Capítulo XXI

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El camino a casa es muy nostálgico, hacía tiempo que no venía, con mi trabajo y la universidad me es casi imposible, me siento tan culpable por todo lo que está pasando. Solo espero que no sea tarde.

El terror y la angustia se apoderan de mí, de solo pensar que pueda lastimarla me provoca escalofríos, la presión en mi pecho aumenta mientras nos vamos alejando de la ciudad y vamos adentrándonos a la zona rural.

El taxista va a una velocidad considerable, pero aún así le pido que vaya más rápido.

— Lo siento señorita, no puedo rebasar el límite de velocidad.. — tiene una voz gentil. Se habrá dado cuenta que estoy desesperada y aterrada por mi tono de voz.

— Entiendo.. — digo y vuelvo a mirar por la ventanilla, mordiéndome las uñas, sumiéndome aún más en la desesperación.

¿Estará bien? Volveré a llamarla, aún no pierdo las esperanzas de que me conteste, saco mi teléfono de mi bolsillo y marcó su número, pero fue inútil, esta vez me envío directo al buzón de voz.

No desesperes An.. no le pasará nada malo.. Todo estará bien.. las dos estarán bien..

Trato de tranquilizarme y estar serena para cuando llegue a casa, trato de concentrarme en que es lo que haré primero, me exalto al oír sonar mi teléfono y la ilusión de que sea mi madre se desvanece cuando veo que es un número desconocido.. ¿Y si es él?. Dudo en contestar, temblando contesto al fin..

— Hola.. — digo y al otro lado escucho una respiración agitada, eso me aterra aún más.

— ¡¡EN QUÉ DEMONIOS ESTABAS PENSANDO AN!! — me grita, es un hombre y su voz me es familiar, enseguida paso del miedo a la furia.

— ¡¿PERDONA?! ¡¡QUIÉN TE CREES TÚ PARA GRITARME DE ESA MANERA!! — mis palabras retumban en el pequeño taxi y veo al conductor mirarme por el retrovisor. Pero no me importa. Al otro lado del teléfono escucho que suspira supongo que está tratando de tranquilizarse.

— ¡Thomas! ¡Soy Thomas! ¡¿Pero qué mierda está pasando An?! — Aún su tono es muy elevado, yo sigo muy alterada, el hecho de que nos hayamos besado no le da el derecho a gritarme.

— Pídele a Lili que te lo explique, después de todo se llevan muy bien.. — mi voz es cortante y fría, pero la manera en que me habló hizo que explotara el volcán que llevo dentro. No tengo tiempo para dar explicaciones en este momento.

—Porque no me lo dijiste.. hubiera ido contigo.. — su voz es más calmada y yo trato de hacer lo mismo, no iba a involucrarlo, no después de lo que le pasó a Jou.

— Ya no tengo tiempo.. — digo y cuelgo el teléfono, espero que no se le ocurra venir. No quiero que se arriesgue por mi culpa, ya es suficiente culpa con lo de Jou y mi madre.

El taxi se detiene justo en la entrada de un camino de tierra frente a un portón enorme de madera, le pago lo que indica el taxímetro, un poco elevado pero no importa, me bajo del taxi y la brisa fresca me golpea en las mejillas. En el pasado marzo habíamos entrado en la primavera pero la última brisa del invierno aún está aquí, y por esta zona suele durar un poco más. Y el mes de abril se acerca a su fin.

Antes de continuar mi camino volteo para ver cómo el taxi se aleja y una sensación de soledad me invade, el silencio siempre fue mi mejor amigo pero en esta ocasión no me ayuda para nada, el miedo y la angustia van creciendo dentro mío con cada paso que doy, puedo ver las verjas blancas de mi casa al final del camino. Y más al fondo está nuestro granero, descuidado, la pintura verde desgastada y los árboles secos y sin hojas le dan un aspecto aún más sombrío incluso a estas horas del día.

ANNE©[✔️]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora