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Habían pasado semanas desde que me encontré al desconocido bailarín, y a partir de esa noche, no lo he vuelto a ver más. Ya no coincidíamos los dos juntos en el descampado, y yo sinceramente me encontraba demasiado cansada como para salir en la noche. Y mentiría si dijese que le echaba de menos, pero tan pronto como ese sentimiento se apoderaba de mí, lo borraba al instante.

Mi paciencia tiene un límite, querido Lucas, y tú lo estás sobrepasando. ¿Qué había hecho mal en mi anterior vida para lidiar con un ser humano como este? ¡Tan solo quiero ver la maldita película!

- Y ya verás lo que pasa ahora - decía él con entusiasmo, para que más tarde se viese como el actor moría debido a una gran explosión, seguido del grito de Lucas - ¡Has visto eso, ha sido impresionante!

- Sí Lucas, lo he visto, - dije mientras suspiraba, cansada - y si te callas también podré escuchar

Y haciendo totalmente oídos sordos hacía mi último comentario volvió a hablar.

- Y yo que tú no le cogería mucho cariño al del pelo marrón - decía, mientras acto seguido aquél hombre era aniquilado - yo te avisé, una pena

Mordí mi lengua, conteniéndome. Si no se callaba juro por Dios que lo tiraba por una ventana.

- Ese me encanta - comenté con una sonrisa, mientras veía a aquél chico hacer piruetas y matar a los enemigos. Mientras me recostaba en el sofá, Lucas me hizo una mueca de desaprobación mientras volvía a abrir su maldita boca.

- Ya, que pena que muere al final 

Le miré con la boca abierta, con total sorpresa. Este idiota me acaba de decir el final de la película. Y antes de que pudiera decir algo, mi personaje favorito murió, dando entrada a los créditos, señalando que, efectivamente, era el final de la película. Oía la risa de Lucas a mi costado derecho. Sin aguantar más cogí un cojín del sillón y se lo estampé con fuerza en la cara. Si no lo tiraba por la ventana, me aseguraría de que el oxígeno no llegara a sus pulmones.  

°°°

Adoro las fiestas de navidad, sí. Pero detesto decorar el local con el maldito árbol de navidad, y menos mal que ha Doyoung no le ha dado por darnos complementos en nuestras ropas de trabajo, o si no si es verdad que dimito.

Nochebuena estaba a la vuelta de la esquina, seguida de mis vacaciones. Ansiaba por fin tener, aunque sea, un mínimo descanso.

Hwasa se encontraba a mi lado, sentada en un taburete mientras se limaba las uñas. Y el significado el cuál ella no estaba en su sección de trabajo, era que la estúpida freidora se había estropeado, haciendo que el aceite caliente saltara por todos lados, mientras que Doyoung, seguramente, intentaba sacarle el número de teléfono al fontanero.

La verdad, no me quejaba de la compañía de Ahn, ya que a veces me ayudaba a preparar los cafés. Pero lo que realmente me molestaba, es que me estaba diciendo hasta el DNI de ese tal Hyuk. Pero tan solo me quedaba callarme y asentir con la cabeza, ya que como se me ocurriera decir cualquier comentario "ofensivo", sería capaz de quemarme la cabeza con la máquina de cafés.

- Tío bueno a las doce en punto - me dijo mientras se dejaba de limar las uñas, mientras yo me giraba y la encaraba con una ceja levantada.

- A mí me hablas con palabras, Ahn, no con números - decía mientras la miraba, y cualquiera que sea aquella persona, ahora se encontraba detrás de mí.

Sin importancia me giré, aquí siempre vienen personas, estoy obviamente acostumbrada a lidiar con mis clientes. Pero cuando me giré y mis ojos hicieron contacto con los suyos, mi respiración se cortó, mientras la saliva se atoraba en mi garganta.

Empı́reo↬☾N. Yuta☽Donde viven las historias. Descúbrelo ahora