De vez en cuando, a Tata le gustaba salir con sus amiguitos a pasear. Pero como el mencionado tenía a Van y sabía que sus amiguitos nunca habían volado; Tata decidió llevarlos a un viaje por el cielo.
Era muy hermoso, se veían los arcoíris que se formaban al final de las cataratas; y como ya empezaba a anochecer, se lograban ver algunas estrellas y una hermosa luna llena.
─ Tata... la luna es muy hermosa, igual que tú─ ¿acaso era la voz de su amado? Sí, era la voz de él. Y lo mejor es que le hacía un cumplido─ Eres mi luna Tata.
─ Y tú eres mi sol, Mang─ ambos quedaron en silencio, pero no era incómodo, era un silencio necesario para contemplar la belleza de su alrededor después de haberse hecho ese tipo de confesiones.
Todos los amiguitos disfrutaban del aire corriendo por sus rostros y del momento que pasaban juntos. No todos los días puedes volar en un robot alienígena gigante, y ellos lo sabían perfectamente.
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