Epílogo

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- Firma - exigí.

- No vienes en meses y además exigiendo cosas, sigo siendo tu padre y me respetas.

- A ver, papá. No hablemos de respeto, no eres quien para pedirlo - recordé.

- ¿Por qué no has venido?

- ¿Y todavía lo preguntas?

- Son unos...

- Qué vas a decir. ¿Malagradecidos? Por favor, no tienes vergüenza - reí.

- Te lavó el cerebro ese chico, increíble lo que hacen un par de cogidas.

- DE ERICK NO HABLES ASÍ - grité.

- Tranquilos o se acaba la visita - advirtió un policía.

- Firma, es lo mínimo que puedes hacer, es mi empresa - volví a exigir.

- Necesito dinero, dámelo y te firmo.

- No lo puedo creer - negué.

- No puedo sacar dinero de mis cuentas.

- Cuánto.

- Mil quinientos dólares.

- ¿Qué? ¿Qué vas a hacer tú con tanto dinero? Olvídalo.

- Perfecto, no te cedo mis acciones.

Respiré intentando no perder la paciencia, pero si quería desligarme de él tendría que optar por su intercambio.

- Está bien, dos mil dólares a cambio de tu firma, es una buena oferta.

- Esas acciones valen millones y lo sabes.

- Para ti esa cantidad es mucho, confórmate. Toma - dije entregando un bolígrafo.

No se tomó el tiempo de leer nada, solo firmó aquellos papeles para terminar al fin nuestro lazo laboral.

- Mañana mismo quiero el dinero.

- No te preocupes, te lo mandaré - dije de pie.

- ¿Vas a venir?

- Cuídate, a ver si cuando salgas de aquí tienes el placer de verme.

Era mi padre y aunque intentaba ocultarlo me dolía de igual forma, no sabía si algún día podría perdonar lo que me hizo, pero no me negaba a darle una segunda oportunidad si lograba ver un cambio en él.

Este tiempo he sentido una tranquilidad única, Erick se sentía mejor y ya los proyectos a futuro se comenzaban a formar.

- Llegaste antes - dije para besarlo.

- Hoy Thiago sale más tarde, tenía tiempo libre. ¿En dónde estabas?

- Vengo de ver a mi papá.

- Fuiste - respondió.

- Sigue igual, nada ha cambiado.

- Tienes un gran corazón, no te mereces un papá así.

- Fue el que me tocó. Yo si seré un buen papá.

- Creo que nos desviamos del tema.

- Ya te llegarán las ganas, no tardes mucho que...

- No quieres que se te pase el tiempo, me lo repites todos los días - rió.

- Toma, es un regalo y quiero que lo aceptes - dije entregando una carpeta.

- Hey, qué es esto - miró confundido.

- Léelo.

Noté cierta curiosidad, su sonrisa se desvaneció poco a poco y en mi mente ya tenía una idea de lo que diría.

- ¿Para qué hacer esto? - preguntó.

- Eres en quién más confío, es nuestro patrimonio.

- Yo no entiendo nada de eso, no me desenvuelvo en los negocios, de qué me sirven tus acciones.

- Te puedo enseñar.

- Yo estoy trabajando con mi mamá, por las tardes cuido a Thiago, no necesito más.

- Pequeño orgulloso - dije entre dientes.

- Te escuché - dijo dando un pequeño golpe.

- Bebé, solo necesito a alguien de mi confianza, lo mío es tuyo.

- Qué frase más cliché.

- Pero pega - reí.

- Sí.

- Piensa, si alguna vez no estoy o tengo un problema quién mejor que tú para tomar decisiones sobre mis asuntos, no lo tomes como algo malo - pedí.

- Tengo miedo a que esto cambie en algo lo nuestro, me vienen los malos recuerdos - dijo sincero.

- Eso ya pasó, solo quiero ver por nuestro futuro.

- Que sea un secreto, algo nuestro o no acepto - pidió.

- Ca-lla-di-to - respondí.

- Dios que voy a hacer, espero no estarme equivocando - dijo con la vista hacía arriba.

- Qué haces - reí.

- Acepto, ambas cosas.

- ¿Ambas? ¿Cuáles ambas?

- Las acciones y ser papá, ya man, te saliste con la tuya.

- ¡No es cierto! Ven aquí - dije acercándolo.

- Me vas a ahogar.

- Te amo te amo te amo.

- ¡Chris!

- ¡Estoy feliz! Mierda, esto es tan lindo.

- No puedo...respirar.

- Te amo, de verdad que sí - dije depositando besos.

- También yo, pero cálmate - pidió sonriendo.

- Ya escucho el papá aproximándose.

- Estamos en Estados Unidos, quizás te llame daddy.

- NO.

- Shhh. Estamos en un lugar público - dijo algo avergonzado.

- No, esa palabra está prohibida - aclaré.

- Da-ddy - repitió coqueto.

- Hola. ¿Desean pedir algo? - preguntó una chica.

- Agua con hielo, mucho hielo - dije agitado.

- Jugos, si, jugos.

- Con hielo, mucho - recalqué.

Ella solo nos miró algo extrañada, quizás captó la indirecta de la situación.

Con él nunca esperé llegar tan lejos, jamás imaginé pasar por tantas cosas y vivir procesos tan duros.

Los golpes son duros, por un momento me ví derrotado pero ahí estaba él, esperándome con los brazos abiertos para levantarme con un amor incondicional que estaba seguro no encontraría con nadie más, era lo que me faltaba, alguien que me haga entender el sentido de mi vida y ese no podía ser nadie más que él, Erick.

Volvería Por Ti - Chriserick (Segunda Parte)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora