Capítulo 10

816 66 3
                                    

Durante varios segundos, Eiden sintió que el mundo se había congelado. Un gran silencio siguió al trueno de la Puerta y un velo de oscuridad cubrió el cielo, como si hasta el sol hubiera huido temeroso ante lo que acechaba dentro del Laberinto.
Las últimas luces del crepúsculo se habían apagado y los muros colosales parecían enormes tumbas en un abandonado cementerio de gigantes.
Se tiro al suelo, abrumado por lo que acababa de pasar y aterrorizado ante las posibles consecuencias.

Un quejido agudo de Alby y los gemidos de Minho lo hicieron volver a la realidad.
Thomas se acercó a él y lo separó del suelo acercándolo a los otros dos chicos.

Minho había logrado ponerse de pie con mucho esfuerzo, pero, aún en la semioscuridad, su aspecto era horrible: sudoroso, sucio, lleno de rasguños.

Alby estaba en el piso y lucía mucho peor, con sus ropas desgarradas y los brazos cubiertos de cortadas y moratones. Le recorrió un escalofrío. ¿Acaso eso lo había hecho un Lacerador?

-Gilipullo. -Dijo Minho-, si piensas que fuiste valiente al venir aquí, vas a
tener que escucharme. Eres el garlopo más miertero que conozco. No solo te has metido en la boca del lobo tú, sino que también arrastraste a Eiden. -Dijo señalando al rubio. -Ya estás muerto, igual que nosotros.

Sintió que la cara se le encendía y los ojos le picaban. El chico esperaba que Minho tuviera un plan. Él siempre tenía un plan.

-No podía quedarme ahí sentado y abandonaros aquí. -Dijo Thomas.

- ¿Y de qué nos sirves a nosotros? -Prosiguió, con una mueca de irritación. -Como quieras. Rompe la Regla Número Uno, mátate, no me importa. Pero no debiste arrastrar a otros contigo.

-De nada. Sólo trataba de ayudar. -Susurró.

Minho dibujó una sonrisa forzada; luego se volvió a arrodillar junto a Alby.
Eiden lo observó atentamente y se dio cuenta de lo mal que estaban las cosas.
El líder parecía estar al borde de la muerte. Su piel oscura estaba perdiendo el color velozmente y su respiración era rápida y poco profunda.
La desesperanza se apoderó de él.

- ¿Qué pasó? -Preguntó, dejando de lado su ataque de pánico.

-No quiero hablar de eso. -Dijo Minho, mientras le tomaba el pulso y se inclinaba para escuchar el corazón de Alby. - Digamos que los Laceradores saben hacerse los muertos muy bien.

Esa afirmación lo tomó de sorpresa.

- ¿Entonces, lo... picaron?

- ¿Está pasando por la Transformación?

-Os queda mucho por aprender. -Fue su única respuesta.

Quería gritar. La situación cada vez era peor y no creía podía aguantar más. Estas cosas siempre me han superado.

- ¿Se va a morir? -Se obligó a decir, sabiendo lo superficial que sonaba.

-Es probable, dado que no logramos regresar antes del atardecer. Podría
morir en una hora. Yo no sé cuánto tiempo se puede soportar sin el Suero. Claro que nosotros también estaremos muertos, de modo que no te pongas a llorar por él. Nosotros también estaremos bien muertos en poco tiempo.

Lo dijo tan naturalmente que a Eiden le costó procesar el significado de sus
palabras. Pero pronto la dura realidad de la situación lo alcanzó.

- ¿En serio vamos a morir? -Preguntó, incapaz de aceptarlo.

- ¿Estás diciendo que no tenemos ninguna posibilidad de salvarnos?

-Ninguna.

-Minho...

༻нαѕтα єℓ fιиαℓ (мιинσ у тυ)༺Donde viven las historias. Descúbrelo ahora