19. Objeto

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Todo fue repentino, de un momento a otro TaeHyung pasó de estar inmerso en el éxtasis de la música a verse apresado por unos fuertes brazos que no le permitían marchar. Las risas a su alrededor parecían gritos, las manos que recorrían su cuerpo parecían quemar por donde tocaran, su boca apresada por otra se había secado y las lágrimas hicieron su camino como si fuese la única reacción que se le permitió demostrar.

Siempre hubo rumores e intentos por tomar su cuerpo, por verlo como un objeto de placer que se podía comprar. Ellos creían que estaban en su derecho, por algo habían pagado y por algo BoGum había permitido dejarlos a solas en el lugar, sin guardias que vigilasen la sala, sin nadie que pudiese detener lo que estaban haciendo.


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— Tae... —llamó su atención YoonGi—, si tú quieres... si tú... no quieres seguir...

La memoria del cuerpo estaba despierta, temblorosa como si el pasado fuese el presente y en donde los recuerdos de la piel siendo ultrajada no viesen escapatoria al peligro. TaeHyung recordaba aquella noche de forma tan vívida que sin darse cuenta se había quedado perdido en un punto fijo, en silencio. A su lado, YoonGi lo mantenía entre sus brazos con el afán de protegerlo de los fantasmas que volvían sin remedio, que se habían hecho presente en la habitación sólo para calmar la curiosidad, para cumplir un egoísta deseo de descubrir a quien se escondía tras la máscara.

— A mis veinte años me transformé en un monstruo.

— No fue tu culpa —acunó su rostro y juntó sus frentes—. No fue tu culpa, Tae —repitió sin aliento, conteniendo el nudo de su garganta.

Tímidamente sus miradas se encontraron y el castaño se perdió en los ojos de YoonGi, se ocultó en su pecho y se aferró a sus brazos una vez más. Quería que supiera, quería que YoonGi lo supiera todo de una vez por todas porque no podía soportar más silencios, no podía entregar su corazón si los pecados que cargaba consigo no eran revelados a tiempo, antes de retornar a Stigma.

— A veces no entiendo cómo pude encontrar la oportunidad para escapar —continuó en voz baja, con los ojos cerrados mientras YoonGi dejaba caricias en su pelo, ambos arropados bajo las sábanas que parecían ser el refugio perfecto.


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Tanto había revivido la escena que los recuerdos lo asaltaban incluso en sueños. Tanto había tenido que declarar que TaeHyung se sabía la historia de memoria. La historia de cómo su paso a la mayoría de edad quedó marcado por lo funesto.

Rostros inhumanos lo ultrajaban con manos lascivas y labios sedientos, mientras su memoria le jugaba malas pasadas y lo hacía recordar cada paso que había dado para estar en esa situación. De cómo el escolar que se perdía en Stigma por diversión se había transformado en un adolescente que parecía disfrutar con lo prohibido, con sensaciones provocadas por las drogas que terminaron por tentar a su inocencia y que poco a poco lo llevaron a dejarse influenciar, a permitir que BoGum utilizara su talento y lo llevara a ser parte de la atracción de Stigma, a idear una leyenda con tal de aumentar el público y de jugar con su pureza para alimentar los deseos de conseguir el fruto prohibido.

Obnubilado por el calor de la egolatría, TaeHyung creyó que todo estaba a sus pies, que podía conseguir lo que fuera y que simplemente se entregaría al presente para deleitarse en el placer. Pero el mismo placer jugó en su contra, lo llevó a caer en la ingenuidad de que nunca le ocurriría nada y ahí estaba, en medio de una habitación lanzando golpes aleatorios con la intención de librarse de los demonios que lo atacaban. TaeHyung lanzaba golpes con su violín en medio de gritos que no sabía si eran los propios o de los demás. TaeHyung lanzó golpes aleatorios con su violín hasta que todo se quedó en silencio por unos segundos, por unos eternos segundos en los que, inconsciente, SeungHyun cayó al suelo llenándolo todo de sangre, llenándolo todo de gritos.

Luego, la policía, las innumerables declaraciones, el desconsuelo de una madre y la perplejidad del padre. El no saber cómo despertar de la pesadilla, el no saber qué pasaría con el futuro que veía con toques de ensoñación. Adiós a los planes de asistir a la universidad, adiós a querer llevar una vida normal y comenzar a acostumbrarse a ser apuntado con el dedo, a que su familia invirtiera todo su capital en un abogado que acallara cada detalle del juicio, sumado al dinero que aportó el dueño de Stigma para encubrirlo todo.

Que SeungHyun quedara en coma ayudó a TaeHyung, que TaeHyung tuviese marcas en su cuerpo ayudó a que la teoría de la defensa propia cobrara fuerza, que BoGum hubiese proporcionado las drogas que TaeHyung consumió esa noche o las drogas encontradas en la sangre de SeungHyun ayudaron a que la investigación se cerrara para que Stigma no fuese clausurada. Claramente, el poder del dinero estaba por sobre una vida humana, sobre cualquier vida, ya fuese la de TaeHyung o la de sus atacantes. Y así, llegando al acuerdo de que TaeHyung se marcharía de Daegu, todos parecieron olvidar el incidente, dar vuelta la página y seguir adelante como si nada hubiese ocurrido, como si todo hubiese sido una simple anécdota, un incidente al que recordarían de vez en cuando como algo sin gracia, sin importancia, como una anécdota más.


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Inmersos en sus pensamientos, pintor y violinista guardaron silencio durante largos minutos en que la habitación se llenó de sus respiraciones pausadas y de suaves caricias que repartieron sobre la piel expuesta. YoonGi había descubierto el secreto y TaeHyung había abierto su corazón y, sin duda, los dos temieron decidir qué papel representar; el de víctima o de victimario.

— No puedes regresar a Stigma —fue YoonGi el que rompió el silencio luego de que sus impulsos se impusieran a la razón.

— Pero Seungri dijo que...

— Da igual lo que haya dicho él —detuvo YoonGi la protesta del castaño y se sentó en la cama con tal de mirarlo de frente—, da igual que todos se enteren de lo que hiciste.

— Tocar el violín es mi trabajo, tengo... tengo cuentas que pagar...

TaeHyung se abrazó a sí mismo ante el frío repentino que recorrió su cuerpo, YoonGi parecía decidido, incluso enfadado y, por lo mismo, acostumbrado a huir el castaño se incorporó de la cama y comenzó a buscar sus ropas, las que seguían regadas por el suelo. Por su parte, YoonGi siguió cada uno de sus movimientos, lo vio vestirse con manos temblorosas y apresuradas.

— Si vuelves a Stigma, volverás a ser lo que fuiste esa noche —dijo al fin, luego de que TaeHyung estuvo completamente vestido, de pie frente a la puerta.

— ¿Un monstruo? —se atrevió a preguntar en un hilo de voz, asombrándose entonces de que mientras relataba su fatídica noche nunca tuvo deseos de llorar a diferencia de esos momentos, en que las lágrimas amenazaron con hacer presencia al ver que YoonGi desde la cama mantenía un semblante serio.

— No, Tae, no serás un monstruo —negó con voz tortuosamente calma—. Si vuelves a Stigma seguirás siendo lo mismo; un objeto, un objeto de deseo, nada más.

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LE QUATTRO STAGIONI│YOONTAE ○.。o○.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora