Cap 4

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Me acerqué a ellos para que Gavin no trate de comportarse como un completo idiota con ella. Por lo poco que hable con Kiernan se ve que es una chica tranquila y no es como las demás lo que la hace única.

–¡Hola chicos!–Exclamé mientras tomaba el hombro de Gavin.

–Hola Ross...–Me saludo Kiernan, es muy linda.

–Por lo que veo ya conoces a mi amigo Gavin.

–Si, eso creo. –Me regalo otra sonrisa.

Gavin estaba completamente ebrio.

–Chica y si mejor vamos a un lugar más privado... –De pronto dijo Gavin. Ella me volteó a ver pidiendo ayuda, se nota que ella es distinta al resto.

–Vamos amigo, creo que nos tenemos que ir, tengo que inventarme una buena excusa con tus padres para que no te regañen. Adiós Kiernan.

–¡MIERDA MIS PADRES! Nos vemos mañana preciosa. –Gavin le iba a dar un beso pero lo detuve a tiempo y salimos de la fiesta.

–Adios Ross. –Escuche que dijo ella mientras atravesabamos la multitud. Esta noche fue la mejor.

Tome a Gavin sobre mis hombros no tenía equilibrio al caminar, abrí la puerta trasera del auto y lo metí. Inmediatamente arranque el auto.

–Vamos amigo, ella es preciosa, creo que me vuelve loco...porque no simplemente me dejaste disfrutar de su linda piel.

–Gavin, estás ebrio y además te advertí, Jaz está contigo y te quiere de verdad. –Trataba de hablar lo más relajado posible pero por dentro me moría de celos tan solo imaginar la escena que él quería representar con Kiernan.

–No descansaré hasta tenerla bajo mi pecho Bro, de verdad su cuerpo es como una escultura. De verdad me gusta. –Después de que dijo esto llegamos a su casa.

–Deja de decir estupideces, mejor ven, no sé que decirles a tus padres.

–Solo abre la puerta, de mis padres yo me encargo, no te preocupes.

–Ok. –Lo baje del auto, lo metí a su casa y estacione el carro frente a la mía. Entre sin hacer ruido ya era la 1:15 AM recibiría un corto regaño por parte de mis padres.

–Ross Lynch. Qué bueno que haz llegado. Mañana platicamos.

–Papá solo fueron 15 minutos.

–Aunque haya sido solo uno, la hora es la hora.

–Pero papá.

–Nada Ross, mañana antes de que te vayas a la preparatoria te quiero en la mesa desayunando para platicar.

–Ok. –Subí las escaleras con toda la flojera del mundo, aveces eran injustos pero tenían razón.

Me quite la sudadera, playera, aventé los zapatos y los jeans y dormí en boxer. Me sentía tan cansado.

–Ross te amo, me enamoré de ti desde que te ví entrar al aula de la preparatoria.

–Kiernan yo también siento algo por ti...

–No quiero más palabras solo bésame. –La tomé de las mejillas y unimos nuestros labios en un cálido y profundo beso, la respuesta a mi pregunta la había encontrado, sus labios sabían jodidamente bien.

Nos separamos por falta de aire, pero entonces ella tiro de mi cabello y yo la cargué a modo que sus piernas quedarán a la altura de mi cadera. El beso que comenzó tiernamente ahora era más pasional. No podré resistir tanto y el pequeño Ross junior despertará...

Ring ring. Mi alarma sonó, era hora de levantarse. Salgo de la cama y o no.

–¡MIERDA!

–¿Pasa algo hijo? –Escucho tras la puerta.

–No mamá todo está bien. –Como iba a estar bien, el sueño que tuve fue el causante de este pequeño detalle, carajo tendré que darme una ducha de agua fría.

Y sí, ese fue el remedio a mi problema ahora a recibir la regañiza por parte de mi padre.

–Buen día, mamá, papá.

–Ross habíamos acordado una hora. –Ni siquiera había comenzado a desayunar y mi padre empezó a hablar.

–Lo sé, lo siento se me hizo un poco tarde, fueron solo 15 minutos.

–Como lo dije ayer aunque haya sido uno, un acuerdo es un acuerdo.

–No se va a volver a repetir, lo prometo. Los quince minutos de retardo fue porque tuve que bajar del auto a un Gavin completamente ebrio.

–Ok hijo que no se vuelva a repetir.

Terminé mi desayuno y salí de la casa encontrándome a mi amigo de gafas negras y una cara pálida. La frase de Gavin es un total fracaso al siguiente día ya que la horrible resaca nadie se la puede quitar.

–Hey Ross.

–Hola Gavin ¿Qué tal todo?

–Horrible, la resaca es horrible, tú te ves bien.

–Casi no bebí alcohol.

–Nunca cambiarás hermano. –Nos subimos al auto.

–¿Tus papás?

–No me dijeron nada.

–Que suerte, a mi por 15 minutos tarde me estaban regañando, de milagro no me castigaron.

–Te aman. –Rio, y me le uní.

Todo por ellaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora