«Estaré ahí a las 8:00 de la mañana»
Dejó un breve mensaje en una servilleta junto con un billete alemán. Me apresuré a encoger su nota entre las manos y pensé en ello por días.
Por supuesto que él no imaginaba lo que yo traía en la mente, lo que estaba a punto de sucederle.Pase noches enteras encerrada en mi habitación apuntando a un punto fijo en la pared e imaginando disparar.
Era la única manera en que podía hacerlo, pues supuse que sería arriesgado practicar en el bosque. Alguien podría verlo.
Debía asegurarme de que fuera un solo tiro, de que no hubiera errores, de lo contrario estaría en problemas graves.
Soñé también con el evento y en mis sueños, fallaba y entonces el desenlace era horrendo.
Un soldado herido y furioso que se abalanzaba sobre mí y me asesinaba a golpes.
Despertaba empapada en sudor.
Había visto a esos hombres perder los estribos cuando viví en el gueto.
No había alma en ellos, no existía piedad de su lado. Eran monstruos con cuerpos humanos, no se tentaban ni un momento, incluso aunque tuvieran que matar a una mujer o a un niño.Así que no debía haber errores.
La mañana del domingo me levanté desde las cinco, me vestí y salí de casa unos minutos antes de que la luz del día iluminara todas las calles.
Mientras caminaba me sentía segura y una voz en mi cabeza me repetía aquella frase que Kalum me dijo:«No moriré para Alemania»
No lo haría. En realidad, esa mañana Alemania moriría para mí.
«¿Que harás con el cuerpo?» mi conciencia lanzó esa pequeña interrogante.
No podía abandonarlo, tampoco podía llevarlo conmigo hasta la casa de los Bieleck.
Debía enterrarlo y después no hablaría con nadie de eso, ni siquiera con Kalum porque sabía que él enloquecería y su histeria me afectaría a mí también.«¿Cómo lo enterraras? ¿Con las manos?» otra pregunta más y a esa, la seguían otras muchas.
«¿Que pasará cuando los alemanes se den cuenta que uno de ellos ha desaparecido? ¿Podrás mantener la calma? ¿Podrás guardar el secreto? ¿Que harás si culpan a gente inocente por lo que tú has hecho? ¿Incluso entonces continuarás callando?»Mi conciencia continuó interrogandome de camino al bosque y una vez ahí, dejó de hacer tantas preguntas y comenzó a recordar los hechos.
«100 polacos por cada alemán muerto» susurró.
Esa era la norma en el gueto de Varsovia.
Sabía que una ejecución masiva se llevaría a cabo si un general de la SS moría.
Y todo eso sería mi culpa.—Deberias pensarlo un poco más— susurré y retrocedí cuando me encontraba a las entradas del primer sendero.
Otro paso más atrás y continuaba acobardandome.
No podía hacerlo. No debía hacerlo.Me di vuelta y comencé a correr.
Debía irme antes de que ese hombre apareciera, porque si aparecía no tendría otro remedio más que matarlo o tal vez, tendría que huir de él.
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La chica bajo la farola |H.S|
FanfictionUna historia de amor entre un soldado Nazi y una judía. Inspirado en hechos reales de la segunda guerra mundial. [Fanfic de Harry Styles]