Gruñendo llegó y gruñendo se fue. La enorme y misteriosa criatura apareció de la nada, y tan repentinamente como apareció así se desvaneció.
La vida en la ciudad es siempre ajetreada, pareciera nunca dormir. El tráfico jamás se detiene hasta la noche, o si hay un accidente. Lo peor fue que ambas condiciones se dieron en esa ocasión.
Yo vivía en un edificio de departamentos, en el octavo piso. Regresaba del trabajo y solo quería descansar, dormir después de un pesado día de trabajo. En cuanto entré a la cocina, un terrible estruendo y un temblor se hicieron sentir. Los vasos y platos cayeron de los estantes, yo me quedé apoyado a la pared, asustado, esperando que todo pasara. La sacudida habrá durado menos de dos o tres segundos, y después todo se calmó. Las alarmas de los autos empezaron a sonar, y se escuchaba por los pasillos el cuchicheo de la gente que se sorprendía de lo ocurrido. En esta ciudad jamás había existido reporte de temblores, por lo que no sabía si quedarme donde estaba o si podía salir. Todo era confuso hasta que una vecina gritó aterrada. Quise salir a ver lo que ocurría, pero no fue necesario pues, al ver por la ventana, descubrí el motivo de su grito.
Afuera, postrado entre los edificios, vagamente iluminado por las luces de las calles y los edificios cercanos, había una criatura humanoide enorme que parecía estar de rodillas. Inmóvil, la criatura estaba ahí, y nosotros, paralizados de miedo, pues lo que se veía parecía una horrible pesadilla. Los autos dejaron de hacer ruido, las radios y televisiones de los otros departamentos guardaron silencio, no se escuchaba ni un sonido, hasta que el mórbido silencio fue roto por la enorme cosa que lanzó un rugido que hizo temblar los vidrios y erizar la piel, era como el de un animal hambriento. Después de eso, silencio.
A la mañana siguiente los noticieros cubrían la nota. Reportes iniciales hablaban de que el gigante media alrededor de unos 100 metros, poco más que la Estatua de la Libertad incluida la base. Cada canal que había en la televisión mostraba imágenes de ese enigmático ser gigante. Parecía una especie de bárbaro o vikingo, con una cara que aparentaría unos 40 años, con cabello y barba largo, con la cabeza agachada y los ojos cerrados. Estaba apoyando el peso en la pierna derecha, con la izquierda doblada y su mano sobre esta, como si hiciera alguna especie de reverencia, mientras que la mano derecha estaba cerrada en puño, clavada al suelo. Su ropa era un chaleco y pantalones hechos de lo que parecía ser cuero negro, además de unas botas muy parecidas a las que se usan en invierno, solo que estas tenían un aspecto mucho más gastados y no tenían apariencia de ser calientes, sino hechas para resistir largas caminatas o combates. Un plano cercano reveló una enorme y gruesa cadena que iba atada a modo de cinturón, además de muñequeras que tenían incrustadas unas piedras de color rojizo. Su apariencia y musculatura hacían pensar en un vikingo o un cazador, aunque sin arma alguna.
Durante días no se hablaba de otra cosa. La gente comenzaba a llamarle "El Gigante", tal cual. Se hicieron operaciones de rescate y desalojo en cuanto se comprobó que "El Gigante" no se movía, lo que era extraño, tomando en cuenta que la primer noche que se le vio lanzó un aterrador gruñido. Las autoridades debatían si atacarlo o no, ya que pensaban que si disparaban, independiente de si moría o no, el daño colateral sería enorme, pues de caer muerto en el acto, destruiría una gran área de edificios de departamentos y oficinas, mientras que, por otro lado, si se le dejaba vivo, corrían el riesgo de que se levantara y comenzara a destruir todo.
Se hizo un perímetro de cuatro kilómetros, prohibiendo el tráfico vehicular y a pie, y ni que decir de evitar que aviones o helicópteros sobrevolaran la zona. Muchos negocios y familias se vieron obviamente afectados, pues tuvieron que dejar sus hogares. Se contabilizaron al menos quince victimas mortales, gente que caminaba o manejaba en el instante que el gigante apareció. Un testigo, que estaba cenando en un restaurante cercano, dijo que cuando el gigante apareció, este cayó al suelo, en la misma posición en que estuvo todo el tiempo que estuvo. El video de seguridad de un banco no registró mucho más que las piernas aplastando un auto estacionado, como si hubiera caído del cielo. En programas y foros de internet se hablaba de teorías como extraterrestres, dioses, experimentos del gobierno y mil cosas más, pero ninguno parecía tener una base sólida. Cada cierto tiempo, gente era arrestada colándose en el perímetro para robar algo o simplemente curiosos que querían ver y tocar al gigante. Todos eran arrestados rápido, excepto uno, que fue el que más lejos llegó. Un hombre desquiciado, cegado por la ira, entró con un hacha hasta el puño del gigante, con toda su fuerza asestó un golpe que era más que predecible lastimaría a este, sin embargo el golpe fue inútil, como si hubiera caído sobre una pared de piedra. El hacha se rompió por el mango y en el puño no quedó ni una cicatriz. Cuando el hombre fue arrestado declaró que estaba furioso por haber perdido su hogar, y no era el único, porque a la tercera semana se comenzaron a hacer huelgas y marchas exigiendo a las autoridades que planearan algo para mover al gigante. Para la quinta semana se habló de un intento de comunicarse con él pero no tuvo éxito, ya que no respondía y no parecía mostrar ningún signo vital, aunque parece que la composición de su cuerpo impedía que se le tomaran los signos, ya que, como el tipo del hacha y pruebas de algunos científicos demostraron, la piel de este ser era imposible de atravesar. Los científicos estaban consternados, pues no parecía estar hecho de ningún material conocido en el planeta, ni su ropa ni su cuerpo.
Pasaron ocho semanas sin ninguna novedad. La vida de la gente comenzaba a volver, en la medida de lo posible, a la normalidad. Muchos salían de los refugios para mudarse a otras ciudades, los desempleados ya estaban en otros trabajos o recibiendo pensiones del gobierno, y ni qué decir de las autoridades que buscaban ayuda de otros gobiernos para ver la posibilidad de moverlo, ya que tras dos meses no había realizado ningún movimiento, al menos no hasta una mañana, en que, mientras se hacían algunos estudios en el área, el gigante despertó. Dijeron que primero abrió los ojos y después la boca, soltando un vapor caliente y hediondo, para después de un par de minutos lanzar un gruñido tan fuerte como el primero. La tierra tembló y el miedo se apoderó de todos.
El miedo y la histeria duraron poco para convertirse en alegría, pues cuando todo se calmó, el gigante había desaparecido. Todos quedaron atónitos, sin la más mínima idea de qué o cómo había pasado. Un helicóptero de las noticias que grababa el área alcanzó a captar a la distancia el momento del gruñido, captando cómo justo al finalizar el gigante comenzó a desvanecerse, como si hubiera sido una ilusión o un holograma, dejando en el suelo las marcas de su pesado cuerpo como única evidencia física de que en realidad algo había aparecido ahí.
Han pasado ya tres meses desde ese incidente, y aunque ya muchos comienzan a olvidarlo, el miedo está, muy en el fondo, presente en todos, pues pese a que no hizo ningún movimiento, quedaba la incertidumbre de saber su origen, o incluso peor, si aparecería de nuevo, pues no sabíamos de dónde provenía semejante ser, si era el único o si pertenecía a alguna raza desconocida de gigantes.
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El ABC del Terror
HorrorEl terror tiene muchas facetas diferentes, y toda clase de caras. Desde terror psicológico hasta terror sobrenatural, e incluso de más allá de nuestro mundo. El miedo a una criatura extraña, a la soledad, a la inmortalidad, o incluso ver cosas que n...