JiSung golpeó el saco de boxeo una vez más, las gotas de sudor caían por su frente y mojaban las puntas de su cabello castaño, movió su cuello volviendo a golpear hasta que el montículo de color oscuro se balanceó hacia atrás, sonrió satisfecho mirando sus nudillos intactos, sin marcas rojizas, las cicatrices de las cortadas anteriores seguían dejando un rastro blanco, pero no podía importarle menos.
El siguiente circuito eran armas, JiSung llegó allí un poco antes que los demás reclutas y comenzó a ensamblar la suya, con maestría, como si lo hubiese hecho cientos de veces, sonrió cuando SeungMin llegó a su lado y comenzó a ensamblar su arma.
—Me gusta verte así. —Dijo y JiSung sonrió.
—¿Ensamblando un objeto asesino?—Bromeó.
—No, vivo. —Dijo y JiSung sonrió, tomando los audífonos protectores y dirigiéndose a la cabina de disparos, tomó aire y comenzó a disparar a los muñecos de entrenamiento, fallando en algunos pero sin duda había mejorado su puntería desde la última vez que estuvo aquí.
Corrió hacia el campo y trepó por la cuerda, recuerdos lo invadían pero no lo atormetaron sabiendo que había mejorado bastante, había pasado un mes desde que enfermó, y aunque Chan no estaba muy convencido acerca de su estabilidad, JiSung le aseguró que esta vez estaba bastante mejor, que de hecho, se sentía con más fuerzas.
Incluso había bromeado acerca de que lo que le habían puesto no era hierro, sino alguna droga que le daba súper poderes.
Escaló la pared y llegó hasta el otro lado del campo, donde el general lo esperaba con una bandera, JiSung la tomó y sonrió, poniéndola en un pequeño pedestal.
—Eso estuvo bien. —Lo halagó y JiSung sonrió más.
—¿Bien? Estuvo increíble, yo que tú tendría miedo, podría arrebatarte tu puesto de general. —Bromeó y MinHo sonrió negando con la cabeza.
Maldición, su sonrisa era preciosa.
JiSung apartó la mirada y esperó la llegada de SeungMin que no debía tardar. Luego de que dos reclutas llegaran, SeungMin saltó la pared, sacudió sus manitas y tomó la bandera, sonriéndole a JiSung.
—Dame cinco. —Pidió JiSung y SeungMin rió accediendo, chocando su manito con la de el castaño.
Para la hora del almuerzo, JiSung se sentía eufórico, como si podría correr un maratón. SeungMin le hablaba de su familia en Seúl, de que le gustaría que algún día los conociera.
—Prométeme que cuando salgamos de aquí me visitarás... O nos mantendremos en contacto.
JiSung sonrió enternecido. —Te lo prometo. —Dijo y SeungMin miró pensativo, para luego levantar su pequeño meñique.
—Esta es la promesa más fuerte de todas, no puedes romperla. —Dijo y JiSung rió.
—¿Realmente tienes veintitrés años?—Preguntó pero SeungMin se mantuvo firme, acercando su meñique hacia JiSung. —Bieeen. —Dijo y envolvió su largo meñique con el de SeungMin. Ambos sonrieron, dicha plena posandose en el pecho de JiSung, hacía tiempo que no se sentía así.
Ambos se sobresaltaron cuando una estridente alarma retumbó en todo el cuartel, SeungMin miró a JiSung, varios reclutas se habían levantado, igual de alterados por la repentina situación, JiSung estuvo apunto de preguntar qué pasaba cuando el general entró luciendo bastante alterado, el corazón del castaño brincó con susto.
—Bien, esto es una alarma que nos envía el cuartel principal de los superiores.. Indica un posible atentado. —Habló calmado, aunque su rostro mostraba lo contrario. —Algunos aún no están preparados para asistir a un.. Suceso como este, pero necesitamos la mayor cantidad posible. —Continuó. —La mafia japonesa está amenazando con lanzar una bomba tóxica si no entregamos al presidente lo cual... No va a pasar así que iremos a japón y los enfrentaremos.
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❝General Lee❞ ➳『•MinSung•』
Hayran KurguDonde para JiSung la felicidad es inexistente al convivir con un padre homofóbico quien decide que enviarlo al ejército lo hará aumentar su hombría. Cuando en realidad lo único que hace es caer rendido ante un sexy y molesto general. ❝General Lee...