Capítulo 18

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Eiden se quedó en el suelo llorando en silencio bajo la atenta mirada de Thomas.

-Eiden...

-Thomas,lárgate. Y vosotros-Dijo Newt señalando a los dos chicos que acababan de entrar.-Coger a este fuco y encerrarlo en el Trullo.

Los Clarianos que acababan de entrar se acercaron en silencio al rubio,lo agarraron por ambos brazos y lo arrastraron fuera de allí.

-Ya estamos aquí.-Dijo Newt después de un rato.- Alguien te traerá algo de comer más tarde.

El Trullo estaba situado en un lugar recóndito entre la Hacienda y la pared norte del Claro, oculto detrás de unos matorrales espinosos y descuidados que, al parecer, no habían podado en siglos. Era un gran bloque de cemento mal cortado, con una diminuta ventana con barras y una puerta de madera, cerrada con un amenazador pestillo de metal oxidado que parecía sacado de la Edad Media. Newt cogió una llave de su bolsillo, la abrió y luego le hizo un gesto a los otros dos para que metieran al chico.

-Newt,de verdad lo siento. No sé qué me pasó.-Dijo Eiden en un susurro mientras se resistía a entrar.- No volverá a pasar. Lo juro.

-Encerrarlo.-Dijo ignorándolo.

Tras un breve forcejeo Eiden acabo dentro del Trullo con varias marcas de su lucha.

-Sólo hay una silla ahí dentro y nada que puedas hacer. Que te diviertas.

En el suelo observó la sala y era verdad,solo se podía ver el único mueble, una silla fea y destartalada con una pata obviamente más corta que las demás, puede que a proposito.

-Pásatelo bien -añadió Newt mientras cerraba la puerta.

Eiden se volvió hacia la puerta con cara de frustración y oyó el pestillo y la cerradura que se cerraban detrás de él.

La cabeza de Newt asomó por la ventanita sin cristal y miró por entre las barras, con una mirada sería en rostro.

-Créeme,si no tuviera miedo de la reacción de Minho al decirle que te vamos a desterrar lo haría. Has incumplido una de nuestras normas más importantes.

-Sí, ya lo sé. Herí a otro Clariano.

Newt sonrió de medio lado.

-Se que no eres malo, pingajo. Pero, por muy bueno que fuera tu motivo para herir a alguien, tengo que hacer las cosas como es debido para mantenernos con vida. Piensa en ello mientras estés aquí sentado mirando las malditas paredes.

Y luego se marchó.

* * *

Pasó la primera hora; Eiden sentía cómo la adrenalina que había sentido hace unos momentos atrás desaparecía.
En la segunda hora, quiso darse de cabezazos contra la pared. Había hecho algo realmente estúpido. Y había vuelto a perder su libertad.
Dos horas más tarde, empezó a pensar que pensarían los demás sobre su acto.

Se quedó allí sentado, intentando dormir para así olvidar, pero los esfuerzos no daban su fruto.

Por suerte, por la noche llegó alguien con la comida. Pero para su desgracia esa persona era Minho.

Después de pasarle unos trozos de pollo y un vaso de agua por la ventana, se sentó junto a la puerta.

-¿Ha esto te referías?-Pregunto.

-¿Eh?

-Ese día...Ya sabes. Cuando comíamos y me preguntaste sobre algo que sabías y el resto no.Era esto,¿Verdad?

¿Cómo era posible que Minho lo hubiera adivinado?¿Tal vez sabía algo?

-No se que te llevo a hacer eso.-Volvió a hablar mirando como comía.-Pero estoy cien por ciento seguro de no eres alguien que haga las cosas sin ningún motivo.

No me lo podía creer. Minho me estaba dando la razón,e incluso me estaba intentando animar.

-Además,cuando Chuck me contó que golpeaste a Jeff y Zart me reí muy fuerte.

-¿Jeff y Zart?-Pregunto contagiandose del humor del mayor.

-Si,los chicos que te trajeron.

-Oh,puede que luego deba ir a disculparme. Creo que los golpeé muy fuerte.

-Jajajajajaja,pude que si.

Después de esto el chico con la pilas recargadas comió feliz ante la mirada de Minho.

-Minho.-Dijo en un susurro.

-¿Hum?

-¿Me van a desterar?

-¿Qué?Oh,no. No tendrán el valor suficiente para hacerlo.

-Pero yo...

-Pero tú nada,Eiden. Puedes estar tranquilo,pues mientras yo esté aquí esos mierteros no se atreverán a mover ni un dedo.-Contesto con una mirada siniestra.

-Quiero irme a casa.

-Yo también -Murmuró.

Y por tonto que pareciera, sus palabras le dieron un vuelco a su corazón. Y un nuevo deseo nació en el. Ser libre y escapar alli junto a Minho.

-Vamos a salir de aquí. Te lo aseguro. Soy corredor y te prometo por mi vida que te devolveré a tu casa. -lo decía con una cara demasiado sería para el.

-Espero que tengas razón -dijo Eiden con voz temblorosa. Asomó un pulgar alzado por la ventana y se marchó.

Eiden se levantó para caminar un poco por la pequeña habitación, echando chispas por el intenso deseo de regresar.

༻нαѕтα єℓ fιиαℓ (мιинσ у тυ)༺Donde viven las historias. Descúbrelo ahora