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Miraba con suma atención el movimiento de las manecillas del reloj que colgaba en la pared de la habitación. Aquellos trozos de plástico parecían estar completamente inmóviles parados en su sitio. Dicen que cuanto más esperas a que algo pase, más tarda en llegar, y ahora estaba más que segura de ello.

Aunque todavía fuesen las nueve, tenía la necesidad de decidir que iba a llevar. Creo que nunca he sido de esas personas las cuales siempre se visten por y para los demás, pero estaba claro de que hoy no parecía ser la Hyeon de siempre. Los nervios se me subieron a la cabeza y tomaron el control completo de mi cuerpo cuando dieron las y media y todavía no me había ni duchado. Una vez decidí qué me iba a poner, cogí una toalla y me metí en el baño. A decir verdad todavía era temprano, pero si le sumamos que el descampado no está cerca y que la mala suerte es mi compañera de vida, siempre es mejor ser predecible.

Me metí en aquellos pantalones vaqueros holgados para luego meter mis brazos por aquel top negro ajustado, cogí una chaqueta la cual dudaba si era la de Yuta o Kun y me preparé para mirarme en el espejo. Debía hablar seriamente con mi madre y decirle que quitara todos aquellos vidrios colgados por la casa que de alguna manera me hacían ver horriblemente fatal.

Con un suspiro peiné mi cabello y lo intenté poner en una posición más o menos presentable. Me quedé mirando fijamente el maquillaje que se encontraba guardado en un estuche negro encima de mi mesilla, miré mi reflejo y luego al reloj. No tenía tiempo para ponerme productos en la cara. Lo gracioso es que nunca usaba maquillaje salvo en ocasiones muy especiales, como cuando mis ojeras llegaban a medir dos metros.

Con mi cara totalmente libre de maquillaje y mi pelo aún húmedo por el baño, cogí mi móvil y lo metí en el bolsillo trasero de mi pantalón. Al llegar a la entrada me puse mis tan preciados zapatos desgastados y descoloridos mientras gritaba avisándole a mi madre que no iba a llegar hasta tarde. Cuando oí su grito desde las escaleras aprobando mi salida, abrí la puerta y salí lo más rápido que pude hacia mi destino. Aunque fuera imposible de creer, ya eran las diez en punto, y sabía que Yuta era malditamente puntual.


°°°


Llegué con la garganta totalmente seca y mi boca abierta, mis manos estaban encima de mis muslos mientras que mis pies se arrastraban por el asfalto, ¿Desde cuándo estaba en tan baja forma? Al levantar mi vista me encontré a aquél hombre que bailaba en este mismo lugar por las noches, portaba unos pantalones negros rotos, una camiseta del mismo color con decorados blancos y botones mas su pelo totalmente despeinado. Era increíble como aún sin esforzarse, era capaz de hipnotizarme. Era como si lanzase algún tipo de embrujo o conjuro hacia mi persona y me dejara en un bucle interminable en donde lo único que podía hacer era observarle.

Al colocarme a su lado posó sus ojos en mí unos segundos, para después seguir mirando el cielo, acción que repetí yo también.

- ¿No dijiste que estabas ocupado? - mordí mi labio cuando aquella pregunta salió intencionalmente por mi boca.

- Y lo estaba, pero conseguiste despertar cierta curiosidad en mí. - me observó mientras sonreía - ¿De verdad que la mismísima Hyeon estaba diciendo que siembre iba a estar en deuda conmigo? - preguntó con una mezcla de ironía y sorpresa. Rodé los ojos mientras rompía el contacto visual.

- No te burles de mí, lo digo muy enserio. - me mordí el labio y bajé mi mirada, acción que llamó la atención del chico el cual volvía a mirarme - Esta mañana me encontré a mi madre llorando en el salón, al parecer mi padre a vuelto a hacer lo que juró que no haría nunca; abandonarnos. - reí irónicamente - Hablé con ella y le di todos mis ánimos, siento que a partir de ahora las dos somos personas nuevas. Pero, te cuento todo esto porque mientras le decía todas aquellas palabras de apoyo, tú no salías de mi mente. - le miré, y a decir por su compostura aquello le había sorprendido - Siempre me has dicho que todos estaban ahí para ayudarme y entendí que algún día de estos tendría que devolverles el favor, así que gracias Yuta. - reí levemente. Él subió sus cejas y se sentó en el banco que estaba delante nuestra, con la mirada me invitó a sentarme con él, y ofreciendo su propuesta me senté a su lado.

Empı́reo↬☾N. Yuta☽Donde viven las historias. Descúbrelo ahora