lo eres...- Pensó Spinner con una gotita de sudor cayendo por la nuca.

- Como sea, este traje me hace verme mejor y podré conseguir más gente para jugar – Explicó con una sonrisa sádica.

Lo que ninguno de los dos había notado es que durante el transcurso de aquella pequeña plática, los secuaces habían comenzado a desaparecer lentamente.

- ¡¿Qué diablos?! – Exclamó alarmado el villano al escuchar lo que parecía ser un grito. – Himiko, vamos a ver qué sucede – Ordenó recibiendo un asentimiento aburrido de su compañera.

Acercándose al origen de aquel grito se encontraron con uno de los secuaces en el suelo, Himiko se emocionó pues éste tenía el brazo roto y un poco de sangre escurriendo por la comisura del labio.

- ¡¿Qué diablos sucedió?! – Horrorizado el hombre lagarto miró hacia todas direcciones tratando de encontrar una respuesta, cuando sintió algo caer en la cabeza, estaba caliente y era líquido, con evidente preocupación levantó la cabeza sólo para encontrarse con otro de los secuaces colgado del techo, pero eso no era todo... tenía algo clavado en el hombro... ¿una flecha?

La rubia a su lado tenía un gran sonrojo al ver esto, sonrojo que se tornó aún más intenso al dirigir su mirada hacia unas cajas, en donde un rastro de sangre se podía apreciar, el rastro en cuestión iniciaba con marcas de manos y estas se extendían hacia dos líneas paralelas que conducían hacia un punto en específico.

- Iré a ver – Comentó con evidente emoción la chica.

- ¿Acaso estás loca? – Preguntó temeroso. – No sabemos quién o qué hizo esto... - Aclaró agachándose para tocar las marcas de sangre. – Está fresca – Levantó la mirada pero Himiko ya no se encontraba ahí.

La blonda había escuchado un ruido y fue corriendo hacia él, solo para encontrarse a uno de sus secuaces gritando de dolor, sus ojos se abrieron y aquel pequeño sonrojo permanente creció más, pues el hombre no estaba solo, la razón por la que gritaba era porque alguien estaba introduciendo una flecha por su mano, no pudo ver el rostro de aquella persona, pues una capucha con un color aguamarina impedía establecer contacto visual con él.

Sin esperar mucho sacó un cuchillo y corrió hacia él, el hombre solo agachó la cabeza para evitar ser rebanado.

- Oye... yo quería verte sangrar – Se quejó la chica con un tono bastante infantil.

- Lo siento pero tengo cosas más importantes que hacer –

- ¿Cómo qué? – Cuestionó mientras se lanzaba nuevamente hacia él, intentó nuevamente con un ataque frontal que fue fácilmente evadido por el encapuchado, con un movimiento rápido desarmó a la blonda arrojando lejos su objeto punzocortante.

Ahora fue su turno de lanzarse hacia ella, pero a diferencia de la fémina este no atacó de frente, sino que tomó aquel objeto que colgaba de su espalda, revelando no ser más que un arco bastante viejo y sencillo, en un movimiento rápido tomó una flecha de su aljaba trasera y la lanzó hacia el cielo.

HÉROE ILEGALDonde viven las historias. Descúbrelo ahora