Su mirada destilaba deseo... pasión... lujuria y fuerza; sus manos que seguían en mis caderas me atrajeron más hacia él, sentí su emoción pegándose en mi vientre y las mariposas en mi estómago se volvieron locas.
Sus caderas se empezaron a mover mientras bailaba lentamente guiando las mías en sentido contrario a las suyas; no podía entender cómo hacía para estar tan tranquilo mientras mi respiración era tan irregular, parecía que estaba corriendo una maratón. Una de sus manos subió hacia mi nuca y me jaló suavemente de mis cabellos, tirando mi cabeza hacia atrás; Kentin besó y mordió mi cuello con esos dientes tan afilados como los de un zorro mientras gemía levemente, seguíamos bailando y moviéndonos al ritmo de la música, todo era atrevido y sensual cuando estaba con él. Me había dado cuenta que me estaba desinhibiendo completamente y la vergüenza que antes sentía ya no estaba más, sino que ahora el deseo de Kentin estaba contagiando y embriagando mi cuerpo. Quién hubiese pensado que aquél chico al que todos tachaban de tímido y ñoño fuese tan sensual en estos momentos de intimidad.
Sus labios pasaron de mi cuello a mi boca mientras mis manos subían por su pecho y me agarraba de sus hombros musculosos; él ya no me guiaba sino que nuestros cuerpos habían encontrado una sincronía perfecta, como la Luna y la Tierra, moviéndose en armonía. En un rápido movimiento me tomó de mi trasero con ambas manos y me levantó en el aire haciendo que yo me abrace a su cintura como si fuese un koala; ese movimiento me sorprendió y abrí los ojos de golpe, no esperaba encontrarme con los ojos de Kentin observando los míos... Eran un mar de deseo y lujuria a punto de soltarse sobre mí. Sin dejar de mirarme me recostó en la cama, dejando un sendero de besos que iban desde mi barbilla hasta el nacimiento de mi busto. Con una mano masajeaba un pecho mientras lamía mi otro pezón encima de la delicada tela del babydoll.
-Eres tan sexy...-gruñó con el pezón en la boca.
-Mira quién lo dice...-gemí con una sonrisa en los labios. Kentin dejó salir una risa.
-¿Por qué dices eso?-preguntó devorándome con la mirada.
-Pues por cómo me tienes-respondí, esbozó una media sonrisa y su otra mano bajó por mi estómago hasta mi clítoris. Al sentir su mano, arqueé mi espalda.
-Ahh... Ya veo de lo que hablas-susurró mientras llevaba los dedos que acababan de acariciarme a su boca-Estas muy mojada.
Con un suave pero firme movimiento me dió vuelta y quedé en cuatro patas, lentamente tomó mi cullote y lo quitó, dejándolo a mitad de las piernas. Sentí su lengua acariciándome con delicadeza, un gemido se escapó de mis labios pero lo ahogué con la mano, no quería que los chicos me escuchen.
-Gime... Grita... que todos te oigan-ordenó Kentin ¿Acaso el espíritu de Christian Grey se había apoderado de él? Introdujo dos dedos y empezó a moverlos firmeza, tomé una almohada y hundí la cara en ella para sofocar mis gemidos; que me escuchen era algo que me daba muchísima vergüenza. No se cuanto tiempo estuvo así, dándome tanto placer cuando nisiquiera había entrado en mi, pero sí disfruté de esa maravillosa tortura, provocando que cada vez estaba más y más sensible a su tacto, ya la almohada no me alcanzaba para sofocar mis gemidos, los cuales se volvían intensos cada vez que sus dedos llegaban a lo más profundo de mi ser.
Sentí como su mano se retiraba y me destapé la cara, miré a Kentin que estaba rojo y jadeante, había sacado su miembro del boxer y en la medida que él me daba placer también se lo daba a sí mismo. Me incorporé y lo recosté sobre la cama, me saqué el cullote y le quité el boxer. Ahora me tocaba a mí darle amor, así que mis labios fueron marcando mis besos por su pecho y abdomen hasta llegar a su ingle.
-A-Annie....-se estremeció cuando degusté de él, yo le sonreí sin detenerme.
-Ahora te toca a tí gritar-dije con la boca llena. Mis caricias y besos variaban en intensidad y profundidad, de vez en cuando lo mordía y pasaba mi lengua alrededor de él buscando el punto justo de éxtasis.
-¡Ba-Basta... Me voy a venir!-dijo mientras se agarraba a la manta-¡Annie... Como sigas así... Yo no... Ahhhh!Tomo mi cabeza con fuerza para evitar que escape, tuve que luchar para salir pues me estaba ahogando pero aún no había terminado. Desaté el listón del babydoll y me recosté sobre él, dándole tiempo para recuperarse, quería que esa noche sea larga y placentera para los dos. Sin dejar de besarnos y de darnos amor me acomodó sobre el colchón y él tomó el control de la situación. Firme y con delicadeza, poco a poco, se unió a mi.
-¡Ahh... Kentin!-gemí, su respiración era dificultosa y jadeaba al ritmo de nuestros movimientos.
-Más... Más... Quiero más, Annie...-gemía el ojiverde mientras yo se inclinaba más sobre mí y se pegaba a mi cuerpo, me besó mientras colocaba mis manos por encima de mi cabeza y mis piernas abrazaban su espalda. Se sentó en la cama haciendo que quede a horcajadas sobre él, me subía y bajaba con fuerza mientras saltaba sobre él.
No aguanté mucho más así pues la propia tensión hizo que temblara sobre él mientras dejaba salir todo mi éxtasis en temblorosos y jadeantes espasmos de placer.
-Ahora me toca a mí-dijo Kentin, con un grito de sorpresa por mi parte me dió vuelta y me colocó nuevamente en cuatro patas, pero esta vez me embistió en esa posición mientras bajaba mi espalda con una mano agarrando mis caderas firmemente con la otra. Sus movimientos no daban tregua y a mi me estaba costando no hacer ruido pero al parecer eso lo excitaba aún más-Así, nena... que te escuchen.
Intenté taparme la boca pero Kentin me tomó de ambos brazos y jaló haciendo que quede suspendida en el aire, por mucho que intentaba quedarme callada, era imposible cerrar la boca. Ninguno de los dos podía aguantar mucho tiempo más en esa posición y cuando ambos nos dejamos ir lo hicimos sin ningún tipo de censura ni contención dejando salir todo de nuestro interior y, sólo cuando ya no hubo más, nos derrumbamos en la cama y abrazados nos dormimos.
Una serie de sueños me acosaron, estaba sola, en una habitación oscura con un cenital sobre mí, de repente se encendió otro cenital a lo lejos y ví a Kentin haciéndolo con una chica a la que no podía verle la cara pero su cabello era castaño como el mío, estaba sobre él y la cara de mi novio era placer absoluto.
-¡Kentin!-le grité, él me miró y me sonrió de una forma que nunca había visto, era burla.
Yo corrí hacia él pero nunca lo podía alcanzar, no importa cuánto me esfuerce, no llegaba hasta él.-¡Annie, Annie!
Estaba enredada en la sábana mientras Kentin me sacudía, estaba cubierta en sudor frío. El sol ya había salido y estaba aclarandose el cielo.
-Kentin...-susurré y me abracé a él, me rodeó con los brazos y me acarició el cabello.
-Sólo fue una pesadilla-dijo con voz suave tratando de tranquilizarme y me besó la cabeza-Sólo fue una pesadilla, mi amor. Bañate y baja así desayunamos, hoy tengo una sorpresa para todos.
-¿Qué es?-pregunté.
-Ya lo verás-sonrió con esa media sonrisa que tanto me gustaba de él y me guiñó un ojo-Vamos, te espero abajo.
Se levantó, sólo se puso su jean y salió de la habitación sin remera ni calzado. Si no hubiese sido porque estaba desnuda lo habría perseguido para arrojarlo nuevamente en la cama.
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Corazón de Melón (libro #1)
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