Capítulo 22

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Eiden se encontraba en su hamaca cuando se oyó el primer gemido aterrador de los Laceradores, que provenía de las profundidades del Laberinto.
La noche estaba apuntó de comenzar.

No era capaz de creer todavía lo que había oído de Minho. Sabía que era un cretino. Pero no creía que llegara a tanto.
Bueno, el hace poco que había aceptado lo que sentía por el asiático, así que no sabía porque se sentía tan mal.

- ¡Eiden! -Exclamo alguien fuera de la cabaña.

El chico al oír su nombre se giró asustado.

- ¿Minho? -Dijo con la voz rota.

Minho se giró al oír su nombre, y se encontró con una visión qué le rompió el alma. Eiden se encontraba en la hamaca (donde supuestamente debía dormir), con los ojos rojos.

-Eiden, de verdad. Lo siento mucho. -Dijo cabizbajo acercándose al chico. -Fui un estúpido. Desde el principio sabía que no eras como el resto de larchos que hay aquí, pero no quería aceptar lo que me pasaba.

-Minho...

-Veras, lo que trato de decir es...bueno, lo que quiero decir es...

- ¿Es...? -Dijo soltando una carcajada leve.

-Cállate, miertero. -Dijo el otro con un tono divertido en la voz. -Veras, lo que intento decirte es que eres mi persona especial.

Eiden no era capaz de analizar lo que pasaba, ¿Su persona especial? ¿Qué es eso?

-Eiden, fuco. -Dijo al ver su cara de confusión. -Lo que intento decir es que me gustas, bueno. Al menos eso creo.

¿Minho acababa de decir lo que creía? ¿Realmente sentía eso? No sería otra de sus bromas ¿Verdad?

- ¿Y lo que dijiste antes? -Dijo Eiden apenado.

-No lo sé. Pero realmente lo que acabo de decir es lo que siento, me gustas rubito.

Eiden seguía sin poder creérselo. Pero como si Minho pudiera leer su mente se acercó rápidamente al menor y lo abrazo fuertemente:

-Te lo he dicho. Me gustas. -Susurro en su oído.

Se mantuvieron así durante unos minutos mientras Eiden lo asimilaba.

- ¿Chicos...? -Dijo Chuck. -Oh, parece que ya volvéis a ser amigos.

-Jeje, supongo. -Dijo Eiden avergonzado por como los había encontrado.

- ¿Qué quieres, miertero? -Contesto de mala manera Minho sin soltarlo.

- ¿Eh? -Exclamo Chuck-Ah, bueno...es que...bueno... Newt nos está juntando a todos. Ya sabéis, por seguridad.

A regañadientes Minho se separó de Eiden, lo cogió de la mano y empezó a andar hacía el centro del Claro.

Al llegar donde el resto Newt les informo que por seguridad iban a dormir juntos y en sitios cerrados.

Al caer la noche, Eiden intentó con todas sus fuerzas ponerse a dormir, pues así pasaría el tiempo más rápido, pero al cabo de dos horas seguía sin tener suerte. Estaba tumbado en el suelo de una de las habitaciones del primer piso, sobre una manta gruesa, casi pegado cuerpo a cuerpo con Minho y el resto.

Casi todos tenían una linterna a su lado en caso de emergencia. Por otro lado, Newt había ordenado que apagaran todas las luces, a pesar del resplandor pálido y mortecino de su nuevo cielo; no tenía sentido atraer más atención de la necesaria. Todo lo que se podía preparar con tan poco tiempo contra el ataque de los laceradores se había hecho: se habían cerrado las ventanas con tablas, se habían colocado
los muebles delante de las puertas se habían repartido cuchillos para usarlos como armas...
Pero nada de aquello hacía que Eiden se sintiera a salvo. El hecho de saber lo que podía ocurrir era agobiante, un manto asfixiante de miedo empezaba a cobrar vida.


