Sweet Revange

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Mis padres casi me matan cuando llegué casa, la Directora les había dicho que yo había agredido a una ex estudiante del Instituto, que mi actitud dejaba mucho que desear y que de continuar por este camino ya no sería recibida el año siguiente. Pero Asagi les contó la verdad con lujo de detalles y con fundamentos que no se podían negar, y mis padres me creyeron; nos ofrecieron cambiarnos de Instituto a las dos pero nos negamos, no íbamos a dejársela tan fácil a Debrah, aunque deprimidas y angustiadas, nos encerramos en mi cuarto a escuchar música y comer chocolates mientras pensábamos en una forma de que el infierno termine, pero no logramos nada.

Al día siguiente mis padres llamaron al colegio para informar que nos habíamos enfermado y que faltaríamos a clase, y hubiera seguido durmiendo si Rosa no me hubiese despertado llamándome al celular, tomé mi teléfono y atendí.

-¿Hola?-pregunté.

-¿Están bien?-quiso saber Rosa, se la notaba muy preocupada, se escuchaba también a Armin y Kentin del otro lado preguntando por nosotras-Nathaniel nos dijo que tus padres llamaron avisando que estaban enfermas...

-Pásame con ella-dijo Kentin, Rosa le pasó el teléfono-Annie, no habrás intentado suicidarte, ¿no?

-Por supuesto que no, Kentin-gruñí, a veces a mi amigo se le ocurrían cosas muy locas-Es solo que he llorado tanto que me duele la cabeza y el estómago.

-Te pongo en alta voz-anunció Kentin-Listo.

-Escucha, linda, he pensado en un plan junto con Leigh-dijo la voz de Rosalya-Pero aún quiero discutirlo contigo, ¿podemos reunirnos en algún lugar?

-Hoy mis padres no estarán en todo el día-les dije-Si quieren, los espero apenas salgan del colegio.

-Perfecto-dijo Rosa-Iremos Kentin, Armin y yo, hoy Lysandro no ha venido a clases así que avísale, por favor.

-Está bien, no hay drama-me despedí de ellos y colgué para llamar a Lysandro, al cabo de unos segundos de espera me atendió.

-Hola, Annie, ¿estás mejor?-me preguntó.

-No, para nada-le respondí, le comenté que había faltado al colegio y que los chicos se reunirían en mi casa luego de clases-¿Vendrás?

-Claro que sí, aunque...-se quedó callado.

-¿Qué sucede?-pregunté afligida.

-Olvidé dónde vivías-rió avergonzado, me golpeé la frente con la palma de mi mano. Procedí a repetirle dónde era mi casa mientras él la anotaba.

-¿Podrás llegar solo? ¿No quieres que te espere en algún lado?-le pregunté.

-No te preocupes, no es lejos de la casa de mi hermano-dijo, se despidió y colgué. Sólo Rosa sabía a dónde iba a terminar todo esto pero confiaba en el plan de mi amiga, cuando quería ella era muy ingeniosa. Tendría que levantarme de la cama, cambiarme de ropa e ir al supermercado a comprar provisiones para la tarde. Me fijé en la hora, recién iban a ser las nueve de la mañana y los supermercados nos estarían abiertos hasta dentro de otra hora; quise volver a dormir un rato más pero entonces Nathaniel me llamó a mi teléfono, no sabía si atenderle o no, pero lo atendí.

-¿Sí, Nathaniel?-pregunté molesta.

-Hola, Annie, ¿estás ocupada?-me preguntó, yo me quedé muda.

-¿Me llamaste solo para preguntarme eso?-respondí, a veces Nathaniel podía tener tan poco tacto.

-No... No solo por eso... Lo que quiero decir... Ah, maldición-dijo, suspiró y trató de calmarse-Annie, lo siento.

-¿Qué cosa?-le pregunté.

-Sabes muy bien a qué me refiero.

-¿Hablas acerca de que sientes ser un cretino y egoísta y haberme dejado sola cuando más te necesitaba por una historia de orgullo?-dije con ironía, él se quedó callado-Si esa es, palabra por palabra lo que quisiste decir, entonces te perdono.

Corazón de Melón (libro #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora