CAPÍTULO 26: Cuéntamelo todo.

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Cerré los ojos un rato, estaba muy cansado todavía. Antes de hacerlo, programé una alarma para despertarme si me quedaba dormido.

-Taron.-abrí los ojos y vi su silueta a contraluz.

-¿Qué quieres ahora?-pregunté enfadado.

-No debí de haberte hablado así, lo siento.-tomó asiento a mi lado y puso su mano sobre la mía.

-Vuelve a casa antes de que tu novio se de cuenta de que no estás allí.-le di énfasis al posesivo.

-¿Podemos despedirnos...?

-Yo ya me despedí antes.-ni siquiera le miraba a la cara, estaba muy molesto.

-Taron, no quería hacerte sentir mal.

-Pues lo has hecho, Richard. Ahora, si me disculpas.-me levanté de la silla.-Tengo que irme.-aún quedaban varias horas para que el avión despegara.

Le di la espalda, agarré mi maleta y comencé a andar sin ningún destino. Él cogió mi brazo y me atrajo hacia su cuerpo. Me abrazó durante unos segundos sin ser correspondido pero, finalmente, le devolví el abrazo, enterrando mi cara en su pecho. Las lágrimas luchaban por salir de mis ojos pero conseguí frenarlas.

-Te quiero, T.-me susurró antes de soltarme.

Retomé mi camino rápidamente, alejándome de él. Sentí sus ojos clavados en mi nuca pero no me giré. Anduve por la terminal por minutos hasta encontrar otros asientos en los que no hubiera demasiada gente.

***

Acababa de llegar al aeropuerto de Londres. Mientras esperaba el taxi que debería de llevarme a casa, contacté con Dexter para informarle de que ya estaba de vuelta y que me diese el horario del día siguiente para ir a grabar algo. También le escribí a mi madre, para avisar de que recogería a Rocky al día siguiente. Una vez en mi hogar, dejé la maleta en una esquina de mi habitación y me tumbé boca arriba sobre la cama, pensando en todo lo que había pasado en tan poco tiempo. Más tarde, me quedé dormido. A la mañana siguiente, me duché y desayuné antes de ir al estudio. Cuando llegué, Elton y David estaban allí, supervisando los escenarios, y Dexter hablaba con ellos.

-Buenos días.-saludé con una sonrisa falsa en el rostro.

-¡Vaya!¡Por fin apareces!-se quejó el director.-Tenemos que hablar sobre lo que hiciste.

-Lo sé.-confesé.

-Deja al chico que aproveche el tiempo.-me defendió Elton.-¿Qué tal estás?-preguntó mientras me abrazaba.

-He tenido momentos mejores.

-Si quieres desahogarte, llámame.-me dio su número el primer día que nos conocimos pero nunca antes me había autorizado a contactarle.

-Taron, vete ya al set de vestuario.-ordenó Dex. Obedecí sus órdenes, no quería que se enfadara más conmigo.

-David, cariño, quédate aquí un momento.-le pidió Elton a su marido. Él vino detrás de mí y se agarró a mi brazo.-¿Dónde has estado?

-En Los Ángeles.

-¿Ahí no estaba ese chico?

-Sí, Richard, por eso fui... Elton, me he dado cuenta de que...

-No hace falta que me lo digas, lo sé. Se os notaba. Cuéntame todo, quiero detalles.-sonrió, mostrando sus paletas ligeramente separadas.

-Cuando llegué, estaba en el aeropuerto con su novio. Me recogieron los dos. Esa noche dormí en su sofá pero me prometió que al día siguiente, cuando su novio se fuese, dormiríamos en su cama los dos.

-Uuuh, ¿lo hicistéis?

-No, llegó su madre al día siguiente y tuvimos que dormir los dos juntos en el sofá. No sabes el poco espacio que había ahí.

-Mejor.-se burló.-Perdón, continúa.

-Al día siguiente fui con su madre, que por cierto creía que yo era el novio de su hijo, de compras. Los dos solos. Ese día nos dijo que por la noche se iría. La acompañamos al aeropuerto y Richard se puso a llorar cuando se fue. Yo lo consolé, obviamente. Volvimos a su casa, cenamos, bebimos y nos acostamos. Otra vez en el maldito sofá.

-¿Solo dormisteis?

-No, hubo sexo esa noche. Acabamos haciéndolo en el suelo pero no nos importó.

-Entonces, ¿estáis juntos?

-No...-agaché la cabeza.-Por la mañana me echó de su casa porque volvía su queridísimo novio. Se sentiría culpable o algo y me echó. Yo... Para mí fue... Pero no lo iba a dejar, estaba claro que no...

-No quiero que estés triste por él, Taron. Ahora me siento mal por haberos juntado.-su sonrisa lucía más triste y apagada.

-No, no, no es tu culpa. Y no estoy trsite, hay más hombres por ahí que seguro que se mueren por mí.-bromeé.

-Entre tú y yo, si tuviese 50 años menos saldríamos juntos.-me guiñó un ojo y soltó una gran carcajada.-Ahora entra ahí, no quiero entretenerte más y que te regañen por mi culpa.-me dio dos golpes suaves en la espalda y se marchó.-¡Sonríe!-dijo antes de desaparecer de mi vista.

Serendipia - MaddertonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora