- Señor, su padre está en su oficina - habló mi secretaria.
- ¿Qué hace aquí?
Negó al no saber la respuesta.
Caminé omitiendo todo saludo con el personal, necesitaba saber que hacía en mi empresa y en Miami.
- Exactamente treinta y tres minutos esperándote - dijo mirando su costoso reloj.
- ¿Puedo saber el motivo de tu visita?
- Los buenos días son parte de la educación Christopher.
- Claro. Buenos días papá - saludé dando palmadas en su espalda.
- Tu madre te mandó muchos saludos y que la vayas a ver.
- He tenido mucho trabajo, iré lo más pronto que pueda.
- Insistes en llevar eso - indicó la pulsera.
- No me hagas el mismo discurso de siempre, me lo sé de memoria.
- Ese chico no está, se aprovechó de ti y está pagando como el delincuente que es.
- No lo sé papá.
- ¿Lo sigues dudando? Esto es increíble.
- Dejemos ese tema.
- Deja tú ese tema Christopher, si insistes con ese chico metido en tu mente te quitaré las acciones de la empresa.
- Soy el dueño mayoritario - recordé.
- Y yo tengo acciones aquí. Quítate eso ahora mismo - ordenó.
Moví mis labios sintiendo que no debía obedecer, acaricié por encima aquella pulsera que le regalé a Erick la primera vez que lo busqué en su casa.
- ¿Contento? - pregunté.
- Hay inversionistas que están interesados en trabajar contigo.
- Y qué quieres que haga. ¿Qué los busque yo?
- Esfuérzate ¿no?
- A ver papá, mi manera de trabajar es distinta a la tuya, si ellos quieren invertir conmigo que me busquen, ellos son los interesados, no yo - recalqué.
- ¿Dormiste mal o qué? Y me vas bajando ese tono.
- Sabes que no me gusta que se metan en mis cosas, es mi empresa y aquí mando yo.
- Eres igual a mi cuando joven - analizó orgulloso.
Sonreí de medio lado ante aquel halago, muchas personas me decían lo mismo, incluso para los demás era el vivo reflejo del gran Leonardo Vélez.
- Solo venía por unos papeles. ¿Te quedas en Miami?
- Vuelvo a New York en unas horas. ¿Desayunamos?
- No. Tengo cosas que hacer, buen viaje papá - dije despidiéndome.
Di unas cuantas órdenes para mis trabajadores, el ser jefe me permitía libertades únicas.
Conduje lo más relajado posible, Miami a veces de convierte un verdadero estrés.
Miraba mi muñeca al no sentir el peso de la pulsera, desde que Erick salió de mi vida he sentido demasiado su ausencia, todo fue tan rápido que me costaba creer lo que hizo, algo mantenía mi duda.
- Buenos días - saludó un hombre.
- ¿Buenos días...?
- Qué necesita.
- Vengo a ver a una persona, creo que estamos en hora de visita ¿no? - pregunté dudoso.
- Nombre.
- Nombre de qué.
- De la persona a quién viene a ver.
- Oh claro - reí nervioso.
- ¿Y...?
- Este...Erick Brian Colón Arista - contesté.
No dejaba de mover las manos, nunca había estado en un lugar así.
- ¿Primera vez que viene?
- Sí.
- Acompañeme.
- ¿Y-Yo por qué?
- Tiene que registrarse en la lista, sin eso no puede ingresar.
Lo seguí hasta una parte bastante apartada, por un momento pensé que me sacarían de la cárcel.
Fue un proceso algo raro pero que sin duda era necesario.
Me llevaron para que espere a que vayan por Erick, me sentía algo extraño.
Apenas me vió la expresión de su cara fue muy neutra, había un poco de impresión y cómo no, llevábamos tiempo sin vernos.
- Erick - dije de pie.
- ¿Qué haces aquí?
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Volvería Por Ti - Chriserick (Segunda Parte)
FanfictionLos errores se pagan caro, incluso para los inocentes.