De Cero a Héroe - Parte 2

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Al final, ya no duele

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Al final, ya no duele... Su indiferencia, su silencio, su ausencia... Ya no duelen. Te olvidé, Annie; al fin te olvidé.

Un año había pasado desde aquél primer y último mensaje recibido, durante ese tiempo no había regresado al pueblo ni una sola vez, mi padre me comentó en un par de ocasiones que había visto pasar a Annie acompañada por sus amigos, en una ocasión con un chico rubio y un pitbull, seguramente era Nathaniel pero no me imaginaba ni a mi ex amor o al delegado siendo dueños de un perro de tanto carácter como esa raza; no tenía idea de quién podía ser el propietario de ese can. "Quédate donde no pueda verte"... Esas palabras me habían destruido, había perdido a mi única amiga, durante mucho tiempo me sentí el ser más patético del mundo, pero aprendí a hacer de mí mismo mi mejor amigo. Es necesaria la destrucción para construir algo nuevo; como el ave fénix que resurge de las cenizas.

Me levanté temprano, como siempre, para ir a trotar, pero antes me apetecía una ducha. Mientras el resto de la unidad seguía durmiendo me dirigí a las duchas, encendí las luces y me saqué los boxer negros que llevaba y mis placas de identificación, los dejé sobre la encimera del baño y abrí el agua. Mientras el agua se calentaba me observé al espejo: Ya no quedaba nada del Ken de antes. Si cualquiera de los chicos del Instituto me viera por la calle no me reconocerían, pues en lugar del enano nerd y enclenque que había sido hasta hace un año atrás se encontraba un muchacho de cabellos castaños alborotados, grandes y penetrantes ojos verdes, musculoso, alto y fornido. Ahora sí era la viva imagen del Mayor O'Connor, director de la Academia Militar.

Estiré mis brazos por encima de mi cabeza mientras bostezaba, mis músculos se marcaron, tenía un par de cicatrices, producto de los entrenamientos con armas blancas, pero nada más que eso. El ejército me había hecho duro y calculador, solía pensar lo mejor de las personas, ahora pensaba lo peor; soldado precavido vale por dos. Entre medio de los vapores del agua caliente me metí debajo de ella y dejé que su cálida caricia moje cada centímetro de mi piel. Ahh... Qué relajante... Pero mientras el agua masajeaba mi espalda no pude evitar pensar en ella, en sus ojos verdes como los míos, en sus labios, en su piel... ¿Cómo será besarte? ¿Cómo será... hacerte el amor? ¿Será tan dulce como lo imagino, o mejor?

-Annie...-susurré mientras el agua acariciaba mi boca.

Esa noche teníamos franco y sólo significaba una cosa: Que los muchachos organizarían una salida. Me encontraba en mi práctica de snipper cuando mis amigos me llamaron, realicé un último tiro, dando justo en la cabeza.

-Buen trabajo, Cabo O'Connor-me felicitó el instructor.

-Gracias, señor-mascullé yo, dejé mi rifle en su lugar y me fui al encuentro de Brian, Peter y Rick mientras me acomodaba la camisa por dentro del pantalón-¿Qué sucede, muchachos?

-Kentin, ven con nosotros hay algo que debemos mostrarte-susurraron mientras se dibujaba una sonrisa en sus labios, los seguí mientras me arremangaba aun más las mangas, mis mitones negros estaban aún en mis bolsillos, así que los saqué y me los coloqué en las manos, finalmente llegamos a las barracas de nuestra unidad, entramos y los muchachos cerraron la puerta-Ven, Kentin.

Corazón de Melón (libro #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora