No estaba segura de si algún día íbamos a salir de esa cama. Porque después de dar vueltas en ella hasta satisfacer cada rincón de nuestros cuerpos, pasamos otro rato más besándonos y de pronto, sin darme cuenta, me había enamorado como nunca antes.
Rodé hasta el otro extremo de la cama y miré con curiosidad lo que tenía en la mesa de noche, ahí había un cuaderno con partituras que yo no entendía en absoluto, y otras cosas escritas en alemán, así que lo deje a un lado, suponiendo que se trataba de un diario privado.
Me quedé por un momento, recostada de boca contra la cama y cerré los ojos con un suspiro, cuando sentí la presencia de sus manos de nuevo.
Sus dedos acariciaron con delicadeza mi espalda, movieron mi cabello a un lado para despejar mi nuca y luego, sus labios trazaron un camino de besos desde ahí hasta mi espalda baja.
—Tienes la piel más preciosa que he visto— susurró.
—Gracias— respondí con un hilito de voz mientras su respiración trepaba de nuevo cuesta arriba y se estancaba por un momento entre mis homoplatos.
—Quisiera que te quedaras aquí— agregó con un tono de voz aún más bajo cada vez y yo volví la cara para mirarlo.
—Huyamos— alimenté esa fantasía y él, con una sonrisa que resaltó sus hoyuelos, decidió seguirme el juego.
Se recostó a mi lado con el rostro muy cerca del mío y dijo:—¿A dónde?
—A cualquier lugar lejos de aquí, no quiero saber nada más de todo esto, solo quiero huir y dejar todo atrás. Salgamos de Europa.
—Tendriamos que cruzar el mar.
—En un barco— insistí como si el plan fuera serio.
—¿Y a dónde iríamos?— acercó su nariz a la mía y la tocó suavemente, cerrando los ojos.
—A México. Ahí jamás nos encontrarán. Podemos comprar una casa en la costa y recostarnos en la arena a ver el atardecer. ¿No te gustaría?
—Si me gustaría mucho, mi amor. Prometo que un día te llevaré ahí.
Nos quedamos en silencio después y yo, por dentro, estaba preguntándome muchas cosas, dando vueltas entre demasiados pensamientos respecto a la guerra, que al final, las palabras brotaron de mi boca como si tuvieran vida propia.
—¿Crees que todo esto acabe alguna vez?
—¿La guerra?— murmuró— si, estoy seguro.
Otro breve silencio y luego volví a hablar.
—¿Crees que vivamos para verlo?
—Si— respondió sin dudar. Parecía muy seguro de ello, quizá demasiado seguro para considerarlo realista.
—Tienes mucha esperanza.
—¿Y tú?
Negué.
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La chica bajo la farola |H.S|
FanfictionUna historia de amor entre un soldado Nazi y una judía. Inspirado en hechos reales de la segunda guerra mundial. [Fanfic de Harry Styles]