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Sólo quería recuperar la Piedra, sacar a Harry de aquí y, si se podía, darle un buen golpe a Quirrell al estilo muggle. Pero la había regado. Se había dado cuenta de que estaba aquí, y ahora, tanto Harry como yo, estábamos atados con sogas que no se de donde habían salido, mientras Quirrell examinaba el espejo de Oesed.

Recurrí a mis conocimientos caso nulos de magia oscura, intentando averiguar una forma de soltarnos a ambos de estás tontas sogas.

Harry luchaba con las sogas, pero era inútil.

Luego recordé ese pedazo de hoja donde había escrito los hechizos, se encontraba en el bolsillo derecho de mi túnica, y era imposible para mí tomarlo, teniendo en cuenta que mi varita estaba en mi mano derecha, y no pensaba soltarla.

Sabía que escribí algo que serviría en aquella hoja, pero lo único que recordaba es que el hechiz que quizás ayudaría en esta situación iniciaba con "re".

- Re...la...xio - susurré dudosa y apuntando discretamente con mi varita a las sogas de Harry.

Nada.

- Re...lajis - intenté de nuevo.

Intenté una y otra vez, pero nada ayudaba y no recordaba bien el hechizo. No iba a rendirme. Nos iba a sacar de aquí a ambos.

Estoy segura de que perdí mucho tiempo en eso, ya que, cuando por fin mi cerebro se digno a recordar el hechizo, Quirrell nos desató y nos hizo colocarnos frente al espejo.

- Díganme lo que ven - ordenó Quirrell.

Miré al espejo, estábamos Harry y yo ahí, Harry sonreía mientras sacaba un objeto color sangre de su bolsillo y luego volvió a guardar la Piedra en él, yo estaba al lado dándole ese bien merecido golpe a Quirrell, sonreí.

- ¿Bien? - dijo Quirrell impaciente - ¿Qué ven?

- ¿Quieres saber lo qué veo? - pregunté - Pues me veo a mí, dándote el golpe de tu vida, infeliz.

- Me veo con Dumbledore - dijo Harry después, ¿estaba mintiendo? - Estrechándonos las manos. Yo... he ganado la copa para Gryffindor.

Quirrell maldijo.

- Quítense - dijo y nos empujó a un lado.

Choqué con el costado de Harry, tenía algo en su bolsillo, era como una roca... ¿será? Lo volteé a ver.

- ¿La tienes? - articulé con mis labios.

Asintió e hizo un movimiento con la cabeza, señalando a la salida.

- Vamos - volví a articular.

- Mienten... mienten - escuchamos una voz aguda, pero Quirrell no movía los labios.

La voz se hizo presente de nuevo.

- Déjame hablar con ellos... cara a cara...

- ¡Maestro, no está lo bastante fuerte todavía! - replicó Quirrell.

Algo raro pasaba aquí.

- Tengo fuerza suficiente... para esto.

Quirrell empezó a desenvolver su turbante. Sin él, la cabeza de Quirrell parecía muy pequeña, y graciosa. Entonces, Quirrell se dio la vuelta.

Quirrell tenía un rostro en la parte de atrás de su cabeza, y vaya que era feo, era color blanco tiza, con brillantes ojos rojos y ranuras en vez de fosas nasales.

- Harry Potter... - susurró haciendo caso omiso de mí.

Eso era bueno, así yo podía buscar una forma de escapar con vida.

La Oveja Negra En La Familia Malfoy // Harry Potter & Tú Donde viven las historias. Descúbrelo ahora