A la mañana siguiente, Eiden se acomodó, con aspecto preocupado. Ese día se iba a llevar a cabo el consejo para decidir el futuro de Thomas. Él había tenido mucha suerte gracias a que Minho dio la cara por él. Pero no estaba muy seguro de que Minho ayudara a Thomas.
Si, ellos se habían besado dentro del laberinto, pero su relación no había cambiado nada.
Eiden había insistido durante horas para que lo dejaran asistir a la reunión, pero Minho se mostró reacio a involucrarlo.
Por eso ahora Eiden se encontraba solo en la cocina haciendo algunas tareas que Fritanga le había dejado, ya que, el si había asistido porque era uno de los encargados.-Esto es odioso. -Dijo mientras seguía frotando el suelo.
- ¿Eiden?
Chuck entro a la cocina y se quedó observando al rubio.
- ¿Qué haces en el suelo?
- ¿Tú qué crees? -Respondió con sorna.
- ¿Eh? Bueno, esa no es la cuestión. Alby ha despertado y pide verte.
- ¿Solo a mí?
-Bueno, también quiere ver a Thomas. Pero él está ahora mismo con el consejo. Y tiene pinta de que eso va para largo.
Qué raro, ¿Porque Alby quería verlo? ¿Tal vez había descubierto que él sabía algo acerca de Teresa?
-Levanta y date prisa. Te está esperando. -Apremio Chuck.
Eiden siguió a Chuck justo detrás, para dejar la cocina y pasar por el pasillo hacia una estrecha escalera en espiral que no había advertido antes.
Eiden comenzó a subir las escaleras. El sudor le cubría las palmas de las manos y notó que una gota le caía por la sien. No quería ir allí arriba. No estaba preparado para contar la verdad.
Esperaba que Alby ya estuviera curado de la terrible experiencia para no tener que volver a presenciar algo como lo de Ben: la piel y las venas asquerosas, las sacudidas. Pero temiéndose lo peor respiro profundamente y se preparó mentalmente para lo que estaba a punto de presenciar.
Siguió a Chuck hasta la segunda puerta a la derecha y vio cómo el chico llamaba con unos golpecitos; respondieron unos gemidos.
Chuck empujó la puerta para abrirla y el chirrido que emitió de nuevo le trajo a la memoria un vago recuerdo de su infancia de películas sobre casas encantadas. Una vez más, ahí estaba, un pedacito de su pasado. Se acordaba de las películas, pero no de las caras de los
actores ni de con quién las había visto. Podía recordar los cines, pero no el aspecto de uno en concreto.
Era imposible explicar aquella sensación, incluso a sí mismo.Chuck había entrado en la habitación y estaba esperando a que Eiden le siguiera. Al entrar, el chico se preparó para el horror que quizá le esperaba. Pero, cuando alzó la vista, lo único que vio fue un adolescente debilitado, tumbado en la cama, con los ojos cerrados. Totalmente derrotado.
- ¿Está durmiendo? -susurró Eiden, intentando evitar la pregunta que de verdad le había saltado a la mente: «No está muerto, ¿no?».
-No lo sé -dijo Chuck en voz baja. Se acercó a la cama y se sentó en una silla de madera que había allí cerca. Eiden se sentó al otro lado-. Alby -susurró, y luego lo repitió alzando la voz-: Alby. Thomas está con el consejo. Pero te he traído a Eiden.
Los ojos de Alby se abrieron con varios parpadeos; eran unos globos inyectados en sangre que brillaron bajo la luz. Miró a Chuck y luego a Eiden, al otro lado. Con un gemido, cambió de postura y se sentó, con la espalda apoyada en la cabecera.
-. ¿Qué pasa? ¿Aún estás enfermo? -Pregunto Eiden.
Las siguientes palabras de Alby salieron con un resuello, como si cada una de ellas le quitara una semana de vida:
-Todo... va a cambiar... La chica..., Thomas... Los he visto -los párpados se le cerraron y, luego, se le volvieron a abrir; se tumbó otra vez en la cama, con la vista clavada en el techo-. No me siento muy bien. Chuck, sal. Ya.
Chuck obedeció a Alby y salió de la habitación en silencio.
El corazón de Eiden empezó a latir a toda velocidad. Estaba a solas con un tipo que antes de que le atacara un lacerador ya tenía mal genio y que, además, estaba pasando por el Cambio. Esperaba que Alby dijera lo que quería y que aquello se acabara pronto. Hubo una larga pausa que duró varios minutos y a Eiden le temblaron las manos por el miedo.
-Sé quién eres -dijo Alby al final, rompiendo el silencio.
Eiden no encontró palabras para contestarle. Lo intentó, pero no pudo más que farfullar algo incoherente. Estaba muy confundido. Y asustado.-Sé quién eres -repitió Alby despacio-. Lo he visto. Lo he visto todo. De dónde venimos y quién eres. Os he visto. A Thomas, a esa chica y a ti. Recuerdo el Destello.
«¿El Destello?».
Eiden se obligó a hablar:
-No sé de lo que estás hablando. ¿Qué has visto? ¿Quién soy?
-No creo que te guste-respondió Alby y, por primera desde que Chuck se había ido, miró directamente a Eiden. Sus ojos hundidos reflejaban pena y oscuridad-. Es horrible, ¿sabes? ¿Por qué quieren esos fucos que recordemos? ¿Por qué no podemos vivir aquí y ser felices?
-Alby... -Eiden deseó echar un vistazo en la mente del chico para ver lo que había visto él-. El Cambio -insistió-. ¿Qué ha pasado? ¿Qué has recordado? Dices cosas sin sentido. Tú no eres así.
-Thomas y la chica no son quien dicen ser. Y sé que tú también lo sabes. -Dijo suspirando. -Te he visto mirarla. Sé que al igual que yo sabes quién es y para lo que está aquí.
- ¿Cómo sabes...?
-Oh, vamos. Es demasiado obvio que le guardas rencor por algo.
-Yo...
-No te voy a culpar por ello. Esa chica es malvada. Por favor, prométeme una cosa, Eiden.
-Claro. ¿Qué quieres que te prometa...?
-Por favor, por favor. Prométeme que no dejarás que esa chica destruya a mis chicos.
-Alby...
- ¡Promételo!
El chico asustado asintió rápidamente.
-Lo...lo...lo pro...meto.
-Bien. Ahora márchate. Estoy cansando.
Eiden se levantó en silencio después de observar al mayor. Se veía realmente devastado.
-Ten cuidado con la chica -y cerró los ojos.
Allí estaba otra vez, Teresa. No sabía por qué las cosas siempre llevaban a ella o porque Alby le pedía ayuda a él.
Eiden no es una persona realmente fuerte y, además, él recordaba las cosas que Teresa le había hecho. Pero nada más aparte de eso.Esto era horrible. El destino de todas esas personas no podía estar en sus manos.
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༻нαѕтα єℓ fιиαℓ (мιинσ у тυ)༺
Fanfiction𝙁𝙞𝙣𝙖𝙡𝙞𝙯𝙖𝙙𝙖 | 𝙀𝙙𝙞𝙩𝙖𝙣𝙙𝙤 Al despertar dentro de un oscuro elevador en movimiento.No sabe quién es. Tampoco hacia dónde va. Pero no está solo: cuando la caja llega a su destino, las puertas se abren. «Bienvenido al Área, Verducho». El...