Desayuno (2)

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(Narra Oliver)

Despierto de un salto por culpa de la repentina luz que entra por mi ventana.

-Venga enano despierta-dice una voz familar.

-¿Qué?-pregunto desorientado.

Al abrir los ojos con dificultad me encuentro con unos ojos verdosos que me miran interrogantes.

-Tienes insti-reconozco la voz de Noah, mi tio.

-¿Qué haces tú aquí?-pregunto.

-Tus abuelos han ido a visitar a unos familiares y como tu tía trabaja, me ha tocado a mí hacer de niñero-aclara- ¿No te lo han dicho?

-Esto...-recuerdo el momento en el que me lo estaban diciendo.

*La noche anterior*

La música de mi banda favorita entra por mis oídos invadiendo mis pensamientos. Me relaja tanto escuchar música que cuando me coloco los auriculares en las orejas, ignoro todo lo que esté sucediendo en ese momento.

-¿Vale, cariño?-dice mi abuela.

-Sí, sí-respondo yo sin saber que me ha dicho.

*Volvemos a la realidad*

Así que fue eso lo que me dijo...Debería haberla escuchado.

-Bueno, ve vistiéndote que no voy ha estar esperándote todo el día-advierte Noah a la vez que me revuelve el pelo.

Me levanto de la cama aún con legañas en los ojos. Me siento como si cinco camiones me hubieran pisado ochenta veces seguidas, quizá he exagerado pero madrugar no es lo mío.
Me pongo la primera camiseta que encuentro junto con mi vaquero favorito, me ato las deportivas, cojo mi mochila y bajo a la cocina.
Un dulce olor me invade, huele demasiado bien.

-Mmm-me relamo los labios.

-¿Nunca te ha contado Emma que soy un experto en cocinar tortitas?-presume orgulloso

Niego con la cabeza y me siento en la mesa.

-Recuerdo como si fuera ayer el día en el que le preparé tortitas a tu tía...

-¿Qué hacías aquí?-pregunto.

-Mejor te lo cuento de aquí un par de años-ríe divertido.

-Ya no soy ningún niño, puedo imaginar de lo que hablas-digo ofendido.

-Entonces no preguntes y come.

Hago caso de lo que me dice por el simple hecho de que tengo hambre. Devoro cada una de las tortitas con rapidez.

-¿Vas con algún amigo a clase o prefieres que te lleve en coche?-pregunta.

-No voy con nadie, llévame mejor.

-Como quieras.

Recogemos lo ensuciado en el desayuno y rápidamente me lavo los dientes, cierro la puerta de casa y me subo al coche.

-Ey, ey, ey-dice Noah.

-¿Qué te pasa ahora?-pregunto confuso.

-No te puedes sentar de copiloto, eres demasiado pequeño.

-¡Venga ya! Ya tengo la altura.

-No, tus abuelos te mienten para que te sientas mayor, aun eres un enano.

-Vale, me estás vacilando-digo molesto.

-Pues claro que sí niño mayor.

-Eres un viejo-contraataco.

-Ufff eso me ha dolido-responde-Si parezco de tu edad.

-Más quisieras abuelete-reímos ambos.

El trayecto hasta el colegio se me hace corto, estoy acostumbrado a ir en bici y cuando me llevan en coche es todo un alivio.

-Bueno, parece que el chofer ha terminado su jornada-dice satisfecho.

-Sí, gracias por las tortitas.

-Solo me quieres por eso-pone cara triste.

-Exacto-afirmo saliendo del coche.

-Después te recojo-responde y se va.

Ahora que ya séDonde viven las historias. Descúbrelo ahora