Capítulo 3

2.4K 103 2
                                    

Pov Natalia

No me lo puedo creer, ¿el mundo es así de pequeño? ¿Cuál sería la probabilidad de que la compañera de trabajo de mi madre sea la rubia, dueña de los ojos más bonitos de la Humanidad y para qué nos vamos a engañar, dueña también de mis pensamientos desde hace una semana cuándo me choqué con ella? ¿Una en un millón? ¿Pero mi madre no había dicho que no necesitaría hablar portugués? Esta mujer está cada vez peor!

Estamos todos en silencio, yo admirando la belleza de la mujer que está sentada en el sofá de mi salón. Nos miramos mutuamente, no consigo despegar mis ojos de los suyos, cómo alguién puede ser tan sumamente perfecta?! Me sonríe, y ahí señorxs, puedo jurar que mi corazón estalló de lo fuerte que palpitaba. No sé que me está pasando, ¿porqué mi cuerpo reacciona así?

- Nati, hija, esta es Alba y este es Mateo su hijo.- me dice mi madre interrumpiendo mis pensamientos.

- Pero, mamá, ¿no habías dicho que no era necesario hablar portugués? ¿Qué hago yo, ahora? Voy a hacer el ridículo frente a esta Dio, digo mujer!- le digo alterada, ¿cómo se atreve a decirme que no tendría que hablar portugués si esta escultura románica habla portugués tan rápido que me costaba contestarle?

- Humm, lo siento por meterme.- se levanta del sofá y viene hasta mi y mi madre - Me llamo Alba, encantada de conocerte.- me da dos besos y yo me quedo empanada por décima vez desde que la vi en el salón- Y como puedes ver, hablo español perfectamente.- me sonríe con la intención de tranquilizarme y yo me pierdo en su hermosa sonrisa...

- ¿Nati? ¿Nati, estás ahí?- me pregunta mi madre meneandome un poco. Parece ser que me quedé tan embobada mirando a la chica de los ojos miel que ni siquiera he escuchado que me estaban hablando.

- Eh, sí, dime.- le respondo aún un poco abrumada por lo que me está tocando vivir.

- Que si quieres un poco de privacidad con Alba para que habléis sobre lo del trabajo.

- Humm, no, no hace falta. Tengo la boca seca, voy a la cocina y vuelvo enseguida. Con permiso.- me levanto y salgo lo más rápidamente hacia la cocina. ¿Mi madre me queria dejar a solas con semejante mujer? Es que ni de coña, vamos.

Me apoyo en la encimera pensando si aceptar el trabajo o no. Es que verla todos los dias me volvería aún más loca. Oigo unos pasos que se acercan al mismo sítio que yo y me pongo recta, disimulando que estoy buscando un vaso.

- ¿Qué tal, hermanita?- me pregunta Elena con una sonrisa pícara.

- Eh bi-bien, ¿por?- me pongo nerviosa, ya sé que está pensado es tan transparente que se le nota todo.

- Se te ve... Voy al grano, a ti te gusta la madre del niño, ¿a que si?

Me quedo anonadada con lo que me dice. ¿Cómo me va a gustar? Qué va... Me parece guapísima pero nada más.

- Elena, te tengo dicho que ver tanto Skam no te hace ningún bien!

- Ya ya, lo que tu digas, pero a ti te gusta la mujer que está sentada en el salón esperándote. Y no me lo niegues. ¿O piensas que no he visto como te quedas empanada mirándola?- suelta una carcajada al ver mi sonrojo- Nati, no te preocupes que no se lo diré a nadie. Me voy, date prisa y sal ahí.- Elena se va y yo procedo a beberme mi zumito de piña. Abro la nevera, y estupendo, no hay.
Es imposible ayer aún había y hoy aún no he bebido. Joder, esto me pone de mala hostia, mi madre y mi hermana saben que el zumo de piña es mío y nunca lo beben, ¿porqué hoy que lo necesito más que nunca lo han hecho?

Salgo de la cocina dispuesta a pedir explicaciones a mi madre. Llego al salón, todos los ojos ahí presentes se paran en mí. Entonces mi madre habla:

- El zumo de piña se lo he dado a Mateo, que también es su preferido.

- ¿Se lo has dado todo?- pregunta Alba a mi madre con una mueca de culpabilidad.

- Si, había poquito.- dice mi madre restándole importancia.

Alba me mira con el perdón en los ojos y yo sonrío para que no se preocupe. Me ha molestado pero bueno, tampoco pasa nada. Me siento al lado de mi madre y me presento.

- Perdón por las formas, me llamo Natalia.- le doy otros dos besos - no sabia que hablabas español, como la ultima vez que nos vimos me hablaste en portugués, nunca me lo llegué a imaginar.

- ¿Os conocéis?- saltan mi hermana y mi madre con una expresión de sopresa y confusión.

- Fue ella quién me rompió el móvil.- les digo sonriendo.

- Ai! Es verdad, ya lo has arreglado, aqui no tengo din...

- Alba, no quiero que lo pagues, no te preocupes.- le interrumpo

- ¿Qué? Pero si te quedaste sin móvil por mi culpa.

- Qué va... También es mi culpa, no te vi venir y también iba distraída. Déjalo, y no hablemos más de esto!- le digo sonriendo para que me haga caso. Se me queda mirando y finalmente asiente con una sonrisa tímida. Que guapa es!- Entonces hablemos sobre cuidar a este peque...

-Hola - me corta el niño- me llamo Mateo, tu mamá ha dixo que el zumo de piña tamben es tu prederido, ¿quieres un poco?- me estiende el vaso con sus dos manitas y yo me muero de la ternura.

-No, cariño, quedatelo tú. Tienes que crecer y eso te ayudará.- le respondo despeinandole el pelo.

- Si lo bebo seré tan grande como tú?- me pregunta con un toque de ilusión en sus ojitos. Asiento con una sonrisa.- Qué guay! Yo cuándo no tengo zumo de piña me pongo triste, y yo no quiero que tu te pongas triste así que compartimos y somos todos felices.

Miro hacia Alba y veo el orgullo reflejado en sus ojitos. Me sonríe y asiente en señal de que aceptase el zumo del pequeño. Miro a Mateo le cojo el vaso, le doy un pequeño sorbo y le agradezco. Él sonríe y se abalanza a mi, me abraza y me da un beso en la mejilla. Esto no me lo esperaba para nada pero al instante le correspondo el abrazo con la misma fuerza. Se separa de mi y se sienta en mi regazo.

- ¿Vas a ser mi amiga?- me pregunta con tanta ilusión que yo me desarmo.

- Claro que si, pequeño.

Qué más da?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora