UN AMOR UNA AMISTAD Y MI RIVAL 5

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CAPÍTULO 5

La

puerta de la vivienda de Candy se abrió. Y Terry giró su rostro hacia él hombre que allí se encontraba, sin soltar a Candy.

Aquel hombre permanecía de pie en el portal de la casa. Llevaba puesto únicamente unos pantalones, iba totalmente descalzo, pero desde allí se podía comprobar que su estado no era muy bueno.

El hombre fijó la mirada en la muchacha.

—Tú —le gritó señalándo a Candy. Dio un paso hacia delante y estuvo a punto de resbalar, aunque finalmente logró guardar el equilibrio—. ¡Ven aquí ahora mismo! —gritó con bastante agresividad.

Terry notó cómo ella se acercaba más a su pecho buscando su protección. La abrazó entre sus brazos notando su temblor.

—Tranquila —le dijo en un susurro.

—¿Es que no me oyes? Maldita niña, cuando te coja te vas a enterar —gritó ya llegando a los escalones.

Terry soltó a Candy con bastante delicadeza para avanzar hacia el hombre, pero Candy le agarró por la camisa reteniéndolo.

—Terry... —gimió mientras las lágrimas se mezclaban con las gotas de lluvia que caía por su mejilla. Terry la observó unos segundos y luego miró hacia su pariente, el cual ya bajaba el primer escalón del portal.

—No Candy, no me puedo contener-- y sin mirarla soltó su mano y fue directamente hacia el hombre, quien no había reparado hasta ese momento en que la muchacha estaba acompañada. Se colocó frente a él y lo empujó hacia atrás, luego lo agarró del cuello y lo llevó hasta la puerta haciendo que su espalda chocase contra la maciza madera. Terry olió el alcohol en cada poro de su piel.

—¿Tú quien eres? —gritó hacia Terry.

Terry tuvo que hacer todo el esfuerzo posible para que el olor que desprendía su aliento no le revolviese el estómago, pero aquello lo enfureció aún más. Lo agarró del brazo separándolo de la puerta y la abrió. Automáticamente, lo empujó hacia dentro. El hombre cayó contra los escalones del recibidor que conducían a la segunda planta, sin siquiera poder mantenerse en pie. Terry entró en la vivienda. Observó que en la cocina había varios cristales por el suelo. Estaba todo sucio, como si el pariente de Candy hubiese lanzado todo lo que encontraba en un arrebato de furia. Observó que sobre el mármol había varias botellas de licor. Se giró un segundo para observar cómo aquel hombre lograba ponerse en pie a duras penas agarrándose a la baranda. Lo fusiló con la mirada y finalmente entró en la cocina. Fue directamente hacia las botellas de alcohol, las agarró y se dirigió con ellas al fregadero. Quitó el tapón y comenzó a verter todo el líquido por el desagüe. No había acabado de vaciar la tercera botella cuando el pariente de Candy entró por la puerta de la cocina, balanceándose. Así, con la luz, Terry pudo ver qué es su aspecto aún era peor. Cuando observó lo que Terry estaba haciendo, pareció entrar en cólera.

—¿Tú quién te has creído que eres? Mocoso insolente —comenzó a gritarle.

Terry se agachó colocándose a la misma altura y colocó su mano en su pecho empujándolo hacia detrás. Elevó su otra mano y colocó su dedo ante él en señal de amenaza.

—No pienso repetírtelo dos veces —comentó en un tono realmente enfurecido—. Vuelve a tocarla y te arrepentirás de lo que has hecho.

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