Desire

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Kentin se acercó y me beso los labios

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Kentin se acercó y me beso los labios. Era tan seductor y erótico como la primera vez que nos habíamos besamos, de camino a Edimburgo y a dos mil pies de altura. Los dedos me temblaron y un poco de chocolate caliente cayó en su pantalón, haciendo que salte de la cama de inmediato.

-¡Ay!-exclamó con dolor. Al parecer el chocolate lo había quemado. Yo ahogué un grito y me tapé la boca con la mano.

-¡Lo siento!-exclamé, ¡pero que tonta eres, Annie! ¡estás a punto de tener un encuentro romántico con tu novio y tú le derramas chocolate caliente!

-No pasa nada, no te preocupes-rió Kentin, quitándole importancia al asunto-No me lastimaste, sólo fue una reacción automática.

Sorbí la mitad de mi taza por impulso, estaba tan avergonzada que quería ahogarme con el chocolate. Mientras Kentin se limpiaba con una camiseta volvió a sentarse en la cama; todo el romanticismo se había ido a la mierda.

-Listo, ya está. Afortunadamente no pasó nada-dejó la camiseta, ahora sucia, tirada en el suelo y sorbió otro poco de chocolate. Me miró y se dió cuenta que estaba incómoda-Hey. Cambia esa cara, no es que me hayas provocado una quemadura de tercer grado.

-Posiblemente no, pero todo el... ambiente se fue a tomar por saco-mascullé avergonzada, y para colmo de males Kentin dejó salir su carcajada.

-Annie-sus ojos me desnudaban hasta el alma, ¿cómo hacía este chico para ponerme en una situación tan vulnerable con sólo mirarme?-No estás obligada a hacer nada. Esto no es una carrera. Si no pasa nada hoy, ya pasará más adelante.

-Sí, tienes razón. Pero...-murmuré.

-¿El momento era perfecto?-adivinó Kentin. Yo hice un mohín.

-Sí-y ahí iba de nuevo la carcajada de Kentin.

-Te entiendo, pero no te preocupes. Yo no estoy apurado en esto-sonrió. Tomó sus almohadas y las acomodó para poder recostarse sobre ellas. Yo me acerqué a él y coloqué mi cabeza en su pecho, escuchaba cómo su corazón latía acelerado, no sabía si por el repentino contacto o si estaba así desde el principio.

Tomó mi mano y entrelazó sus dedos con los mío, volvió a reír ¿ahora que le parecía tan gracioso?

-Tienes unas manitos muy lindas-dijo mientras abría la palma de mi mano y comparaba el tamaño de mi mano con la suya propia y sacó la lengua divertido-Mira, la mía te saca dos falanges de diferencia.

-Claro, porque soy una chica-mascullé.

El silencio volvió a hacerse presente pero sólo era de palabras, pues podía escuchar a la perfección los latidos y la respiración de Kentin, levanté ligeramente la mirada para observarlo y me dí cuenta que tenía la mirada perdida y fija en nuestras manos unidas.

-Un centavo por tus pensamientos-susurré, lo saqué de su transe y me observó, una media sonrisa picarona se dibujó en sus labios.

-Estaba... Pensando en lo afortunado que soy... En tenerte-respondió sin dejar de mirarme, su mano me acarició con suavidad el rostro-Soy muy suertudo en salir con la chica más linda del instituto.

Corazón de Melón (libro #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora