UN AMOR UNA AMISTAD Y MI RIVAL 24

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—Lo que has contemplado hace un momento, ha sido mi derrumbamiento e impotente ante mi incapacidad para obtener que el alemán comprendiera que yo no era una mujer libre. Las palabras de Candy le produjeron un profundo alivio que le resultó inesperado. Le parecía inadmisible que un hombre se tomara libertades con una mujer prohibida en ausencia de su hombre. ¿Pero qué demonios? Albert encaró a Terry con ojos como el hielo. Flami y Patricia alcanzaron también el grupo.

Patricia miró a Flami con ojos preocupados. La llegada repentina de Terry la había llenado de enorme preocupación. Patricia únicamente le había explicado, claro después de darle su nombre y haberle dicho el tipo de relación que tenía con Candy, el peligro en el que podría estar su amiga con el alemán. Terry en un arrebato, había decidido abandonar todas las preguntas que tenía en ese momento. Empezando con la presencia de Flami Hamilton. Había mirado a Albert, pero este no parecía sorprendido. Sin medir las consecuencias de su impulso había salido de forma irresponsable y violenta. La sola idea de saber al peligro en el que podría estar Candy, lo enloquecia al extremo.

Cuando había visto al individuo abrazar a su mujer, una ira loca se había despertado en su interior y le había costado una vida mantener la calma. Patricia, la amiga de Candy había sido escueta en su explicación y, él se encontraba ansioso de que Candy le ofreciera las respuestas a sus preguntas silenciosas, Candy le había prometido que se las daría.

Cuando Patricia vio frente a ella a su amiga, rompió a llorar de forma desconsolada. la abrazó y la arrulló con cariño.

— ¡Estás bien! --Candy suspiró. --Nos extrañó tu tardanza — lo dijo con una mirada sincera. —Por ese motivo le dije a Terry —se justificó—. Candy, te ofrezco mi más sinceras disculpas — termino Patricia con voz controlada. Suponía que Candy podía tener muchos problemas a causa de haberle dicho a Terry en donde estaba.

--Es cierto lo que dice Patricia. El único interés y desesperación era saber qué estabas bien, pues nos sobrecogió su preocupación. --confirmó Flami. Talvez creían que su amiga estaba molesta, Pero nada más lejos de la verdad. Después de que la euforia de los desagradables acontecimientos se hubo calmado. Terry parecía resentido y molesto con Candy. Esta hizo un gesto a Flami y Patricia apenas perceptible con la cabeza a modo de aceptación.

Se hizo un silencio cuando Albert y Terry se les unieron. Terry mirando a Flami y después al niño en sus brazos. Las miradas iban de hito a hito.

—Es bonito-- dijo Terry con un movimiento de su rostro, rompiendo el incómodo silencio. —¿Es tu bebé? —preguntó mirando a Flami, Candy vio a Terry, y este le sostuvo la mirada llena de preguntas.

—No. —le dijo Patricia de sopetón, mirando a Candy, que parecía haberse quedado muda y paralizada. --Estás muy pálida. «Pálida no, muerta de miedo», pensó Candy. Había llegado la hora de sincerarse.

— Hay un asunto muy delicado del que tienes derecho a empezó Candy, y Terry apoyó su cuerpo la mandíbula de se contrajo en un gesto de rabia. . Candy lo miró a los ojos, mientras Terry le sostenía la mirada llena de ira. ¿Dónde estaba el hombre que la había besado como si ella fuese la única mujer en el mundo? Candy estaba completamente desconcertada, abrumada, y sin saber cómo actuar. Tomó al pequeño Terry en sus brazos, mientras Flami, Patricia y Albert los dejaban solos.

— Terry... -- ¿ por qué resultaba tan difícil decir es tu hijo. Suspiró. Y tomó la suficiente fuerza que necesitaba para decir: --Este pequeñito es nuestro.

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