3. Autómata

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Contrario a sus planes, YoonGi se tuvo que mantener en las sombras, pues el contacto de SeokJin lo había llevado a hablar con MinHo, quien fiel a su recelo declaró que TaeHyung no estaría disponible hasta el día de su siguiente evento de caridad, que ahí podría hablar con él, no antes ni después.

Frustrado, YoonGi permanecía prácticamente echado en uno de los asientos del teatro. Lo aburría contemplar la escena de una obra cuyo nombre ni siquiera había retenido. A su lado, su madre se veía emocionada con lo que ocurría, por lo que nunca se percató de que su hijo alzó los ojos hacia los palcos y se quedó ahí, absortó en lo que había descubierto.

TaeHyung sonreía con cada cosa dicha en su oído, sonreía y luego devolvía respuestas susurradas. La persona a su lado, hija de una familia que trabajaba en el rubro inmobiliario, parecía satisfecha con las atenciones que recibía de parte del violinista. Sin embargo, lo que no percibió ella y que sí descubrió YoonGi, fue el momento en que el rostro risueño de TaeHyung mutó a una completa seriedad cuando ella desvió su atención hacia el escenario. Fueron segundos, escasos segundos en que el fastidio se hizo presente en las facciones del violinista, el que supo disimular muy bien cuando ella volvió a requerir su atención.

Aquella amabilidad fingida cautivó a YoonGi, por ello, en medio del segundo acto salió disparado de su asiento y guió sus pasos hacia el segundo piso, creyendo que la ausencia de TaeHyung se debía a que el joven se había dirigido hacia el baño. Y YoonGi estaba en lo cierto, su sonrisa triunfante era el claro reflejo de que había dado en el clavo.

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Sin saberse observado, TaeHyung se miraba al espejo y se arreglaba la corbata.

— Kim TaeHyung —llamó su atención YoonGi.

Contrario a lo que había mencionado JiMin, cuando sus ojos se enfrentaron, TaeHyung sintió que esa persona sería lo peor que le pasaría en la vida. Lo intuyó en tan sólo un segundo, en esa mirada que lo quemaba por dentro y que lo hizo retroceder un par de pasos sin saber por qué.

— Soy Min YoonGi, el próximo mes irás a tocar a la residencia de mis padres.

El violinista titubeó por un instante antes de estrechar la mano del contrario. Qué electrizante sensación al tacto, inquietante, TaeHyung rompió el saludo y no supo cómo responder.

— Necesito que hablemos —insistió YoonGi, intuyendo que el violinista deseaba escapar.

— Ahora no puedo —dijo sin mirarlo a los ojos, rompiendo con su grave voz la tranquilidad del mayor.

YoonGi intuía que no sólo él se había puesto nervioso tras escucharlo hablar por primera vez, sino que, por algún motivo, el hecho de que TaeHyung se mordiera el labio inferior con insistencia daba a entender que no estaba del todo bien.

Lo que había de singular en ese encuentro pronto se vio interrumpido por la entrada de un hombre mayor, a quien de inmediato YoonGi reconoció como el padre de la joven mujer con la que minutos antes había estado TaeHyung en uno de los palcos.

— TaeHyung —expresó aquel obviando la presencia de YoonGi—, te estaba buscando.

Un susurro en su oído, en una aproximación peligrosa en la que el hombre dejó algo dentro del bolsillo del pantalón del menor inquietó a YoonGi, mero espectador de aquella escena que de mil maneras sobrepasaba a la obra que había ido a presenciar junto a su madre.

— Lo siento... —fue la respuesta cohibida de TaeHyung, encogido en sus hombros a la vez que, en un suave toque, apartaba al hombre de su cuerpo.

Ser observado por alguien más sonrojó las mejillas del violinista, imagen que cautivó al empresario y que hizo palidecer a YoonGi.

— No te hagas el difícil.

— Por favor... —suplicó TaeHyung, esta vez desviando la mirada hacia YoonGi, como para dar a entender que no estaban solos.

Entonces, el hombre mayor volteó y sonrió ante la presencia del de pálida piel y oscuros cabellos.

— Min YoonGi...

— Qué tal —extendió la mano y el apretón fue lo suficientemente fuerte como para aceptar el desafío—. No pensé que iba tras los amoríos de su hija —sórdido como siempre, expresó YoonGi.

De inmediato el hombre mayor rompió el agarre de sus manos, asustado por la desfachatez de aquellas palabras.

— Volvamos al palco, TaeHyung —pasando de YoonGi, ordenó el hombre mayor.

Un eco de aquellos días de tormentos volvió a TaeHyung, como si la persona frente a él fuese su verdugo. Vestigios de su corrompida juventud lo atraparon y sin más remedio aceptó la invitación, sabiéndose indefenso, acorralado.

A pesar de su vida resuelta, YoonGi se vio actuando con torpeza, sin ser capaz de ir tras su objetivo, dejándolo a merced de esa familia que se disputaba un trofeo inalcanzable.

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Con el anhelo de escapar, TaeHyung había pensado que su vida cambiaría, pero al estar viajando hacia Daegu todos sus asuntos no resueltos lo volvían a atormentar. Ingenuamente, nunca preguntó en dónde quedaba la residencia de los Min hasta que se vio siendo conducido por MinHo hacia el aeropuerto. "No quiero ir", rogaba en su interior, pero con la mascarilla cubriendo parte de su rostro no tuvo más remedio que anularse a sí mismo y seguir los pasos de MinHo como un autómata. Pensó que todo pasaría rápido, que no había necesidad de sentir miedo a pesar de que otra vez se estaba cayendo.

En medio de recuerdos, TaeHyung subió al auto que los llevaría a la residencia de los Min y, cerrando los ojos, se negó a observar las calles que se sabía de memoria. Sin embargo, aunque no veía el exterior, lo que sí observó fueron los recuerdos que se sucedieron sin control hasta hacerlo marear.

— ¿Estás bien? —a su lado, MinHo llamó su atención al verlo encorvado, con la mano sobre los labios.

Por respuesta, TaeHyung negó y, apresurándose, alcanzó a encontrar una bolsa de papel en la que vomitar. Asustado, MinHo quiso que el chofer desviara su rumbo hacia un hospital, mas TaeHyung dijo que no era necesario.

Dos horas después, secándose el cabello con una mano, TaeHyung cogió un libro y pretendió leerlo, debido a que mantener la mente ocupada era lo único que necesitaba. La señora Min había sido muy amable al recibirlo, excusándolo de la cena familiar y permitiendo que el menor descansara en una de las tantas habitaciones. No era necesario que socializara con nadie, pues lo importante era que se recuperara para el evento del día siguiente.

— Señorito —golpeando suavemente la puerta, llamó uno de los empleados—, le he traído la cena.

— Adelante —se escuchó desde el interior.

La imagen del castaño era iluminada por la luz de las lámparas que estaban a cada lado de la cama. Vestido con tan sólo una bata de color blanco, se podía apreciar la hermosura del cuello y parte del pecho. Sus cabellos despeinados eran revueltos de vez en cuando, despreocupado al ir hojeando el libro que reposaba sobre su regazo.

Interrumpirlo, de algún modo, resultaba un pecado del que YoonGi no se arrepintió, sino que tomando la bandeja que segundos antes sostenía el empleado, con sólo un gesto hizo que el hombre cerrara la puerta, dejándolos a solas.

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Fanart de: https://instagram.com/selenaspiral

LE QUATTRO STAGIONI│YOONTAE ○.。o○.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora