Capítulo XXXIV

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Todo el tiempo que estuvimos allí Georgia no me quitaba los ojos de encima, esos ojos llenos de odio hacia mí, como si yo hubiera aparecido solo para arruinarle la vida. La causante de todos sus problemas, así me veía.

Me sentía tan incomoda allí, a pesar de que me encantan los libros estaba como pez fuera del agua, Thomas no se separó de mí un solo segundo y se lo agradecí en silencio. Podía ver inmensas filas de fanáticos a la espera de un autógrafo de su escritor favorito, me hubiera encantado formar parte pero muy a mí pesar no podré hacerlo.

Lili en cambio estuvo de aquí para allá con sus asuntos, haciendo y deshaciendo ordenes, discutiendo con Georgia más de la cuenta. Todo eso me hizo pensar que no quiero trabajar en un lugar así, es un lugar tóxico, me degradaría mentalmente en un solo día de estar en un ambiente así.

Pobre de aquellos que tengan que soportar a personas así, que lo único que traen son problemas y discusiones, no vivirían sin un analgésico para poder soportar a personas tan tóxicas y desesperantes. Esas personas que no pueden verte conversando cordialmente y ya vienen a contaminar todo con su negatividad. Definitivamente hay personas tóxicas que se expanden como la humedad por la pared, manchando todo de un moho verdoso, arruinándolo todo.

Cuando Thomas y yo nos íbamos retirando para almorzar los ojos de Georgia cayeron de nuevo sobre nosotros dos, se sintió como si todos los hijos de Lucifer nos estuvieran mirando. Siempre he pensado que una mujer despechada estaría triste o dolida, pero cada vez que Georgia me miraba sentía escalofríos, definitivamente es peligrosa, sentía que me veía como esos pequeños ratoncitos apunto de ser devorados por su cazador.

Mientras volvíamos y Thomas conducía a Roosevelt decidí enviarle un mensaje a Jou.

Amigo.. estoy por Manhattan, solo quería avisarte si de casualidad tienes tiempo me encantaría verte.. Besos — suspire al darle enviar, realmente extraño a mi mejor amigo.

— ¿A quien le escribes? — Thomas pregunta intrigado sin desviar la vista del camino, las calles de Manhattan están súper transitadas a estas horas del día.

— A mi mejor amigo.. — digo sin más.

— ¿Y se puede saber quien es ese mejor amigo? — su pregunta suena más cautelosa de lo que él podría imaginarse.

— Joseph.. se ha mudado a New York hace una semana, lo que no me dijo exactamente es en ciudad se encuentra.. — digo fijándome si aún no me contesta el mensaje.

— Ah.. pues me encantaría conocerlo.. — dice en un tono casi emocionado.

— Si, seguro se llevan muy bien.. él es como el hermano que nunca tuve.. — confesé y cierto sentimiento de añoranza me invadió.

— Saber eso me tranquiliza.. — dice y puedo ver como se forma una sonrisa en su rostro — no me hubiera gustado tener que partirle la cara.. — dice divertido.

— ¿Estabas celoso? — pregunto curiosa — qué bueno que estás tranquilo, aunque no te hubiera dejado ponerle un dedo encima.. — afirmé y mi voz sonó algo protectora. La verdad es que no creo que Thomas se meta a trompadas solo por celos, además yo no lo hubiera permitido, no soy partidaria de la violencia, aunque haya deseado matar a mi ex con mis propias manos. Esos recuerdos aún me atormentan.

— No puedo negártelo.. — dice de lo más tranquilo — No se que haría si alguien intenta alejarte de mi.. — confiesa mirándome mientras se detiene en un semáforo en rojo. — pelearía por ti y no importa contra quien sea.. — dice acariciándome la mejilla.

— Bueno puedes estar tranquilo.. — digo dándole un beso en la palma de la mano — Jou no es un peligro para ti, nadie lo es.. — afirmé sonriéndole ampliamente y me acerco a darle un beso en los labios para luego volver a mi lugar — además no soy partidaria de la violencia.. — agregué negando con la cabeza.

ANNE©[✔️]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora