21. ASHAMED

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Tras un paseo tranquilo de unos pocos minutos, Marinette aún no sabía qué hacer. Los dos hermanos Agreste la escoltaban en silencio, uno en cada lado de ella. Haciéndola sentir ansiosa y cohibida, por ese ambiente enrarecido que se instaló entre ellos.

La joven ya no sabía por qué temer más: si por lo enfadado que podía estar Adrien a causa de su mentira, o porque Félix pudiera descubrir que había algo entre ella y su hermano menor.

Después de un rato, los tres llegaron a la terraza de una heladería del centro. Yendo hacia una de las mesas y tomando asiento a su alrededor.

A priori, ninguno se atrevió a decir nada. Sin embargo, y con el transcurso del tiempo, el universitario fue quien intervino con una actitud despreocupada.

- Dicen que el granizado de aquí está muy bueno.- comentó mientras revisaba la carta, luego ojeando a su chica-. Deberías probarlo.

- ¿Eh?- la joven titubeó. Examinando por el rabillo del ojo al adolescente, que se mantenía aún misterioso tras sus lentes de sol-. Oh, pues...- sonrió hacia el varón de gemas grisáceas-. Ahora mismo no me apetece demasiado.- confesó con voz suave-. Prefiero una copa de helado de sabores.

- Eso es muy calórico, ¿no crees?- rebatió el mayor con una mueca escéptica-. Mejor el granizado.

Ella frunció los labios en una fina línea y bajó el rostro en una postura alicaída. Mirándose las manos con pesadumbre.

- Si ella quiere helado, debería poder tomarlo.- defendió Adrien con firmeza, captando la atención de sus acompañantes-. No es que esté a dieta, y, a mi parecer... Ni falta que le hace.

Marinette admiró con ternura a su salvador. Obviando la expresión contrariada del primogénito de los Agreste, quien aún y no estar con los ánimos boyantes, tuvo que mostrarse sereno.

- Cierto.- acercó a la azabache por los hombros de forma posesiva. Obligándola a mirarlo, para luego depositar un casto beso en sus labios-. Pide lo que quieras, Ratoncita.

El adolescente se aferró a los reposabrazos y tensó la mandíbula. Tratando que aquel escenario no le afectara más de lo debido.

Por su parte, la chica estudió con disimulo la reacción del menor por esa acción deliberada llevada a cabo por su hermano. Sintiendo su pecho estrujarse y el miedo dándole alcance.

Sin indagar más en el asunto, una de las camareras apareció enseguida con una libreta en la mano. Tomando nota de sus respectivos pedidos, para después desaparecer con una sonrisa cordial.

Al quedarse nuevamente a solas, las palabras relucieron por su ausencia. Esta vez siendo la universitaria quien habló primero, por su creciente curiosidad al observar al estudiante de bachillerato.

- ¿No vas a quitarte las gafas?

De repente, los dos rubios se tensaron de sopetón. Dudando en esos instantes de margen, y a la espera de una contestación.

- Eh... Estoy algo cansado.- argumentó en un tono monocorde.

- Tampoco creo que tengas tantas ojeras como para tener que llevarlas puestas en todo momento.

- Es más cómodo así.- sonrió sin ganas.

- Pero verías mejor sin el...

- Cielo.- interrumpió su pareja, colocando una mano sobre uno de sus muslos-. Si no quiere quitárselas, deja que las lleve.

Marinette torció el gesto. Cediendo y recargándose en el respaldo de su asiento. Acto seguido, y sin tener que esperar por mucho, la camarera reapareció con los refrigerios de cada uno; sirviéndolos en un semblante apaciguado.

||+18|| ADRINETTE                                           × SHE'S NOT MINE ×Donde viven las historias. Descúbrelo ahora