Capítulo 6

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Aidan

Me resultaba bastante extraño tener a Ilan dando vueltas por mi casa; había vivido solo tanto tiempo que me había acostumbrado a solo tener a Cocoa corriendo de un lado al otro en la casa, pero era agradable tener compañía aquí, aún más si era él. Me levanté de la cama, tomé algo de ropa y me dirigí al baño, me aseé rápidamente y bajé a la cocina. Para mi sorpresa, Ilan se encontraba allí tomando café contra la mesada, ni bien me vio entrar, se giró rápidamente y sirvió café en otra taza.

—Buenos días, doctor —dijo con una sonrisa en el rostro extendiendo la taza hacia mí.

—Buenos días —contesté tomándola—. No era necesario que hicieras el café. —Tomé un sorbo, él solo se encogió de hombros.

—Dejas que me quede aquí, es lo mínimo que puedo hacer.

—¿Te quedarás? —asintió—. Te dejaré mis llaves, entonces.

Terminé el café de un trago y dejé la taza en el lavaplatos, tomé mis llaves, se las mostré y le indiqué cual era de que cerradura. Luego, tomé su mano y las coloqué en ella.

—Llegaré eso de las siete y media. Siéntete libre de hacer lo que gustes.

Revolví su cabello en forma de saludo, tomé mis cosas y salí de la casa. Una vez que llegué al hospital, me encaminé a mi consultorio, pero no logré llegar, ya que Lyubina me detuvo en el pasillo.

—Aidan, quiero que hablemos —negué rápidamente con la cabeza—. Por favor.

—No hagas una escena acá, es nuestro lugar de trabajo y no quiero mezclarlo con lo personal —me dirigí al consultorio, pero nuevamente me detuvo, solté un suspiro pesado—. Déjame, Lyubina. Te dejé muy claro que no me interesas en lo más mínimo —desvió la mirada unos segundos, luego me tomó del brazo.

—Quiero verlo. Quiero verte besarlo para saber que de verdad me has dejado de lado.

Mierda, mierda, mierda, no creí que estuviera tan loca como para pedir algo así; creí que me la sacaría de encima ni bien le dijera que no quería nada con ella.

—Bien —mi voz tembló un poco—. Mañana vendrá.

No podía creer que estuviera accediendo a algo como esto, Lyubina no tenía por qué saber qué era lo que hacía con mi vida, ni con quién salía.

—Estaré por aquí, entonces.

Dicho esto se fue, solté un suspiro pesado. ¿Podía ser más idiota? Primero había metido a Ilan en el medio y ahora tenía que actuar con él como si fuéramos novios solo por Lyubina. Entré al consultorio, dejé mis cosas y me desplomé en el asiento con un fuerte dolor de cabeza. Debí pensarlo mejor, aunque no tenía manera de saber que ella sería así, que estaría tan jodidamente loca como para pedir algo así. No debí meter a Ilan en todo esto, debí inventarme algo más.

El día se me hizo pesado, no parecía que las horas pasaran. Estuve muy desconcentrado hoy, casi no presté atención a ninguno de mis pacientes. Cuando mi trabajo terminó por fin, me dirigí al estacionamiento y, rápidamente, me metí en mi auto, para luego emprender camino a mi casa; tendré que hablar con Ilan sobre esto, no sabía cómo se lo vaya a tomar. Llegué a mi casa unos pocos minutos después, dejé el auto en el garaje y entré a la casa, me dirigí en la cocina encontrándome con Ilan preparando algo de cenar, rápidamente me miró con una sonrisa en el rostro.

—¿Día largo? —preguntó, volviendo su vista a lo que estaba haciendo.

—No te imaginas —me saqué el abrigo sin apartar la mirada de lo que estaba haciendo—. ¿Qué preparas? —pregunté algo curioso acercándome a él.

Broken BoyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora