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Si soy sincera, nunca había entendido bien el significado de felicidad hasta esta mañana que Doyoung me envió un mensaje comentado qué tan fuerte era su resaca que se negaba a salir de su cama.

Al abrir la nevera para ver que podía almorzar, ya que debido a la hora que me desperté, me tuve que saltar el desayuno. La tristeza inundó todo mi ser, ¿desde cuándo no había, literalmente, nada de comida en la nevera? Mamá, te necesito ya en casa.

Con absolutamente toda la pereza del mundo me calcé los zapatos, cogí la cartera y las llaves, y salí sin ningunas ganas a comprar. Pasaba por las secciones de comida mientras en mi cabeza me imaginaba qué platos de comida podía preparar. Difícilmente me decidí por pasta a la boloñesa, pero tan rápido como me di la vuelta me escondí en una columna del supermercado.

¿Qué hacía él aquí? Entiendo que sea una persona y tenga que venir a comprar, pero dios, ¡no tenía porque encontrármelo! Me volví a asomar cautelosamente para observarlo, se debatía entre qué cereales coger. Los de arcoíris siempre son los mejores, imbécil. Y como si me hubiera escuchado escogió esos mismos. Mierda, supongo que me gusta por algo, ¿no? Y aunque sabía perfectamente que se encontraba de espaldas, su pelo castaño y lacio y su ancha y musculosa espalda eran totalmente inconfundibles para mí.

¿Por qué me gusta tanto este hombre? ¿Por qué me tiene que gustar tanto un capullo que me deja en leído? Aún no me creo que justo ayer estuviera preguntando por mí.

- ¿Espiando a tu crush?

No sé de donde salió mi fuerza de voluntad para no gritar, porque aquella persona que se encontraba detrás de mi me había dado un susto de muerte. Al girarme tuve que contenerme para no pegarle un buen zape en la cabeza.

- ¡Casi me haces morir de un infarto, idiota! Y ten por seguro que tú mismo pagarías mi funeral - comenté mientras no aguantaba y le daba un zape en su nuca.

- Vaya, yo también te eché de menos, Hyeon - decía mientras se sobaba la zona golpeada, y acto seguido le estrujé en mis brazos, sin importar la diferencia de altura.

- ¿Qué haces aquí, Lucas? - pregunté una vez que le solté.

- Comprar, ¿Qué más voy a hacer en un supermercado, tonta? ¿La colada?

Y otra vez me retuve de darle un zape.

- Me refiero en Seúl, idiota. La última vez que te vi fue subido en un avión directo a China

- Sinceramente, vine a verte - comentaba mientras nos dirigíamos a la salida, después de haber pagado - mis padres me dejaron venir aquí al terminar mis estudios - decía mientras se comía un helado, en pleno invierno - ahora mismo me quedo en un departamento con mis amigos de mi tierra natal

- Me alegro que hayas vuelto, empezaba a echar de menos nuestras fiestas de pijamas - decía mientras recordaba y trataba de controlar mi risa - me acuerdo aquél día que terminamos de ver una película de terror, y tú todo muerto de miedo me confesaste que casi lloras cuando a la chica le tiraban de los pies cuando dormía en la cama...

- Para después más tarde, cuando yo dormía, tirarme de los pies - terminó mientras sonreía - fue muy difícil controlarme el pis, Hyeon, casi me matas

Y sin poder aguantar estallé en carcajadas, acompañadas de las de él. Y por supuesto que había echado de menos a mi amigo de la infancia, era como un hermano mayor para mí, uno bien tonto.

- Siento negar tu propuesta de quedarme en tu casa, - decía mientras me abrazaba - pero juro que te lo compensaré, ¿de acuerdo?

Asentí mientras me despedía de él. Adoro esta sensación, la de estar completamente llena de felicidad, y eso era algo que tan solo Lucas podía hacer. Da igual que tan sombrío sea el momento, siempre va a sacarme una sonrisa.

Empı́reo↬☾N. Yuta☽Donde viven las historias. Descúbrelo ahora