Capítulo 20

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Un olor a beicon frito flotaba por el aire e inundaba todo el lugar.

-¡Mmm! Qué bien huele.-Dijo Eiden adormecido.

-¿Verdad?-Respondió Chuck.

-¡Espera!-Exclamo sobresaltado.-Si huele a beicon significa que...O no.

Eiden salto de la hamaca más rápido que la luz y rápidamente comenzó a vestirse.

-¿Qué ocurre?-Pregunto Chuck curioso.

-El beicon es malo,muy malo.

-¿Malo?Pero si es delicioso.-Dijo entre risas.

-Para mi no es bueno. Porque si huele a beicon significa que Fritanga y el resto están en la cocina. Estoy en problemas.

Y así sin más salió corriendo hacia la cocina. Preparándose mentalmente para la reprimenda que recibiría.

-Uf,creía que no llegaba.

El rubio se secó el sudor y entro a la cocina en modo ninja. Rezando para no ser descubierto por Fritanga.

-¡BO!-Grito alguien en su oído.

-Maldito...

-¿Soy un maldito que?-Pregunto el chico.

-¿Alby?-Dijo girándose.-Menos mal. Pensé que eras Fritanga.

-Por esta vez estás salvado,larcho. Mandé a Fritanga a supervisar un par de cosillas.

-Uf,menos mal. Creía que se me iba a caer el laberinto encima.

-Y se te ha caído.-Dijo con un tono divertido.-Fritanga dejó toda sus tareas en tus manos.

Eiden abatido dejó de lado su misión ninja y comenzó a hacer sus quehaceres.

El resto del día fue nada más que una sucesión de imágenes confusas por el agotamiento.Se cerraron las puertas y llegó la cena.

Durante la cena Eiden intento hablar con Minho y Thomas,pero el primero solo asentía y el último parecía ausente.

Antes de que las luces del crepúsculo se transformaran en oscuridad, ya se
encontraba en su hamaca, preguntándose si podría volver a casa alguna vez.

Estaba a puno de dormirse cuando escuchó algo dentro de su cabeza. Era una voz femenina que le hablaba con desprecio.

Cuando Eiden abrió los ojos la luz era débil, como sin vida. Lo primero que se le ocurrió era que debía haberse despertado más temprano de lo acostumbrado y que faltaba todavía una hora para el amanecer. Pero luego escuchó gritos y miró hacia la ventana.
En vez de la pálida luz natural de todas las mañanas, se encontró con un cielo que parecía una losa de color gris opaco.
Se levantó de un salto, se apoyó en la pared para estabilizarse y se acerco a la ventana para contemplar el cielo. No había azul, ni negro, ni estrellas, ni el abanico púrpura del sol asomándose. Todo el cielo estaba gris. Sin color. Muerto.

Volvió a mirar hacia lo alto, como esperando que hubiera vuelto todo a la normalidad. Pero seguía gris. Ni nublado, ni neblinoso, ni la luz de los primeros minutos del alba. Sólo gris.
El sol había desaparecido.

Encontró a la mayoría de los habitantes cerca de la entrada de la Caja, señalando hacia el cielo muerto y hablando todos a la vez. Si confiaba en la hora, el desayuno ya debería de haberse servido y el había vuelto a llegar tarde.

Pero había algo relacionado con la desaparición del centro del sistema solar que tendía a trastocar los horarios normales.

Mientras observaba la conmoción, se sintió asustado como sus instintos le indicaban que debía estar. Y comprobó con asombro que la mayoría de los chicos estaban en una situación parecida.

༻нαѕтα єℓ fιиαℓ (мιинσ у тυ)༺Donde viven las historias. Descúbrelo ahora