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Un movimiento leve hacía que me moviera de adelante hacia atrás, logrando que me despertara.

- Te has quedado dormida - el aliento de Yuta sopló en mi oreja e hizo estremecerme - ¿Te parece si nos vamos?

Asentí mientras bostezaba y me separaba de él, para acto seguido levantarme del banco.

La sudadera de Yuta llegaba más abajo de mis rodillas, mientras que si me ponía la capucha esta era capaz de llegarme hasta más abajo de la barbilla. Y es que Yuta era alto.

Íbamos caminando en un ambiente tranquilo, nada que ver con el que había hace días atrás. Disfrutábamos de la compañía del uno al otro, y de vez en cuando rozábamos nuestros brazos. Y os juro que soy capaz de pagar cantidades extremas de dinero por noches así con él, porque estar con Yuta verdaderamente no tiene precio.

Llegamos a mi casa y para mi sorpresa Yuta me acompañó a la puerta de esta. Abrí y antes de entrar  dentro me giré a verle.

- Gracias por todo, Yuta - dije, mientras notaba todo el peso de la culpa volver a caer sobre mí al recordar tal crueles palabras que le dije.

- No hay de qué, Hyeon - respondió mientras me sonreía fugazmente.

Y sin demorarme mucho más rodeé mis brazos alrededor de su cintura mientras colocaba mi cabeza un poco más abajo de su pecho. 

Su cuerpo se puso rígido de un momento a otro y sus brazos estaban a los costados, le había sorprendido, y estaba segura que muy pocas personas le abrazaban diariamente. Pero la verdad no importa cuándo o con qué frecuencia, la cosa es que Yuta no recibía muestras de afecto. Y eso me entristeció más, la sensación que se siente al notar como una persona te abraza por completo, protegiéndote, o dándote ánimos, es incomparable.

Segundos después sus brazos rodearon mi espalda baja mientras él entrelazaba sus dedos en esta, para acto seguido apoyar su cabeza sobre la mía y oí como suspiraba. Me separé y le miré, por favor Yuta, nunca te me vuelvas a ir tan lejos.

- Adiós, Hyeon - comentó mientras su calor abandonaba mi cuerpo y se dirigía hacia la salida - no dudes en llamarme, siempre te voy a ayudar

¿Se puede escuchar mi corazón latir más rápido que el de una gacela corriendo para no ser cazada por el guepardo? Bonita comparación, Yuta perfectamente intentaba atraparme, mientras yo temerosa corría, alejándome.

- Gracias, Yuta - me metí dentro de la casa y le miré - yo también espero estar ahí para ti - y acto seguido cerré la puerta.

Subí las escaleras y pasé por el cuarto de mi madre, su cama estaba desocupada. Salí rápidamente de allí, no quería que nada de nadie estropeara el gran momento que había pasado con el japonés, ni si quiera mi madre.

Quería ver hasta qué tan lejos podía llegar mintiéndome y ocultándome cosas, y era así, jugaría en su mismo juego. Vamos a ver quién desembucha antes, y si es así, te enseñaré a jugar, mamá.

°°°

Me desperté más temprano que nunca y me dispuse a salir de mi casa con un paquete de galletas en mi mano, no quería encontrarme a mi progenitora, porque sinceramente no quería escuchar como posiblemente  me volvía a mentir.

Me senté en el escalón del local mientras metía la cabeza entre mis brazos y cerraba los ojos. Era tan temprano que ni el mismísimo Doyoung estaba aquí para abrir el local.

- ¿Pero qué se supone que haces aquí, Hyeon? - levanté mi cabeza y le miré - algún día me contarás porque a veces llegas tan temprano - contestó mientras yo me levantaba y él metía la llave en la cerradura de la puerta del local - estoy empezando a pensar que tan solo llegas tarde para verme enfadado

Empı́reo↬☾N. Yuta☽Donde viven las historias. Descúbrelo ahora