UN AMOR UNA AMISTAD Y MI RIVAL 19.

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CAPÍTULO 19.

—Von Bock, tiene razón. A los ojos del mundo somos los que comenzamos la guerra, y ahora... — Rommel se detuvo por un momento, con una mirada severa, dura.

— ¿Y ahora que?

—En este momento los Aliados no aceptarán nada más que nuestra rendición incondicionalmente. Nuestros oponentes se están haciendo más fuertes cada día. Es mejor que actuemos ahora y continuemos.

—Pero entonces millones de alemanes morirán — se opuso Beck.

— Eso es correcto pero nuestro Vaterland sobrevivirá. Salvaremos a nuestra gente.

—En primer lugar, quita todo el poder a ese Soldado bohemio, incluso del cuerpo de oficiales. En segundo lugar disolverás las Waffen, SS, la SA y otras organizaciones nazis inmediatamente. El manejo de las armas tiene que volver a la Wehrmacht. Y tercero. No hay necesidad de preocuparse.

—¿No hay necesidad de preocuparse? —Lo interrumpió Rommel.

—Ese punto está en la cima de nuestra agenda. Las asociaciones. La SS, se disolverán y sus soldados serán esparcidos por toda la Wehrmacht con el objetivo de destruir completamente estas estructuras.

—Lo único que importará es que durante esta conversación se sentará la base de un nuevo gobierno militar. —Beck aplaudió dramáticamente.

—Eso es todo, señores —dijo mirando a sus viejos— nuevos, camaradas directamente en los ojos.—Rommel asintió con la cabeza.

—¿Lo sigues haciendo? —pregunto Albert a Flami con seriedad cómplice.

—No. En realidad solo lo hicimos unas veces más, se lo vas a decir a Terry, ¿verdad?

—¿Yo? No soy un experto en guardar secretos. — fue hacia ella pensando—. ¿Quieres que le oculte algo muy importante a mi mejor amigo? Flami asintió, Albert achicó los ojos.

—Creo que es mejor decirle.

—¿Que es lo que es mejor decirme? Albert vio a Terry aparecer detrás de Flami.

—Flami. me preguntó que iba a pasar con ella.

—Eso no está en duda, ella se queda. Corre mucho peligro con nosotros

—Me he bajado de trenes y he entrado por ventanas y he escapado de mazmorras de conventos. Y lo digo porque puedo ir Con ustedes —dijo Flami con tono serio.

Terry silbó

—Estoy confiando en ti, un desconocido, para que me ayudes. Quizá estoy tan loca y soy tan impetuosa como dicen.

—¿Quiénes lo dicen?

—Todos. — interrumpió Terry, consciente de que Flami empezaba a hacerse ilusiones. No confiar en nadie había sido siempre uno de sus principios, y sin embargo creía en Albert. Y Este la miraba como si Flami fuera alguien importante—. Me vas a llevar contigo.

Terry gruñó y se apartó de ellos

—¿Sabes cómo se sellan los pactos de esa clase?

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