Capítulo 7

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Ilan

—Repasemos. 

Dijo Aidan por décima vez mientras que nos dirigíamos a la clínica. El camino de su casa a la clínica no era muy largo que digamos y menos en auto, pero me había repetido un par de veces lo que nos podría preguntar su exnovia para que me lo aprendiese y no metiera la pata.

—Nos conocimos en el consultorio, eras psicólogo de mi amigo —momento en el que Aksel es partícipe implícitamente—. Estamos hace seis meses juntos —lo miré—. ¿Lo he dicho bien? —Asintió con una pequeña sonrisa nerviosa—. Luego nos besamos y hacemos de cuenta que somos una pareja feliz, ¿cierto?

Debía admitir que esto último me tenía vacilando entre la emoción, el nerviosismo y la vergüenza. Una vez que llegamos y Aidan estacionó, nos bajamos del auto, él se me acercó rápidamente ofreciéndome su mano, la cual tomé sintiendo la cara arder, él entrelazó sus dedos con los míos. Entramos de esa manera hasta la clínica, Aidan me llevó hasta el pasillo donde se encontraba su consultorio, rápidamente, una muchacha que parecía de la misma edad que Aidan, se acercó a nosotros, mirándome como si me quisiera clavar un puñal en medio de la frente.

—Es un chiquillo —dijo despectivamente—. ¿Qué edad tienes, niño? —Me sentí algo intimidado por aquella chica.

—Diecinueve años —dije escondiéndome un poco detrás de Aidan.

—Es un niño Aidan, ¿cómo puedes estar con él? —su personalidad no era tan bonita como su rostro—. Me dejaste por un niño que ni siquiera vale la pena —bajé la mirada.

—¿Por qué no te callas? Eres ridícula —sentí el brazo de Aidan rodear mis hombros acercándome a él—. No te comportes como si tuviéramos quince años que hace rato que los pasamos, no intentes descalificarlo sin conocerlo —levanté la mirada hacia su rostro, parecía que se había olvidado de lo que ensayamos en el camino.

—No te preocupes, Aidan —posé mi mano en su mejilla completamente nervioso—. No tenemos que prestarle atención, ya ves que me llama niño y ella es más infantil —él asintió, miré a la chica de reojo—. No te preocupes ya por ella.

Dicho esto, tomé sus mejillas y, parándome en puntas de pies, lo besé. Ojalá esto fuera real, ojalá no fuera solo un beso actuado. Ojalá él pudiera sentir lo mismo que estaba sintiendo yo en este momento.

—Me dan asco.

Al escucharla decir esto, me separé de Aidan para mirarla, su rostro se había deformado en una expresión que vacilaba entre asco y enojo, o al menos esa sensación me dio. La muchacha me dirigió una mirada gélida para luego irse, volví a mirar a Aidan, él parecía algo confundido. Le dediqué una pequeña sonrisa observando su rostro; realmente era atractivo. Me aparté de él, desviando la mirada de su rostro hacia cualquier lugar que no implicase dejar al descubierto el sonrojo que seguramente me adornaba la cara.

—Espero que eso haya sido suficiente.

Yo no. Esperaba que no haya sido suficiente y lo siguiera acosando. Quería repetir esto, quería hacerlo un par de veces más de ser posible; no era como que me agradase que una enfermera loca acosara a Aidan, era evidente que a él le molestaba tenerla cerca, pero, ciertamente, me gustaría que no fuera la última vez que vaya a besarlo.

—Vamos, casi es hora de tu sesión.

Los dos nos encaminamos en silencio hasta el consultorio de Aidan, donde nos metimos. Me senté en el lugar de siempre mientras él se ocupaba de prender su cafetera. Una vez que terminó, colocó su silla junto a mí y se sentó como normalmente lo hace en las sesiones.

—Bien, la última sesión me contaste lo solo que te sentías y tocaste un tema que me llamó la atención: tu intento de suicidio —no podía pensar en eso, todo lo que había en mi cabeza era la sensación de sus labios contra los míos—. ¿Ilan? —tocó mi hombro haciéndome volver a la realidad.

Broken BoyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora