LE QUATTRO STAGIONI│YOONTAE ○.｡o○.

18. Cautivo

Luego de su desagradable encuentro con MinHo y Seungri, TaeHyung había llorado tanto que no sabía cómo ocultar la hinchazón de su rostro, ni tampoco sabía cómo controlar los hipitos del incesante llanto. Otra vez había caído en la angustia, en el dolor que provocaba ser enjuiciado, donde debía luchar y repetir que no todo era como creían, que confiaran en él, en su palabra. TaeHyung deseaba con todas sus fuerzas reparar el pasado, pero por más que lo analizaba se convencía de que todo había seguido un rumbo nefasto, uno que lo llevó en picada desde la primera vez que ingresó a Stigma. No podía negar que fue su culpa dejarse llevar por el placer de la carne, de caer ante la fantasía de sus sentidos. Nunca nadie lo obligó a consumir drogas, ni tampoco hizo nada por detener los rumores que lo hacían parecer otra persona.

Sin lugar a dudas les había fallado a sus padres y hermanos, a esa educación que debió servir para discernir entre el bien y el mal. No obstante, el mal se presentó con más destellos, con tentaciones a las que cedió sin cuestionar nada. TaeHyung vivió el momento, el minuto a minuto creyéndose intocable, como si no hubiesen consecuencias, pero las hubo y ellas mismas lo llevaron a un dolor infinito, a querer olvidarse de todo, a borrar su pasado a como diese lugar. Sin embargo, el castigo del alma no desaparecía, lo perseguía a todas partes y no sabía cómo lidiar con él, cómo lograr estar en paz, en armonía consigo mismo. TaeHyung sabía que debía sanarse en soledad, que debía conseguir estar en paz con lo que fue, con lo que hizo y no estar buscando consuelo en alguien más, involucrando a alguien más en sus tormentos.

Lo sabía, TaeHyung lo sabía y aun así golpeó la puerta de ese departamento que era utilizado como taller y esperó a que YoonGi apareciera ante sus ojos, esperó con ansias estar entre sus brazos y hablar de arte, de chismes, de lo que fuera. TaeHyung buscaba a YoonGi con el afán de perderse en él, de olvidarlo todo bajo sus brazos y no reconocer nunca, jamás, que lo estaba utilizando para no pensar en sus pecados.

— Tae —sonrió YoonGi al verlo frente a él, pero pronto su alegría mutó a preocupación al reparar en su estado— ¿Pasó algo? —preguntó al mismo tiempo en que lo tomó de la mano para hacerlo ingresar en el lugar.

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Las luces entraban en la habitación, tenues y cautivantes al ser presenciadas bajo los efectos del vino, sus cuerpos desnudos eran cubiertos por suaves sábanas y, a ratos, uno que otro trozo de trufas de chocolate iba a dar a sus bocas.

— Perdón por arruinar tu día de trabajo —acariciando el abdomen del mayor, TaeHyung expresó con voz ronca, relajado al estar así, siendo cautivo de las sensaciones.

— No te disculpes —respondió YoonGi un tanto adormilado por la mezcla de alcohol y abundancia de sexo—, ha sido el mejor día de mi vida.

TaeHyung sonrió y, luego de dejar un beso en el pecho del dueño de casa, tomó la última trufa, mordió la mitad de ésta y llevó lo que restaba a los labios de YoonGi.

— Es hora de que me vaya.

— No —lo tomó de la muñeca.

— Suga...

— Si te levantas y cruzas esa puerta, juro que te iría a buscar hasta en el infierno.

— Stigma, ese es mi infierno y en dos semanas estaré en él.

Si para tener el valor de decir aquello tuvo que dejar a un lado sus jodidas emociones, pronto TaeHyung se sintió caer en el abismo que implicaba observar la cara de confusión de YoonGi, quien se incorporó de manera lenta en la cama hasta quedar sentado y lo tomó del rostro para conseguir que sus miradas se conectaran.

— Creí que no querías regresar a ese lugar —habló en un susurro.

— No quiero —respondió TaeHyung de igual modo.

— Entonces no vayas.

— Tengo que hacerlo.

— ¿Por qué?

— Para que nadie se entere de... lo que hice.

— ¿Te han amenazado con revelar lo que hiciste?

Sin obtener respuesta alguna, YoonGi liberó a TaeHyung de su suave agarre y prefirió resguardar las manos en su regazo. Si cuando el castaño golpeó a su puerta sin deseos de revelar el porqué de sus ojos rojos, si se permitió caer ante las caricias del castaño y dejar a un lado sus dudas, entonces YoonGi no sabía cómo lidiar con los secretos que los obligaba a retroceder todos los pasos que de alguna manera los acercaban a lo que se pudiese llamar una relación normal.

— Nunca te vas a liberar de Stigma.

— Lo sé.

— No —molesto, YoonGi se atrevió a tomarlo por los hombros—. No puedes permitir que tu pasado siga influyendo en tu futuro, entiéndelo.

— No entiendes que... nunca podré sanar mi pasado.

— No sanarás nunca mientras te dejes manipular.

— Lo dices porque no sabes lo que hice.

— Me importa una mierda lo que hayas hecho, TaeHyung.

— ¡Te importaría si realmente lo supieras!

— ¡Entonces dímelo!

TaeHyung lo miró dolido, dolido por todo, entonces pretendió salir de la cama y marcharse, pero a la vez se quedó a medio camino y sólo optó por recoger del suelo su ropa interior para ponérsela.

— No me lo hagas tan difícil —pidió el castaño ante la mirada seria del mayor.

— Sólo vete, si eso es lo que quieres.

Casi de forma infantil, tras sus palabras YoonGi se volvió a recostar en la cama y se cubrió con las sábanas hasta la cabeza. No quería que TaeHyung lo viera así, perdido en el dolor que sentía en su corazón ante la imposibilidad de ahondar en los tormentos del menor, a pesar de que había hecho la promesa de no preguntar. Por su parte, TaeHyung se preguntaba cuándo sería el día en que abriera su corazón, se preguntaba cómo era capaz de auto boicotearse, de obstaculizarse a sí mismo el camino para ser feliz.

De una u otra forma, TaeHyung reconoció que YoonGi no era una simple distracción, sino que había algo más que se estaba negando a reconocer y, precisamente con ese último sentimiento, tomó el valor y se metió bajo las sábanas junto al de pálida piel.

— Suga... —habló en voz baja, tan baja que temió no ser escuchado a pesar de que estaban a escasos centímetros de distancia, apenas viéndose a los ojos ante la escasa iluminación—, quiero que lo sepas todo.

— ¿Estás... seguro?

— Lo estoy.

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