Urticaria

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Unas extrañas marcas comenzaron a salirle a Martha por todo el cuerpo, provocándole mucha comezón y apenas podía aguantar.

Despertó muy temprano por causa del picor, impidiéndole ir a trabajar ese día, prefiriendo ir al doctor, quien la revisó minuciosamente, interrogándole por lo que había comido, si había consumido huevo o pescado que pudiera haber estado en mal estado, o incluso si era alérgica a algo, a lo que Martha respondió negativamente.

–Puede ser solo estrés –diagnosticó el médico–, como sea te voy a dar un antihistamínico para disminuir la comezón y la hinchazón. Tómalo por una semana y ven a verme si te sigues sintiendo mal.

Durante el día se sintió mejor; la comezón comenzaba a ceder, y podía sentarse a ver la televisión sin problema, rascándose un poco para después seguir con sus actividades.

Mientras preparaba la cena sintió un picor intenso que le hizo alejarse de la estufa que le hizo comenzar a rascarse con desesperación. Rápido corrió por la pastilla que el doctor le había prescrito; su comezón comenzó a ceder poco después.

Terminando su cena y arreglando todo para dormir se dirigió a la cama. Pudo dormir tranquila al principio hasta que, durante la madrugada, un calor y mareo intenso la hicieron despertarse. Sentía mucha comezón, por lo que, al llevarse las manos al cuerpo para rascarse, sintió muchas ronchas de donde salían pequeños gusanos regordetes, los cuales atravesaban su piel mientras estos se retorcían sobre la carne que comenzaban a devorar con gran apetito. Asqueada, encendió la luz de la lámpara de noche, la cual con su haz de luz rompió la oscuridad de la noche para permitirle ver como estos insectos manchaban de sangre su camisón. Se desnudó rápido para ver como su abdomen, su pecho y sus brazos estaban llenos de insectos, los cuales salían poco a poco. Trató de quitárselos, pero cada que los extraía podía ver como salían más. Podía sentir cómo mordisqueaban con voracidad su piel y su carne.

No tenía idea de cómo ni de porqué su cuerpo se había llenado de insectos, si había sido por la vez que comió un hot-dog en la calle, si fue cuando cayó sobre un arbusto, si le había picado algún insecto extraño mientras dormía o si sufría de algún tipo de brujería, lo único que sabía en ese instante eran dos cosas; que no le quedaba mucho tiempo, y que sin duda sufría de un extraño y único caso de urticaria.

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