9. Frialdad

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La lámpara sobre la mesa fue encendida y ellos, sentándose frente a frente, no necesitaron leer el menú para saber qué pedirían.

— Jugo de mango, por favor —pidió TaeHyung.

— Lo mismo de siempre —solicitó YoonGi.

A pesar de la prisa con la que había salido, TaeHyung lucía totalmente radiante a ojos de YoonGi, quien admiraba la pulcra camisa de color negro que contrastaba intensamente con su mirada almendrada, con esa mirada que lo desafiaba a contar cuánto sabía.

— Regresaste a Seúl demasiado pronto, mi mamá esperaba almorzar contigo.

TaeHyung no quería parecer ansioso ante lo que YoonGi debía revelar sobre Stigma, aun así, se mantuvo en silencio y no quiso decir nada ante lo que parecía ser un relleno de parte de YoonGi, una forma de extender el tiempo y no ir al grano todavía.

— Te busqué en la madrugada y no estabas.

Quería aparentar que no le importaba, que no había captado ese destello de deseo en la mirada de YoonGi cuando reveló que lo había buscado, aun así, al recordar lo ocurrido en sus dos últimos encuentros, TaeHyung se mordió el labio inferior y apartó la mirada.

Luego vino el silencio y la espera de sus pedidos, los que pronto llegaron y los hicieron degustar lo solicitado. TaeHyung necesitaba líquido para la resequedad de su boca, mientras que YoonGi necesitaba sentir el sabor del vino junto al dulzor de una trufa de chocolate.

— Si quieres —indicó YoonGi la porción de trufas que permanecía al centro de la pequeña mesa—, puedes sacar las que desees.

Sólo un asentimiento de cabeza fue la respuesta de TaeHyung, parecía inquieto a pesar de que se esforzaba por demostrar todo lo contrario, por lo que a YoonGi volvieron los deseos fervientes de descubrir qué máscara utilizaría el violinista en esa ocasión. Incluso, YoonGi sonrío de medio lado ante la mínima esperanza de poder arrancar de raíz cada máscara que ocultaba al verdadero TaeHyung.

— Nunca imaginé que en Daegu existiera un lugar como Stigma.

Ahí estaba la sensación en forma de punzada en medio del estómago, lo que hizo a TaeHyung apretar su mano entorno al vaso de jugo.

— Supe que no cualquiera llega a ese lugar, aunque claro, era de esperar que SeokJin conseguiría un contacto que le daría ese buen dato.

Por un instante, TaeHyung recordó la primera vez que entró a Stigma, en aquel tiempo cuando era un lugar insignificante, un nuevo espacio que debía luchar contra los demás locales nocturnos que se disputaban el trono a ser el mejor proveedor de diversión y distorsión. Esa vez, su primera vez en Stigma, TaeHyung llevaba el uniforme del colegio oculto en la mochila y la sonrisa de su rostro se enchanchaba ante cada estupidez que escuchaba de parte de su acompañante.

— Al parecer tú eras el centro de atención en ese lugar, por eso me han pedido que regreses.

— ¿Quién te lo ha pedido? —luchó TaeHyung al decir aquello, pero al parecer YoonGi no percibió que su voz había batallado al pronunciar cada palabra.

— No lo sé, no me quiso decir su nombre.

— ¿Qué más te dijo?

— Que los abandonaste.

— ¿Qué más? —demandó, intuyendo que en realidad YoonGi no había averiguado mucho.

YoonGi sonrió ante la frialdad de TaeHyung, sabía que el menor esperaba otra respuesta, pero él, tomándose su tiempo, bebió vino y se deleitó con la belleza del castaño.

— Él no dijo mucho —volvió a hablar—, pero el que sí habló fue Park BoGum, el hijo del dueño de Stigma.

En tal punto, TaeHyung palideció, su pulso se aceleró e incluso su visión se tornó borrosa por unos segundos.

— ¿Estás bien? —dejando la satisfacción de molestarlo, YoonGi tomó la mano de TaeHyung, pero éste la apartó con brusquedad y se levantó con rapidez para alcanzar su chaqueta— ¿Qué haces? —preguntó al verlo sacar un par de billetes para dejarlos sobre la mesa— ¿Te vas?

TaeHyung no respondió, sólo siguió su camino hacia la salida del lugar, por lo que YoonGi se apresuró en imitar el accionar del menor al sacar dinero con el que pagar la cuenta. Al salir, la fría noche de primavera congeló su rostro y no le costó trabajo alguno ver que TaeHyung estaba pronto a cruzar la calle. Entonces lo siguió, incluso lo llamó, pero el menor nunca le hizo caso, sino que siguió su rápido andar hasta que YoonGi tuvo que correr, tomarlo del brazo y hacer que lo mirara.

— ¡¿Por qué huyes?! —preguntó en voz alta, irritado por el extraño actuar del violinista.

— No te quiero seguir escuchando, YoonGi ¡No quiero saber nada!, no quiero que te empeñes en hurgar en mi pasado.

— ¡¿Eso es lo que tanto ocultas?! ¿Tu pasado? ¿No quieres que nadie sepa qué hiciste en el pasado?

— ¡No!, no quiero —expresó con furia y tomó la mano que lo sostenía para apartarla sin sutileza alguna— ¿Cuál es tu empeño en torturarme de esta forma?

— Eres tú el que me tortura, TaeHyung ¡Eres tú el que me tiene obsesionado de esta forma!

Sin saberlo, ambos respiraban agitados, se veía que la discusión llamaba la atención del resto, por lo que no fue extraño que el chofer de YoonGi, quien había presenciado la escena desde que los vio salir del restaurant, se acercara a preguntar si todo estaba bien.

— No es nada —dijo YoonGi sin apartar la mirada del castaño—, sólo llévanos a casa.

— Como ordene —respondió el conductor con una reverencia y se apartó para ir por el auto.

— No dejaré que te vayas así como así, TaeHyung. Sólo... sólo quiero saber por qué BoGum dijo... que serías capaz de matarme lentamente.

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LE QUATTRO STAGIONI│YOONTAE ○.。o○.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora