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"Poemas en la oscuridad"

Cuando me fui del sótano, después de despedirme de Sadie, cené con mi familia y luego, subí a mi habitación lo más deprisa que mis piernas me permitieron y cerré la puerta con pestillo.

Me senté junto a mi escritorio, saqué un viejo cuaderno de mi mochila, y un lápiz. Al abrir el cuaderno, la primera página estaba pintarrajeada con insultos del tipo: friki, rarito, estúpido. Y a pie de página, había la huella de unos labios: la marca de un beso de color rosa. Enseguida supuse que Millie había estado allí, pues solo ella haría algo así. Como no tenía tiempo de enfadarme con ella, arranqué la dichosa página, la arrugué en una bola irregular y comencé a escribir en el cuaderno.

Me imaginé pensativo la hermosa figura de Sadie mirándome y escribí. Tratando de encajar su perfección con algunas rimas y versos inventados, empecé a desesperarme, pues ella era tan maravillosa que ninguna poesía que yo escribiera se la podía comparar.

Cada vez que intentaba componer algo semejante a su inigualable belleza tanto exterior como interior, algo fallaba y arrancaba las páginas de éste. Las arrugaba en bolas que luego tiraba desinteresadamente al suelo.

Finalmente, cuando sólo me quedaban tres páginas sin arrancar del cuaderno, la inspiración cayó sobre mi, y entonces comencé a escribir muy rápida y enérgicamente, pues no quería arriesgarme a olvidar los magníficos versos que estaban rondando por mi cabeza en aquel preciso instante.

......................


Al día siguiente, me levanté a las 8:00am, un poco más tarde que el día anterior, para no incomodar a Sadie durante sus horas de sueño.

Desayuné a toda prisa, y para darle una sorpresa, cogí una chocolatina "Knickers" del armario.
Intentando evitar encontrarme con David, Millie o con mi madre, bajé a prisa las escaleras que conducían al sótano.

Al llegar a la puerta de éste, saqué el plateado pasador de mi bolsillo, lo introduje en la cerradura y lo giré hasta que se abrió.

- Hola, Finn. - me saludó Sadie sonriendo. Me percaté de que aquel día llevaba su pelirroja cabellera recogida en una trenza lateral y llevaba un vestido blanco, (como todas sus prendas). El vestido era largo hasta por encima de las rodillas y no tenía mangas, dejando al descubierto sus esbeltos brazos, cubiertos de pecas.

- Estás preciosa.- admití y ella sonrió tímidamente - Tengo una sorpresa para ti.- le tendí la chocolatina.

- ¡Oh, Finn, - exclamó tomando mi regalo - muchísimas gracias!

Reí divertido mientras ésta se desprendía del envoltorio y comía emocionada la golosina.

- Sadie, siempre que vengo a verte, estamos aquí encerrados en ésta...habitación del terror.- dije y ella enarcó una ceja extrañada.

- No sé que tiene de malo, es mi hogar.- dijo cuando se tragó el chocolate - Siempre lo ha sido.

- Bueno, el caso es que - traté de cambiar de tema, para no ofenderla - he pensado que podríamos salir a fuera, al exterior.

- ¿Qué?- exclamó horrorizada - No....

- ¿Por qué no? Te pasas la vida encerrada en esta habitación oscura, y tú, eres una luz demasiado brillante como para pagarte en este sitio solitario y muerto.

- Finn, eso es muy bonito pero...es que nunca he salido de aquí.

- Me lo temía. - suspiré - Sadie, tú me has enseñado a ser feliz que es mucho más que traerte una simple chocolatina de vez en cuando, - me encogí de hombros - así que, déjame devolverte el favor, y enseñarte lo bonito que es todo ahí fuera.- señalé la puerta de la sala con un dedo índice, casi suplicándola que viniera conmigo.

- ¿Cómo saldremos de aquí?- preguntó echando un vistazo a su alrededor con expresión insegura.

- Pues,...¿Por la puerta?- sugerí - Pero tenemos que evitar que nos vean.

Abrí la puerta del sótano y salimos los dos. La cogí de la mano y echamos a correr escaleras arriba, tratando de hacer el menor ruido posible.

- ¡Ahh!- Sadie tropezó con un escalón y la sujeté para evitar que cayera hacia atrás.

- ¿Estás bien?- pregunté aún sujetándola.

- Si, bueno...- se intentó apoyar, pero dio un traspié.

Entonces, como no había tiempo hice lo primero que se me ocurrió:

- Perdóname por esto, pero es que no tenemos tiempo...- dije al tiempo que me agachaba y la cargaba en mis brazos como una princesa salida de algún cuento.
Para mí sorpresa y alivio, ella poseía el peso de una pluma, lo que me facilitó mucho correr.

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Últimamente he pasado por varios problemas emocionales y he estado muy inestable, pero me alegro de haberme recuperado y de poder volver a mi vida normal. 💙

Los amo muchísimo y quiero que sepan que les agradezco muchísimo que me lean y espero que les guste 😘p





S H E [Fadie]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora