UN AMOR UNA AMISTAD Y MI RIVAL 3

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CAPÍTULO 3.

El ir y venir de las cartas entre Candy y Terry en el primer año había sido continuo. En las primeras cartas Terry había pensado en confesarle todo lo que sentía por ella. Que amaba su sonrisa, sus ojos su forma de ser. Pero de nuevo se había frenado. Él se debía en esos momentos al ejército, sabía que en cinco años acabaría su instrucción y podría volver. Pero ¿qué ocurriría si le ordenaban irse al frente, o en las trincheras?

También estaba esa otra cuestión Que si le confesase sus sentimientos y ella le correspondiese. ¿Qué iba a hacer? ¿Arrastrarla de una base militar a otra?

Los meses pasaban. En sus cartas Candy le explicaba sobre sus amigos del colegio, qué Walter trabajaba en la oficina de Correos. Qué Elisa trabajaba en una tienda de ropa de última moda… Pero no hacía nunca referencia a su vida personal, y eso le había preocupado a Terry.

Tragó saliva y sin poder evitarlo pasó las yemas de sus dedos por uno de los sobres. Estaba claro que ella no sentía lo mismo que él. Tal y como le había dicho infinidad de veces, era su mejor amigo, y por mucho que se esforzase ella siempre lo vería así.

El primer año había sido duro para Terry y Albert más de lo que esperaban. Pocas horas de sueño, noches de guardia lloviendo y calado de frío hasta los huesos, duras horas de entrenamiento con armas y defensa, y muchas horas de estudio.

Lo primero que habían aprendido había sido: paracaidismo, asalto aéreo y batalla nocturna, camuflaje en diferentes entornos, aunque se practicaba más en el bosque.

El cuatro de febrero de mil novecientos treinta ocho Hitler asumía el mando del ejército Alemán. Los alemanes, sin duda, estaban comenzando a ser la nueva potencia Europea tras la recuperación económica y las heridas abiertas en la Primera Guerra Mundial. Hitler no se detendría hasta acabar con los países limítrofes y saciar aquella sed de venganza tras la derrota de la primera guerra mundial. Hitler había logrado forjar una alianza poderosa que le ayudaría a avanzar en sus proyectos de conquistar del mundo. Bajo el nombre del Eje, Italia, Alemania y Japón forjaron una alianza y nada parecía poder detenerlos. Las fábricas alemanas producían armas sin parar logrando crear nuevamente un ejército, según decían, el más letal de toda la historia. Aquello era horrible, pero en parte, ocurría en Europa y aún no afectaba a Estados Unidos.

Las primeras visitas de los padres de Terry y Albert, fueron un par de veces al año y se quedaban durante una semana en un hotel cerca de la base militar. Pero después de un tiempo William y Abi se habían instalado en Nueva York para estar cercas de la Academia. Para Richard y Ellynor las visitas a su hijo las convertían en sus pequeñas vacaciones al año, lo poco que el trabajo de Richard les podían permitirse.

La noche del veintitrés de agosto de mil novecientos treinta y nueve, Hitler y Stalin, a pesar de sus divergencias ideológicas, se reunieron en Moscú llegando a una alianza entre Alemania y la Unión Soviética de no agresión entre ellos. Pero la alarma ya se había disparado, por mucho que Europa sonase muy lejana todos sabían que esa alianza marcaría el comienzo del fin. Aquello, obviamente, permitiría al Fuhrer atacar los países colindantes sin temor a que la Unión Soviética interviniese, de esta forma, con un simple pacto, lo que le daba a Hitler detener el camino perfectamente despejado.

La amistad entre Terry y Albert se había fortalecido mucho más, y ahora no se les antojaba demasiado lejano prácticamente cinco años de formación, Ambos empezaban a notar los cambios físicos. Albert tras duras horas de entrenamiento en el gimnasio y Ahora Terry, logrado adquirir musculatura y soportar de grandes enfrentamientos bajo muchas horas de practicando. Se regocijaban recordando cuando en las primeras horas de entrenamiento se les cortase la respiración con solo correr. Poco a poco fueron cambiando eso. Tampoco no todo era duro entrenamiento. Como cualquier joven a su edad deseoso de conocer los placeres de la vida, también había momentos de diversión. Cuándo les daban el permiso y sabiendo de las privaciones qué hay en la academia, donde sólo hay hombres, no era sorprendente que salieran en busca de chicas. Para dos jóvenes atractivos y simpáticos una chica no era el caso, allá donde Terry y Albert llegaban arrasaban con chicas más que dispuestas para complacerles. Chicas que sabían que la palabra; Relación, no era lo que debían de esperar de ellos. Eran conscientes, de que tipos como los militares, querían solo una noche con ellas, pero eso no evitaba que los sentimientos nacieran. Muy pocos en realidad llegaban a formar algo más sólido que una noche en una cama de hotel.

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