Los gemidos distantes de los laceradores se iban acercando a medida que la noche avanzaba, y cada minuto parecía durar más que el anterior.
Pasó otra hora. Y otra. Al final, cayo dormido entre los brazos de Minho.

Eiden supuso que eran las dos de la madrugada cuando se dio la vuelta para ponerse bocabajo por millonésima vez aquella noche. Colocó las manos bajo la barbilla y se quedó mirando un punto fijo en la pared.

Entonces, todo cambió.
Una avalancha de maquinaria motorizada se oyó en el exterior, seguida de los familiares chasquidos de los laceradores rodando sobre el suelo de piedra, como si alguien hubiera esparcido un puñado de clavos. Eiden se puso de pie enseguida, como casi todos los demás.
Pero Minho se levantó antes que nadie y empezó a hacer señas con los brazos; luego, silenció a la habitación poniéndose un dedo en los labios. Caminó de puntillas hasta la ventana, que estaba tapada con tres tablones clavados a toda prisa. Los espacios entre ellos permitían
asomarse para ver lo que ocurría fuera. Con cuidado, el chico echó un vistazo y Eiden se acercó hasta allí para hacer lo mismo.
Se agachó junto a él, apoyado en el tablón de madera más bajo, colocando el ojo en la rendija.
Los Laceradores iban de un lado a otro buscando víctimas.

Todo estaba en silencio cuando...
Una explosión de maderas despedazadas y vidrios rotos en el piso de arriba sacudió toda la casa como si se tratara de un trueno. Quedó paralizado mientras escuchaba algunos alaridos, seguidos de pisadas que huían. Fuertes crujidos y gemidos anunciaron que una horda de Habitantes se dirigía hacia el primer piso.

- ¡Atraparon a Dave! -gritó alguien, con la voz atravesada por el terror.

- ¡Contra la pared!¡YA! -Exclamo Minho empujando al rubio.

Como dijo Minho el resto se agrupó mientras él se sobaba el brazo que había impactado contra la pared. Haciendo lo imposible por mantenerse
callado.
Eiden se apartó en un rincón junto a Minho, con los brazos alrededor de las rodillas y los ojos clavados en la ventana y la puerta.
Creía que toda esa estúpida y sin sentido realidad se acabaría cuando al día siguiente abriera los ojos y descubriera que había sido un sueño, pero eso no iba a suceder y ahora lo sabía. Thomas tenía razón. Debían escapar ahora o todos morirían.

El resto de la noche pasó sin más incidentes, al parecer cuando cogieron a Dave se marcharon sin más.
Y con la llegada de la madrugada también llegó Newt, quien abrió la puerta y confirmo sus sospechas.

-Anoche solo se llevaron a Dave e hirieron a varias personas. Entre ellos Thomas quien fue picado. -Dijo mirando la esquina en la que ellos estaban.

Después de la chocante noticia de Thomas los días seguían pasando y el chico no despertaba.
Por otro lado, los Laceradores seguían apareciendo noche tras noche y se llevaban a un Clarianos cada vez. Gally estaba insoportable y Minho cada vez más distante debido a la presión de encontrar una salida.

Al tercer día de esa pesadilla Thomas despertó sobresaltado y antes de ni siquiera saludar hizo que Newt convocará una asamblea. Pero como siempre no le dejarían asistir. Pero ciertamente le daba igual, Minho le contaría todo después.

Y como si por arte de magia se tratara dos horas después cuando ya había oscurecido en su campo de visión apareció un Minho totalmente diferente al de hace unas horas atrás.
Este venía sonriente y a toda prisa en su dirección.

- ¡Eiden! -Exclamo feliz mientras lo aplastaba contra su pecho. - ¡Hay una salida!

¿Una salida? ¿Significa que...?

- ¿No estás feliz? -Pregunto extrañado. - ¡Podemos salir de aquí, Eiden!¡Thomas sabe la salida!

༻нαѕтα єℓ fιиαℓ (мιинσ у тυ)༺Donde viven las historias. Descúbrelo ahora